El Polisario aborda un momento crítico de su historia
Argel es, en cierta medida, capital permanente o provisional de movimientos de liberación y refugiados que vienen de lugares tan dispares como Namibia, Palestina, Chile o Argentina. En los jardines de sus hoteles encontramos palestinos del Líbano, chilenos antifascistas y, ahora, polisarios. Nada tiene el peso como la causa saharaui para este país que, en realidad y al igual que los protagonistas, tiene versiones muy sencillas para un problema muy complejo.
Sin despertar demasiada curiosidad en el hombre de la calle, han llegado a Argel, como escala hacia otro lugar del Sahara Occidental, representantes de numerosos países y de movimientos de liberación para asistir al tercer congreso del Frente Polisario, que comenzará a partir de hoy y que, ya desde ahora, se anuncia como decisivo.Las dificultades del presente
La ayuda argelina es muy importante: los aviones que nos transportan, los vehículos que reciben a los delegados, el alojamiento. Sin embargo, y eso hay que reconocérselo a Argelia, ahí termina su acción. Todo lo demás está a cargo de los muchachos del Polisario. Salvo esta ayuda material, los argelinos parecen incluso desentenderse de sus actividades, que son evidentemente saharauis, y así, en el tercer congreso, son invitados como todos los demás.
Para el Gobierno español el problema del Sahara Occidental ha dejado de existir. Para los españoles, no. En Argel están para asistir a este congreso representantes de casi todos los partidos que integran Coordinación Democrática, además de la Asociación de Amigos del Sahara, con varias de sus delegaciones provinciales.
El futuro del Sahara Occidental, de la RASD (República Arabe Saharaui Democrática), todos lo reconocen, no es sencillo sobre el terreno. El problema ha sido planteado en la ONU, OUA y en la última conferencia de los no alineados de Colombo. A pesar de lo limitado de las resoluciones y de lo previsiblemente ineficaces de otras recomendaciones, algo es cierto: por el simple, hecho de haberse planteado corno tal, el problema saharaui no ha podido ser escamoteado. Pese a ello, la moderación de los actuales objetivos del F. Polisario, que explica a EL PAIS el ministro de Energía y Transporte de la RASD, Mansur Omar, confirma las dificultades del presente.
«Nuestro objetivo -decía Mansur- es mantener en la inseguridad permanente al Ejército marroquí y conservar los territorios que ya ocupamos. Los marroquíes, que han cambiado de táctica también, se limitan a controlar el triángulo económico El Aaiun-Smara-Bucraa y las vías de comunicación hacia Marruecos, desinteresándose de lo demás. Hemos hecho frente a esta nueva táctica marroquí con ataques contra las instalaciones de los fosfatos para convertir en ineficaz ese control. »
«Volver a plantear todo»
Pero esto no es suficiente para consolidar un territorio y una nación, como presupone la proclamación de la RASID. Algunos, aquí, mismo en Argel, piensan que a largo plazo los polisarios sólo tienen tres alternativas reales: primero, que se produzca un golpe de estado militar en Marruecos; segundo, que tenga lugar un cambio de Gobierno en Mauritania; o tercero, que Marruecos y Argelia terminen enfrentados en una guerra que, tanto Argel como Rabat, quieren evitar. El punto más débil frente al Polisario es, por el momento, Mauritania.
Internacionalmente, sólo diez países reconocieron hasta ahora a la RASD y no todos los que lo han hecho son los más progresistas. La izquierda oficial de Marruecos ha hecho frente común con el rey Hassan II. Bien es verdad que esta izquierda marroquí siempre ha estado a una iniciativa, por detrás, del palacio real. Los polisarios, no obstante, tienen explicaciones muy simples para estos problemas tan complejos. «La muerte de El Uali -nos decía nuestro interlocutor ya citado- ha marcado una etapa: ahora es necesario volver a planteárselo todo.»
Al margen de la simpleza de ocasión con que circunstancialmente se nos responde a los periodistas, la profundidad de los problemas que se va a plantear el tercer congreso polisario en esta etapa crítica, presupone de su parte haber alcanzado un grado de madurez notable.
Está sobre el tapete la táctica militar a seguir y la ofensiva política internacional que la campaña de concienciación previa permite ahora. Está por definir el contenido político de la RASD en lo interno y en lo externo, hasta ahora marcadamente coyuntural. Y están por seleccionar los hombres que han de llevar adelante la tarea.
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