Los liberales británicos intentan formar parte de un Gobierno de coalición

Los liberales británicos consideran seriamente la posibilidad de participar en el futuro en un Gobierno de coalición con cualquiera de los dos partidos que hasta ahora se han repartido el poder en el Reino Unido, aunque su favorito sería el laborista.

La idea, que en un tiempo fue rechazada por el ex líder Jeremy Thorpe, ha sido sugerida ahora de nuevo por el nuevo jefe del partido, David Steel, durante los prolegómenos de la conferencia que los liberales comenzaron a celebrar ayer en Llandudno, País de Gales.

Los liberales creen que los laboristas podrían verse obligados muy pronto a convocar elecciones generales, para poder legislar con comodidad. En esas elecciones, siempre según el criterio liberal, la Administración actual obtendría una mayoría tan poco convincente como la que tiene ahora. Sin el apoyo de los liberales, le resultaría imposible volver a gobernar.

Las posibilidades legislativas laboristas pueden verse disminuidas en la inmediata sesión parlamentaria, cuando se discuta la ley de devolución de poderes para Escocia y Gales.

Los conservadores en pleno, y amplios sectores del propio laborismo, se oponen a esa ley, porque consideran que «quebraría la unidad del país».

Steel quiere reducir la influencia nacionalista

Los liberales dicen que ellos son los únicos que podrían salvar esa legislación, que aprueban enteramente, aunque no la apoyarían si los laboristas no prometen que en las asambleas que podrían crearse en las dos regiones citadas funcionara un sistema de representación proporcional que permita la preponderancia de los partidos británicos y disminuya la influencia de los nacionalistas.Hasta ahora, los laboristas siempre han rechazado la idea de una coalición, mientras que los conservadores de Heath la buscaron desenfrenadamente. No se espera que en esta ocasión el partido que está en el poder se muestre demasiado propicio a cambiar de opinión. Mientras tanto, los liberales, que estrenan líder, estrenan también la ilusión de entrar en un Gobierno y de empezar a disfrutar, por fin, del poder, que el sistema electoral inglés les ha negado.