Las misas de monseñor Léfebvre
En EL PAIS del 3 de septiembre leo con disgusto, en primera plana, con relación al caso de monseñor Lefebvre, que después amplía su corresponsal en Bruselas en páginas interiores, algo que es totalmente inadmisible en un periódico de esa categoría. Dice así: «... la renuncia voluntaria de monseñor Lefebvre a celebrar nuevamente una misa en latín, según el rito integrista de San Pío V, proscrito por el Concilio Vaticano II...».Usted sabe como debe saber su corresponsal, que San Pío V fue tan Papa como hoy lo es Pablo VI y que el rito promulgado por él para el Misal Romano fue tan válido ayer como hoy lo es el publicado por Pablo VI. No es ningún rito integrista. Tampoco el Concilio Vaticano II proscribió, ni pudo proscribir, tal rito. Simplemente, el Concilio mandó que se revisara el Misal Romano, adaptándolo a los tiempos nuevos, y Pablo VI, cumpliendo acertadamente este mandato del Concilio, promulgó el nuevo Misal Romano. No confundamos las cosas. Si a monseñor Lefebvre se le puede tachar justamente de integrista por querer aferrarse a un rito ya anticuado, de ninguna manera se puede aplicar este adjetivo al rito mismo. Y si Pablo VI puede prohibir hoy el uso de tal rito. puesto que ha aprobado ya para toda la Iglesia otro nuevo, más acorde con la mentalidad moderna en aspectos no sustanciales. como la lengua por ejemplo, ni el Papa ni ningún Concilio pueden proscribir un rito que, como el actual, está completamente de acuerdo con el dogma de la Sagrada Eucaristía. Aparte de que la cuestión de monseñor Lefebvre no es fundamentalmente una cuestión de ritos.
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