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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Por qué baja la Bolsa?

LA BOLSA sigue bajando en nuestro país. Por encima de las doctrinas económicas, de la teoría de los ciclos o de los problemas de dimensión, la Bolsa baja y baja como consecuencia de la inseguridad Y de la desconfianza.Que una larga etapa de triunfalismo político y económico, se salde con el resultado de una Bolsa por los suelos, parece un dudoso síntoma de éxito. La Bolsa es, valga el estereotipo, el termómetro de la confianza nacional. El valor político de las grandes fluctuaciones, es innegable, y su repercusión en la opinión pública evidente. La situación actual del mercado refleja, como repiten los conservadores más autoritarios, la sensación de incertidumbre que invade hoy a tantos españoles sobre el futuro inmediato. Pero refleja también el fracaso de un sistema económico basado en el arbitrismo y en la ausencia de controles. La Bolsa es un mercado especulativo que se mueve por tendencias Y que en momentos de crisis resulta fácilmente manejable por sus máximos protagonistas.

La postura de los protagonistas es clave. Es comprensible que los millones de pequeños inversores se muestren cautelosos en una situación, económica grave y en medio de una transición política difícil. Pero de ahí a la inhibición absoluta de quienes han de marcar la tendencia, hay un abismo. Un abismo que empieza a llenarse de suposiciones y rumores, habida cuenta de las manifestaciones de inmovilismo político de quienes controlan parte considerable de las decisiones de la alta finanza.

Tres millones de familias -algo así como el tercio de la población- tiene intereses, generalmente modestos, en el mercado de valores. Hay quienes se preguntan si algunos medios poderosos no ven con agrado el desmoronamiento de las cotizaciones y si no fomentan de algún modo esta politique du pire. La desestabilización brusca de la economía española favorecería el parón en seco de todo proceso democratizador. La superderecha económica, aliada de la política, podría verse así tentada de aceptar las tesis catastróficas.

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