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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El sentido de unas declaraciones

LAS DECLARACIONES del teniente general Gutiérrez Mellado son un documento de importancia excepcional. No sólo por su contenido, sino también por el cambio de actitud, el giro en la mentalidad que el poder muestra respecto de los gobernados.Al poco tiempo de llegar al poder, el general Gutiérrez Mellado parece esforzarse por informar a los ciudadanos, por explicar quién es él, qué piensa, qué se propone hacer, cuál es su respuesta a las versiones, verdaderas o falsas, que han circulado sobre él y sobre la situación política nacional.

Esta actitud es nueva para los españoles de menos de cuarenta años. Durante las últimas décadas el poder ha informado poco, en ocasiones nada, y casi siempre lo ha hecho mal. Los discursos desde el más alto nivel parecían una concesión a los súbditos, nunca una explicación obligada a los administrados. Las declaraciones de propósitos han sido hasta 1975 confusas y deformantes. Las rendiciones de cuentas han resultado frecuentemente trufadas de sentencias victoriosas, según las cuales las democracias de Occidente acabarían por reconocer su intrínseca perversidad y abrazar las doctrinas del nacional-sindicalismo. Decir que los españoles fueron tratados en épocas recientes como menores de edad, y que sus gobernantes ejercieron un tosco y gratuito monopolio del patriotismo, no deja de constituir sendos tópicos. Pero lo malo de los tópicos es que suelen ser verdad.

Por eso nos importa, sobre todo, destacar en primer lugar el tono y la forma de estas declaraciones, de las que se desprende un propósito de humildad, de sinceridad, de ausencia de triunfalismo y, sobre todo, de aproximación a los temas difíciles, sin escurrir el bulto.

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Otro problema es que en estas declaraciones se hayan deslizado algunos lugares comunes, en un texto de extensión incompresiblemente desmesurada. Pero ello no impide que el vicepresidente para la Defensa haya acertado a entrar de lleno en tabúes tan antiguos como la misión de las Fuerzas Armadas y su papel en la sociedad.

Posiblemente, el general mide muy exactamente el alcance de sus palabras cuando se pronuncia por una de defensa profesionalizada de profunda formación tecnológica, tal como exige hoy el complicado mecanismo de la defensa. El general Gutiérrez Mellado se pronuncia por un Ejército moderno, reducido, culto y bien equipado capaz de hacer frente al reto de la Alianza Atlántica y a las necesidades de la estrategia europea: es una diferencia no de grado sino de naturaleza la que nuestro país durante las primeras décadas de nuestro siglo. Una institución ajena también a las funciones de policía que algunos grupos de presión querrían adjudicar a las Fuerzas Armadas para protección de unos intereses concretos. Una institución ajena a una abusiva interpretación de la «defensa de orden institucional», que aspire a colocar al Ejército misiones menores que no son la suya.

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