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Los inquilinos, sin contrato

El contraste entre las condiciones previas y ulteriores a la adquisición de un piso no es nuevo en Madrid, pero sí parece dibujarse como novedoso en viviendas cuya construcción fue estimulada por el Patronato de Casas de Funcionarios Municipales. Este es el caso de dos polígonos edificados en la Ciudad de los Angeles y en Carabanchel hace varios años y entregadas en 1975 a sus moradores empleados municipales-, cuyo volumen de ingresos traza sobre ellos un interrogante de incertidumbre ante una eventual subida de los precios de sus viviendas.

Los inquilinos de 1.081 viviendas construidas en la Ciudad de los Angeles y en Carabanchel, bajo los auspicios del Patronato de Casas del Ayuntamiento de Madrid, atraviesan nuevas dificultades ante el temor de que el precio de sus pisos experimente una nueva subida.Las dificultades anteriores se remontan a la demora que la entrega de las viviendas registró. En principio, la iniciativa se produjo en 1970, para cobrar todo su impulso en 1971. Mediante una circular se daba noticia a los posibles aspirantes de que se establecerían unos baremos de adjudicación, a tenor del volumen de ingresos y las circunstancias económicas y familiares. Además, se señalaba que la entrega de los pisos se realizaría a primeros del año 1974, si bien se efectuó un año más tarde. También se dejaba constancia de una serie de garantías con las que las viviendas contarían, relativas al espacio en superficie útil, alicatado de cocina, servicios zonales e individuales y un largo enunciado.

En cuanto a la financiación, el Ayuntamiento abrió entonces una serie de cuentas en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, al tiempo que se suscribían préstamos hipotecarios para cada uno de los inquilinos futuros. Estos préstamos alcanzaban, entonces, un nivel aledaño a 400.000 pesetas, y se previó que los futuros usuarios de las viviendas entregarían 60.000 pesetas de entrada, 20.000 cuando se cubrieran aguas y otras 20.000 a la entrega de las llaves.

Asimismo se establecía una cifra semestral de premortización de préstamo fijada en 18. 100 pesetas; esta suma habría de abonarse hasta marzo de 1977, para pasar luego a abonar cada vecino 31.019 pesetas como capital semestralmente amortizable. Bajo este nuevo régimen los inquilinos permanecerían hasta 1987. Un cálculo superficial de estos ingresos sitúa el precio de cada vivienda en una cifra cercana al millón de pesetas, suma de todo punto imprevisible en un principio, según manifestaron. algunos de los inquilinos de estas casas. Previamente, este dinero global se cifró en la mitad -aproximadamente- de los gastos en los que luego se convertiría cada vivienda, si bien en ninguna de las comunicaciones enviadas al inquilino por la gerencia del Patronato se especificaba nítidamente el coste total y final de cada piso.

Circulares

Todo el proceso informativo entre el Patronato y los empleados municipales que habitan en las edificaciones se realizó mediante circulares en las cuales se indicaban los pasos a seguir para una gestión eficaz. Se llegó a enviar a cada vecino un folio, al objeto de que cada uno especificara las anomalías o desperfectos observados a la entrada en su vivienda, pero -según testimonios coincientes y múltiples del vecindario el enunciado de los defectos apreciados no ha servido, desde entonces, para nada. Ningún vecino posee contrato de su casa. En su ausencia, se utiliza un justificante de entrega en la cuenta abierta en la Caja de Ahorros. Para la ocupación de cada piso se giró a cada futuro propietario una cédula provisional, a cuyo original se adosaba una copia, que tuvo que ser entregada al vigilante de los bloques para acceder a ellos.

El equipamiento de los bloques distaba evidentemente del capítulo de promesas enunciado en una de las circulares del Patronato. En principio se hablaba de 80 metros cuadrados de superficie útil habitable, pero, al parecer, esta superficie, en los casos óptimos, no supera 57 metros cuadrados. Las cocinas no se entregaron alicatadas y los saneamientos reflejaban una factura muy diferente a la apalabrada. En cuanto a la calidad de las construcciones, tampoco se satisficieron las exigencias con las que los futuros inquilinos contaban de antemano, y la ausencia de pavimentación de calles y aceras se complementaba con la inexistencia de zonas ajardinadas, la degradación del alcantarillado y la permanente conversión de las calles en barrizales intransitables. El alumbrado del área acusaba también grandes deficiencias, a tenor de los testimonios de los vecinos.

Situación posterior

Como capítulo aparte, la situación por la que el vecindario atravesó durante una larga etapa inicial, inmediata y dilatadamente posterior a la recepción de los pisos, merece ser destacada. Desde enero de 1975 hasta diciembre del mismo año, todos y cada uno de los hogares de las edificaciones del área de Santa Escolástica, frente a la Chrysler de Ciudad de los Angeles, carecieron absolutamente de suministro de gas. Este servicio quedaba convenido y establecido en las condiciones de venta, y tuvo que transcurrir un año casi entero hasta que los vecinos pudieron utilizarlo. Tras una larga cadena de gestiones ante la gerencia del Patronato -que, según el vecindario, se mostró permanentemente atenta a las reivindicaciones de los inquilinos, pero impotente para preveer paliativos eficaces- se descubrió que la demora- en la entrega del mencionado servicio de suministro de gas obedecía a un litigio de competencias entre las entidades abastecedoras de fluido. En virtud de un trámite cuya solución, según los vecinos, hubiera comportado unas pocas jornadas de negociación, muchos centenares de personas, niños, gente de edad, enfermos, quedaron ante la alternativa de afrontar pluses económicos.

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