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La crisis económica acentúa la incertidumbre política en Francia

Democracia Francesa, el libro de Valery Giscard d'Estaing, que se ha beneficiado de una campaña publicitaria gigantesca, va camino de convertirse en uno de los best-seller más espectaculares de la historia editorial francesa, con el permiso de Papillón. Tanto da: su aparición no ha colmado los espíritus, ni ha dado confianza al país. Por el contrario, al día siguiente de su publicación, la Bolsa de París conoció una de las jornadas más negras de su historia. El franco, ya debilitado esta última temporada, bajó todavía más: el dólar pasó de cotizarse a 4,80 francos, a valer 5,02. Algunos valores bursátiles bajaron hasta un 9 por 100 en una sola mañana y el promedio de baja general fue del 3 por 100, en lo que ya se llama «el martes negro» del plan Barre. En lo que va de año, la baja en la Bolsa de París ha alcanzado el promedio de un 20 por 100. Se dice que esta baja ha sido provocada por el temor de que la izquierda gane las próximas elecciones legislativas. Nada menos seguro, pues ello no explica las bajas de las Bolsas occidentales -Bonn, Nueva York, Londres o Madrid, por poner el caso-; además, las elecciones están todavía lejanas, a más de año y medio. En realidad, son las incertidumbres económicas y políticas las que provocan esta baja. Los medios financieros temen la llegada de la izquierda al poder, desde luego, pero sobre todo no confían en las posibilidades de éxito del plan Barre.

Los empresarios creen que la izquierda ganará

Es cierto que los sindicatos más potentes del país se oponen al plan, que es duramente criticado por la izquierda, pero la política gubernamental no aparece tampoco como muy segura. En el Parlamento, Raymond Barre, al presentar su plan -sobre el cual solicitará la votación de confianza, mientras la oposición depositará una moción de censura- señaló que no admitiría enmiendas graves, pero tampoco rechazó del todo la posibilidad de instituir un impuesto sobre. el capital. Al mismo tiempo, Francois Mitterrand y el equipo de economistas del Partido Socialista dialogó con un grupo de empresarios, en una reunión televisada. El 73 por 100 de los empresarios cree que la izquierda llegará al poder, y el 75 por 100 teme esta posibilidad. No hubo flores en el diálogo; y Mitterrand, aprovechando la presencia de las cámaras de televisión, se dirigió, por encima de sus interlocutores, al público en general.Pero, como escribe Le Quotidien de París, los peores enemigos del plan Barre no son la izquierda ni los sindicatos, sino los que expatrian los capitales apresurando la crisis. El plan fracasará porque los datos económicos sobre los que ha sido elaborado se degradan: no habrá fondos para invertir, la balanza de pagos será deficitaria, el franco será devaluado y se producirá menos. Nadie invierte, la Bolsa se pone nerviosa, los capitales huyen. ¿Cómo detener la inflación, o el paro, si quienes apoyan al régimen dejan de tener confianza en él? El Parlamento vota las leyes del Gobierno, los obreros siguen trabajando, no hay desórdenes. ¿Quién especula con el miedo?

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