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Gran debate en Gran Bretaña sobre la autonomía de Escocia y Gales

Juan Cruz

El Gobierno laborista, que confirmó la integración británica en el Mercado Común, sé enfrenta ahora a una tarea de reforma constitucional de primera magnitud y espera resolverla también por la vía del referéndum. La actual Administración quiere por todos los medios conseguir la aprobación parlamentaria para su proyecto de ley de devolución de poderes para las asambleas de Escocia y Gales.La medida será discutida en la próxima sesión parlamentaria, que va a ser abierta oficialmente por la reina Isabel el próximo día 24. El contenido del proyecto de ley no satisface a los partidos nacionalistas. Tampoco hace muy felices, por diferentes motivos, a sectores distintos de los laboristas y de los conservadores.

Para poner fin al desacuerdo existente acerca del proyecto de ley, el Gobierno estudia una fórmula según la cual se sometería a referéndum la legislación, una vez debatida por la Cámara de los Comunes. Los únicos que votarían en ese segundo referéndum de la historia de Gran Bretaña -el primero decidió la permanencia del Reino Unido en la CEE- serían los habitantes de Escocia y Gales, y sus respuestas, que se esperan positivas, reforzarían la unidad del reino.

Independencia total en diez años

Los partidos nacionalistas de Escocia y de Gales estiman que la proposición gubernamental puede ser aceptada ahora, porque haciendo uso de ella, aquellas facciones políticas pueden conseguir en un plazo de diez años la independencia total de sus países.Una de las preguntas del referéndum que se prepara tiende a desmantelar esa esperanza nacionalista, al requerirse al electorado para que se manifieste claramente si quiere o no seguir viviendo bajo el dominio de su majestad.

Los conservadores situados más a la derecha y cuya conducta podría asimilarse a la de los unionistas del Ulster consideran que aunque en un referéndum el pueblo escocés decida seguir perteneciendo al Reino Unido, los nuevos poderes parlamentarios abrirían el camino para que los nacionalistas consigan al final los propósitos que ahora los animan.

Para tranquilizar los ánimos unionistas, el Scottish National Party lanzó un comunicado hace unas semanas en el que afirmó que a pesar de que, en efecto, el partido buscará como fin último la ruptura con la corona, esta ruptura jamás sería definitiva y siempre habría vínculos económicos, culturales, diplomáticos y defensivos.

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El Scottish Labour Party acaba de realizar su primera asamblea anual, que se ha producido en medio de diversos incidentes. Para evitar las luchas internas que se observan entre los laboristas ingleses, los escoceses han querido efectuar una depuración de elementos marxistas, que dejará al partido en puramente socialdemócrata.

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