Los vecinos denuncian malos tratos del sereño municipal
Según los testimonios facilitados a EL PAÍS por un numeroso grupo de vecinos de Robledo de Chavela, desde hace tiempo se vienen produciendo en esa localidad madrileña una serie de incidentes protagonizados por algunos serenos y policías municipales; al parecer, son varios los vecinos y visitantes agredidos por estos agentes en los últimos meses. Los vecinos han manifestado su permanente estado de temor ante lo que califican de «arbitraria» actuación de los funcionarios del Ayuntamiento. Ante la ausencia del alcalde, señor Camargo, que se encuentra de vacaciones, el secretario ha negado rotundamente las acusaciones de los vecinos.
«Si quieren conocer algún caso concreto —nos dice uno de los vecinos cuando llegamos a Robledo de Chavela—, aquí cerca vive un muchacho que recibió una paliza hace poco.
En su casa encontramos a Bartolomé Pérez; su padre. Miguel Pérez, y otros familiares le acompañan. Nos cuenta su versión de los hechos:
«Este verano, en las fiestas del pueblo, tuve una riña con otro muchacho, que fue a avisar a un sereno llamado Alejandro; cuando vino a por mi dijo que yo había hablado mal del alcalde; me llevaron a su despacho a empujones, y el alcalde dijo que no había oído nada: yo respondí a los empujones del sereno, y éste cayó al suelo. Me encerraron en el Ayuntamiento y el sereno me pegó unos cuantos puñetazos; estaba allí el ayudante del secretario, que es sobrino del alcalde, y no dejó que Alejandro me pegara con la porra, pero él mismo me dio un par de bofetadas.» Los familiares presentes, Antonia Encaro, su marido, Bonifacio Granado, intervienen en la conversación.
Recogemos también el testimonio de Juana Sanz. Según sus palabras, un sobrino suyo llamado José Luis Quijada, de cinco años, fue encerrado en el calabozo municipal junto con otros ocho compañeros, con edades comprendidas entre los cinco y diez años. Al parecer, estaban jugando en el césped de un jardín cuando un guardia municipal les gritó que les iba a detener.
«Los niños salieron corriendo —dice Juana Sanz— y el guardia paró un coche para alcanzarlos más fácilmente. Les llevó al calabozo y les encerró. Cuando los padres de José Luis fueron a sacarle, un cuarto de hora después, el guardia le soltó, tomándose el caso como a broma. A los otros niños le retuvo aún una hora más. Como eran mayores, no les afectó tanto, pero mi sobrino estuvo dos días sin querer salir de casa, por miedo a encontrarse al guardia».
Otros vecinos con los que hablamos en la calle, en los bares de la lócalidad, coinciden en sus apreciaciones: «Hacen lo que quieren>).
Mencionan un caso reciente, ocurrido con un muchacho de otro pueblo vecino, al que agredieron al parecer los serenos cuando le sorprendieron recogiendo agua para su automóvil en la fuente de la plaza.
El dueño de un bar, Jesús León, corrobora los hechos anteriores y nos relata un incidente ocurrido entre él y el ya citado sereno de nombre Alejandro: «Íbamos tres amigos andando junto a mi hermano, que llevaba su motocicleta de la mano. Pasamos por una calle que, por lo visto, era dirección prohibida, y el sereno nos preguntó que si no habíamos visto la señal. Yo le dije que sí, que tenía razón, pero que no nos hablase de la forma en que lo estaba haciendo. Acabé en el calabozo, en el que es tuve hasta que mis padres fueron a sacarme, » «En otra ocasión —continua diciéndonos Jesús León—, aquí, en mi bar, cuando ya estaba cerrado, celebramos unos cuantos amigos la próxima boda de un compañero. Estuvimos, como es normal, charlando y bromeando. A los pocos días nos llegó la comunicación de una multa por escándalo público.» Los vecinos consultados se quejan de que el alcalde de la localidad no intervenga en estos hechos. Y explican las que ellos consideran
como razones de esta actitud: «Es que el Ayuntamiento es una especie de clan familiar. El alcalde tiene un hermano concejal, el secretario es primo hermano del alcalde, el sobrino del alcalde es ayudante del secretario y el hijo del secretario es también ayudante del alcalde: Alejandro. el sereno, tiene también un primo hermano que esconce jal.» Interesados en conocer la opinión del alcalde, Claudio Camargo, en el Ayuntamiento nos dicen que está de vacaciones, y que no regresará hasta finales de esta semana. En su defecto, hablamos con el secretario municipal. Su respuesta fue la siguiente: «Todo eso que dicen es rotundamente falso. No tengo ninguna noticia de que haya habido palizas a ningún vecino, ni que se haya en cerrado en el calabozo a ningún niño de cinco años. Si hubiera ocurrido hay cauces legales para denunciarlo y en los años que yo llevo aquí de secretario no he visto ninguna de esas denuncias.» -
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