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Reportaje:

El ministro irlandés de Justicia pide dureza contra el terrorismo

Juan Cruz

«Ustedes, los españoles, saben cómo hacer las cosas», manifestó ayer el ministro de Justicia de Irlanda, señor Patrick Cooney, durante una conversación con varios periodistas extranjeros, a los que explicó los alcances de la cooperación que en este momento su país está ofreciendo a Gran Bretaña en la lucha contra el terrorismo en el Ulster, y las organizaciones políticas irlandesas que lo respaldan, como el Sinn Fein.»«Creo -indicó- que los recientes contactos entre el ministro español del Interior y su colega francés, Poniatowsky, son un ejemplo de relaciones interestatales, animadas por el propósito de acabar con el problema común de la violencia. »

En su país, el ministro Cooney ha sido frecuentemente criticado por llevar lejos su cooperación antiterrorista con el encargado británico de los asuntos del Ulster. En los últimos tiempos, la policía del Eire no sólo ha realizado operaciones paralelas con las fuerzas de seguridad de Irlanda del Norte, sino que ha prestado información valiosa a Scotland Yard.En ese terreno de la cooperación interestatal para combatir a los activistas del IRA, el señor Cooney ve un paralelismo con la situación española en el País Vasco. En cuanto al fondo del problema, el ministro irlandés piensa que no hay similitud alguna. Al menos, sólo la pudo haber hasta 1921, cuando los republicanos irlandeses aún no habían conseguido la independencia.

El ministro Cooney ha sido uno de los gobernantes irlandeses responsables por la puesta en marcha de una poderosa legislación antiterrorista, que refuerza las posibilidades de la policía, concede al ejército poder policial y establece castigos severos para aquellos ciudadanos que apoyen de alguna forma al IRA provisional, que es la rama militante del ilegal ejército republicano irlandés.

Estas medidas fueron introducidas a raíz del atentado que le costó la vida al embajador británico en Dublín. Ahora la policía irlandesa está tras la pista de los tres presuntos autores del crimen, el segundo de estas características que tiene lugar en la república en cincuenta años.

La pena de muerte

Cooney, a quien se considera aquí como de la «Iínea muy dura» del Gobierno, cree que si la policía da con esos tres terroristas, será aplicada la pena de muerte, cuya existencia no se somete a discusión en estos momentos, según el ministro de la policía. La pena capital se aplica en Irlanda en casos en los que los crímenes vayan contra jefes de Estado, diplomáticos, policías o guardias de prisiones.En este momento hay una pareja sentenciada a muerte por haber asesinado a un policía en el curso de un atraco a un banco. En la prensa la gente escribe presionando para que se conmute la pena. Cooney, que dice que el Gabinete no ha decidido aún cual será su posición respecto de un posible perdón, afirma que se han recibido cartas en su ministerio en el que se ofrecen verdugos voluntarios. Lo que pasa, añade el ministro, es que esa gente no escribe a los periódicos.

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A Cooney le preguntamos con referencia a las actividades de los militantes republicanos, si no piensa que reprimiendo a los que quieren una Irlanda unida y republicana, el Gobierno actual está en contra de la constitución, que proclama como uno de sus principios el de la asimilación del Ulster. Nosotros no pensamos que esa haya dejado de ser una reivindicación legítima. Lo que nosotros consideramos ilegal es el terrorismo.

Las ondas, silenciadas

El Gobierno está empeñado en convencer a propios y extraños de que este país no va a ser nunca más el refugio natural de los militantes que luchan en el Norte. Aparte de la legislación que resumimos más arriba, el Gabinete acaba de refrendar una decisión del ministro de Comunicaciones, según la cual se prohibe a la televisión y a la radio, sobre las que el Estado tiene poder, que entrevisten a miembros de organizaciones políticas a las que el ministro, O'Brien, nos calificó de brazo propagandístico de un grupo de asesinos, entidades que se presentan así mismas como partidos políticos y que deben dejar de tener la misma plataforma que los partidos que de verdad lo son.Hablando con una periodista italiana, O'Brien dijo: Nosotros prohibimos la presencia del Sinn Fein provisional en las antenas, del mismo modo que ustedes no sacarían a la mafia en la pantalla pequeña.

El insulto al presidente

Irónicamente, los informadores irlandeses se preguntan cómo las normas que pesan sobre ellos pueden ser ahora tan estrictas, mientras que un ministro puede permanecer en su puesto después de haber insultado al salvaguarda de la propia constitución, el presidente de la república. En efecto, el ministro de Defensa, O'Donnegan, calificó de vergonzosa desgracia al presidente O'Dalaigh. La crítica se produjo tras la decisión de O'Dalaigh de remitir algunas leyes antiterroristas al Tribunal Supremo para que éste ratificara su constitucionalidad. Se ha pedido la dimisión inmediata del ministro, que ha pedido perdón al presidente, quien por otra parte ya ha firmado esas leyes. En Irlanda, donde la gente de la calle se ha tomado con mucha filosofía el asunto, el insulto al presidente, que es un hombre que está por encima del bien y del mal de la política, se ha visto como un conflicto constitucional de primera magnitud.El escepticismo popular respecto del debate se explica porque nada puede acaparar más la preocupación popular y gubernamental que la crisis económica, agravada, según todas las opiniones, por la presencia próxima de la violencia en el Ulster, que de vez en cuando se asoma a la frontera y a las propias calles de Dublín.

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