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Subsiste la línea dura en Polonia

El pasado 23 de septiembre se constituyó en Varsovia el Comité de Apoyo a los Trabajadores Víctimas de la Represión. Diez prestigiosos intelectuales polacos, entre ellos el escritor Andrzejewski y el profesor marxista Jacek Kuron (expulsado del PC polaco en 1964 por dirigir una carta abierta a Gomulka, criticando su gestión antidemocrática) intentaron legalizarlo sin conseguirlo.El nuevo Comité tiene por objeto denunciar los abusos y arbitrariedades cometidos contra los huelguistas (término que repudian las autoridades polacas) de Ursus y Radom el pasado mes de junio, así corno ayudar económicamente a las familias de los obreros encarcelados.

Ayer, el Comité volvió a insistir sobre los malos tratos y las torturas a que fueron sometidos varios obreros detenidos por su participación en la huelga, que tuvo su origen en la subida de los precios que elevaría el coste de la vida en un 20% aproximadamente.

Aun cuando falta la suficiente perspectiva, se puede decir que los sucesos de junio de 1976, marcarán una etapa en la vida política polaca. Primero, porque, al igual que en 1956 y 1970, el proletariado, base oficial de apoyo al Partido Obrero Polaco Unificado (POPU, comunista), desaprueba la inercia burocrática del sistema. En segundo término, porque las reivindicaciones obreras, juzgadas imparcialmente por los tribunales (1),han generado una división en el Buró Político del PC Polaco entre los partidarios de la flexibilización del sistema y los que quieren mantener la línea dura. En las últimas semanas Edward Gierek, primer secretario del POPU, parece simpatizar con la primera posición, como lo demostró en su discurso de la Universidad Técnica de Varsovia repitiendo el concepto de «democracia socialista». Sin embargo, el primer secretario puede tener dificultades para librarse de los soviéticos, tales como el primer ministro, Jaroszewicz, que tal vez sea sustituido por Joseph Tejma, íntimo de Gierek y viceprimer ministro. El próximo martes, el primer secretario polaco llegará a Moscú y Brejnev le pedirá explicaciones sobre lo que realmente desea el líder de Polonia.

Mientras, el Comité seguirá denunciando los despidos de huelguistas que pierden así todos los derechos adquiridos para su jubilación, y los malos tratos a personas cuyo único delito es exigir que se cumplan las promesas líberalizadoras anunciadas en 1970.

(1) El tribunal de Radom acusó de «sabotaje» a los obreros que pararon el ferrocarril Varsovia-Poznan para informar a los viajeros del objeto de la huelga.

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