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Llamamiento de los dirigentes chinos a la unidad de todo el pueblo

«Gloria eterna a nuestro gran líder y maestro Mao Tse-tung», era el titular de toda la prensa china, que dedicó la mayor parte de sus espacios a resaltar la figura del presidente del PCC desaparecido.

Salvo las banderas a media asta y algunos brazaletes, no hay ningún síntoma que denote el duelo nacional decretado en China, que desde ayer se observa en todo el territorio. Quizá el único detalle a añadir sea que el normal bullicio de Pekín se ha transformado en un silencio respetuoso.Durante todo el día de ayer, la plaza Tien An-Men (Paz Celestial), de Pekín, estuvo especialmente concurrida por personas que depositaban incesantemente coronas de flores blancas junto a un enorme retrato de Mao que presidía la plaza.

Mientras prosiguen los preparativos de los funerales, para los que se ha nombrado un comité especial compuesto por 400 personas, todas las emisoras de radio, conectadas con la emisora central de Pekín, retransmiten continuamente música fúnebre.

En las próximas horas, el cadáver de Mao será expuesto en el Salón del Pueblo, donde permanecerá por espacio de una semana hasta que, el sábado día 18 se den por terminadas las honras fúnebres con una impresionante ceremonia en la plaza Tien An Men, lugar habitual de las concentraciones de masas en fechas importantes.

Las fuerzas del Ejército de Liberación Popular (FLP) permanecen en estado de alerta, como medida, precautoria, pues la tranquilidad en China es total. De momento, una ligera alteración en la capital por cuanto ya han comenzado a afluir millares de chinos que pretenden seguir de cerca las honras fúnebres e intentar dar su último adiós al hombre cuyas «contribuciones al pueblo chino" el proletariado internacional y a los pueblos revolucionarios de todo el mundo son inmortales», según se dice en numerosos periódicos murales repartidos por el país.

De momento, todos los dirigentes del partido, empezando por el primer vicepresidente y primer ministro, Hua Kuo-feng, están repitiendo llamamientos a la unidad de todo el pueblo «para continuar la empresa iniciada y llevada a cabo por el presidente».

Ayer, toda la prensa europea dedicó grandes espacios a comentar la muerte de Mao, escribiendo sobre su significación política, su vida y las perspectivas políticas internas y exteriores para el país que acaba de perder a su Gran Timonel.

En Francia, los diarios Le Figaro (conservador), L'Aurore (centrista) y L'Humanité (comunista) coincidieron en resaltar el papel de primer orden que Mao ha desempeñado en el mundo contemporáneo. Algunos periódicos italianos le califican como «el último revolucionario».

El resto de la prensa, alemana, británica y belga, subrayaron el carácter excepcional de Mao, destacando en sus páginas el problema de la sucesión que en estos momentos tiene planteado China, coincidiendo en que tal sucesión no será rápida y, en general, una gran interrogación se cierne sobre el país.

Entre las reacciones de personas que en cierta forma estuvieron vinculadas a Mao está la del ex presidente Richard Nixon, protagonista de la distensión chino-estadounidense, quien declaró sobre Mao que fue «un hombre único de una generación de líderes revolucionarios».

Asimismo, el presidente de Tanzania, Julius Nyerere, decretó ayer en su país (el que mayor ayuda económica recibe de China) ocho días de luto oficial por la muerte de Mao.

También ayer, el Rey de España, Juan Carlos, envió un telegrama de condolencia por la muerte de Mao, dirigido al primer ministro, Hua Kuo-feng, en el que tras expresar sus sinceros sentimientos por la muerte del líder chino, agrega que con la muerte de Mao «desaparece una de las figuras más relevantes del siglo, que supo crear una China nueva y colocarla en un lugar destacado en el mundo».

Por su parte, el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, dirigió su pésame al vicepresidente de la Asamblea Nacional del Pueblo, Wu Teh, en un telegrama en el que se dijo que Mao fue una «gran figura no solamente de su país, sino de todo el. mundo, y cuya desaparición causa tan gran dolor en el pueblo chino, que el pueblo español comparte sinceramente». En el mismo texto, el señor Suárez hacía llegar la condolencia a la esposa de Mao.

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