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La división interna reduce el poder electoral del laborismo británico

Juan Cruz

Durante los próximos días tendrán lugar en Gran Bretaña tres elecciones para cubrir vacantes existentes ahora en el Parlamento. Los laboristas, que han dominado hasta el momento en los distritos en los que se celebrarán estas consultas, temen que el divorcio existente entre el Gobierno y el partido retraiga los votos y precipite una derrota que ponga en peligro el equilibrio parlamentario actual.Por esa razón, se ha considerado que el enfrentamiento dialéctico ocurrido en el seno del comité ejecutivo del partido entre el primer ministro, Callaghan, y representantes del ala izquierda del laborismo ha venido en un momento poco propicio, no tanto a causa de la situación económica, sino, sobre todo, como consecuencia de aquella perspectiva electoral.

El divorcio que se mantiene entre la facción moderada y la llamada «rama militante» del laborismo se puso de manifiesto en la asamblea general que el partido realizó en Blackpool a finales de septiembre y se considera que la violenta discusión que Callaghan sostuvo con sus colegas del ejecutivo no es sino una secuela de aquella conferencia.

La repercusión que la reunión del ejecutivo ha tenido en la prensa inglesa no guarda relación con el verdadero significado de estos desacuerdos, dice lan Mikardo, el diputado que se enfrentó de manera más clara al primer ministro, a quien le pidió que considerara «que tú no eres Dios». Mikardo explica que el comité ejecutivo nacional del partido no es otra cosa que «la conciencia del Gobierno» y tiene la obligación de recordarle a la Administración «cuál es su compromiso socialista con el país».

Callaghan: primero la seguridad electoral

Para el líder del partido y primer ministro, las demandas de la izquierda son ahora particularmente idealistas porque el estado de la economía no permite la consideración de política como la que se anunciaba en los manifiestos electorales de 1974.Al contrario, opina Callaghan, el partido laborista tendría que concentrar sus esfuerzos en garantizar la mayoría parlamentaria que necesita para hacer aprobar la legislación que tiene pendiente en la presente sesión de los Comunes, y en apoyar a la Administración en su lucha por devolverle a Gran Bretaña la confianza internacional.

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