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El descenso de popularidad de Giscard preocupa al Gobierno

Al mismo tiempo que las querellas en el seno de la mayoría gubernamental entre giscardianos y partidarios de Chirac se acentúan, el clima político, social y económico, tampoco es favorable para el Gobierno. El último sondeo, ayer, de uno de los dos grandes institutos franceses de opinión confirmó la baja de popularidad del presidente Giscard d'Estaing, iniciada el pasado mes de julio. Sólo el 42% de los franceses se manifestaron satisfechos, contra el 44% de descontentos. La imagen del primer ministro, Raymond Barre, según esta misma estadística, no ha calado aún en la opinión pública francesa, de la que el 45% se dicen insatisfechos, contra el 26% favorables. Por otra parte, en el mismo momento que el franco, como ayer, se depreció levemente respecto al dólar, los sindicatos se conciertan con vistas a una ofensiva reivindicativa que, por ahora, no se precisa.Los medios próximos al Gobierno, a pesar de lo relativo de los sondeos de opinión, consideran preocupante que la baja de popularidad del presidente se prolongue mucho tiempo. Desde el pasado julio ha perdido el 11 %. No se oculta, en estos mismos medios, que el gran éxito de librería de Democracia Francesa (el libro de Giscard gozó de la publicidad espectacular de todos los medios de información estatales, durante casi un mes) no se ha traducido favorablemente en la realidad para el autor.

Ayer una huelga de correos, desencadenada por las dos grandes centrales del país, la CGT, comunista, y la CFDT, socialista revolucionaria, paralizó el 17% del personal y hasta el 48% en algunos sectores de París. Para el día 22, las dos centrales piensan concluir las modalidades de una huelga, en el mismo sector, de carácter nacional, por iguales motivos: mantenimiento del poder adquisitivo.

Las conversaciones también se ampliarán al dominio del gas la electricidad, y otro tanto pudiera ocurrir con los ferrocarriles, aunque la situación catastrófica, de la economía, en este ramo, preocupa también a los responsables sindicales. Todos estos movimientos, en el sector público, pudieran concretarse antes de Navidades. El Gobierno, por su parte, intenta capear el temporal, con actitudes ambiguas, con el fin de llegar sano y salvo hasta primeros de 1977, época en la que se supone se van a manifestar los síntomas positivos en la situación económica general del país.

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