Extremadura quiere reunir los centros universitarios de Cáceres y Badajoz
El presidente de la comisión gestora de la Universidad de Extremadura, señor Civit Breu, ha dedicado gran parte de sus discursos de apertura de curso académico 1976-77 al problema que significa para esta región dos campus universitarios bien definidos a noventa kilómetros de distancia en una misma Universidad, con prohibiciones de crear en Cáceres y Badajoz aquellos centros universitarios más idóneos a las características docentes de cada provincia. También ha mencionado en su discurso la posibilidad de crear dos universidades, la de Cáceres y la de Badajoz, que deberían ser exactamente iguales a las demás del país.«Sería contrario al estilo universitario -dice el señor Civit- faltar a la verdad y deciros que la Universidad de Extremadura constituye un bloque homogéneo, con aspiraciones bien definidas unánimemente aceptadas por aquellos que la integramos. El para mí triste decreto que desarrolla la ley del IV Plan de Desarrollo, que crea la Universidad de Extremadura, tiene facetas bien definidas:
1.º Divide nuestra Universidad en dos campus universitarios, sin dejar campo a la autonomía universitaria, aspiración unánime de todas las universidades; fijar la distribución de sus centros académicos y organismos rectores, que quedan así sujetos, o mejor sería decir a la deriva, de presiones e intereses extrauniversitarios.
2.º Bajo la apariencia de un decreto de creación, de hecho se convierte en un decreto de prohibición, pues nos encontramos en el paso paradójico de ser las dos capitales de provincia de nuestro distrito las únicas que tienen prohibidos ciertos centros universitarios a nivel de facultades. Así, Cáceres no puede tener una Facultad de Ciencias, en tanto que Badajoz está en la misma circunstancia respecto a la de Filosofía y Letras, y aquí sí que el argumento de proximidad o de regionalidad no tiene el más pequeño valor. El triángulo Málaga-Granada-Cádiz, los binomios Santander-Bilbao o Córdoba-Sevilla son ejemplos típicos de universidades completas o que no tienen limitación legal alguna para llegar a serlo y que ponen más de manifiesto las limitaciones legales que desgraciadamente pesan sobre nosotros.»
Después de felicitar a Cádiz por sus éxitos universitarios en favor de una Universidad, se refirió el presidente de la comisión gestora de la Universidad de Extremadura al trauma que supone el decreto ministerial que divide ésta: «El decreto pone a nuestra Universidad en unas condiciones de singularidad de las que, hasta la fecha, ninguna ventaja se ha derivado, por lo que creemos llegado ya el momento de estudiar seriamente si a la Universidad de Extremadura le conviene seguir en esta situación de excepcionalidad o si le conviene tomar soluciones que la conviertan en una o dos universidades, que podrían distinguirse de las demás en circunstancias de tipo académico, pero que en lo legal serían o deberían ser exactamente iguales a las universidades del resto del país.»
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