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Entrevista:

La Inquisición y la política española actual

El origen del poder parece ser la preocupación dominante de la trayectoria cultural y profesional de José Antonio Escudero. Pero ¿por qué -es nuestra primera pregunta- ese interés por la Inquisición?- Me interesa la Inquisición porque es un tema fundamental en la Historia Moderna de España. Lo que fue el Tribunal de la Inquisición explica muchos aspectos de lo que fue la vida política, la vida religiosa, el mundo de la cultura y de las ideas en la España moderna y su herencia sobre la contemporánea. Estudiar la Inquisición no consiste en estudiar unos Tribunales y unos procedimientos administrativos.

En la medida en que una persona que ocupara cargos públicos estaba condicionada a demostrar su limpieza de sangre, la Inquisición, repercutió seriamente en el aparato político. Además, aún siendo un tribunal eclesiástico, fue utilizado por el poder civil como un instrumento de poder y control. Me llamó la atención que un país que durante una etapa anterior a la inquisitorial había destacado por la convivencia entre judíos, moros y cristianos, cuando en otras zonas de Europa esa convivencia suponía conflicto, se transformase en una situación como la que constituye el marco de la Inquisición. El control de la ortodoxia de las conversaciones cuando estas comenzaron a producirse masivamente fue el factor desencadenante de la actividad inquisitorial. Tras la expulsión de judíos y moros, aparece el Tribunal de control de esas conversaciones, que según se decía, no eran auténticas.

- Pero el Tribunal de la Inquisición derivó rápidamente hacia otras funciones...

- Es la dinámica del poder: su propio sistema burocrático y la potenciación que dieron al Tribunal los reyes, aumentaron su poder. En el siglo XVI, la Inquisición creada para el control de esas supuestas falsas conversiones, comienza a entender en una serie de cuestiones: la bigamia, la brujería, las censuras de libros... con lo cual desbordó su planteamiento inicial.

- El desarrollo de los instrumentos de poder y control parece ser en su obra, una preocupación dominante...

- Me interesa la historia de los órganos del Estado, de la Administración Pública. En la actualidad preparo un libro sobre la Historia del Consejo de Ministros en España. Esa preocupación la comparto con el tema inquisitorial. Respecto a la Inquisición a mí me parece que la mejor historia que se ha hecho es la publicada por Lea, en Estados Unidos. Son cuatro volúmenes redactados hace tres cuartos de siglo. Pero es necesario ampliar los estudios y rehacerlos. Debiera haber un Instituto que aglutinara a todos los investigadores en la materia de modo que se pudiera volver a escribir una historia completa de la Inquisición. Se necesitaría una Fundación que facilitase una investigación en grupo con la participación de juristas, teólogos, moralistas, psicólogos, economistas... Es muy de considerar la dimensión económica del tema. La Inquisición vivía en exclusiva de la confiscación de bienes de la gente sometida a sus procesos. Habría que precisar si la Inquisición se movió sólo por cuestiones de ortodoxia o si, como tenía que mantenerse, inició muchos procesos dirigidos fundamentalmente a gente rica.

- La Inquisición, como órgano de poder ¿qué supuso en la vida intelectual española?

- Hay mucho que investigar en ese campo. Es muy interesante el viejo problema que discutió, entre otros, Menéndez Pelayo sobre la posible influencia de la Inquisición en el desarrollo de la libertad de los intelectuales, como obstáculo a la libertad de pensamiento y al progreso de la cultura y la ciencia. Menéndez Pelayo negaba esa influencia negativa afirmando que cuando la Inquisición actuaba, vivían y escribían Teresa de Jesús, Cervantes, Fray Luis de Granada, Lope de Vega. La Inquisición española, por ejemplo, no persiguió el desarrollo de las ciencias experimentales: física, matemáticas..., a diferencia de otros países donde fueron posibles casos como el de Galileo. La cuestión de la brujería, por ejemplo, que en Alemania llevó a la hoguera a multitud de personas, en España se tomó como una cuestión poco seria.

Dogma y dogmatismo en España

- La preocupación máxima, pues, de la Inquisición española fue el dogma ¿no?- Las desviaciones dogmáticas eran en efecto la preocupación dominante de la Inquisición. Habría que averiguar de dónde viene esa raíz española de intolerancia según la cual resulta difícil en este país compatibilizar la creencia de estar en posesión de la verdad con el respeto a la fe libre de los demás. Y en definitiva, el valor de la fe y de las creencias arrancan de la libertad para creer. Además en España esta cuestión siempre se ha politizado. Por el desarrollo histórico habido, el Estado asumió la tarea de proteger y tutelar a la Iglesia, con lo cual se llegó a una confusión de las realidades temporales y las espirituales, confusión de la que aún nos estamos intentando deshacer hoy día. La herejía ha sido entonces, sinónimo de delito.

- ¿En otros países no ha sucedido también así?

- Desde luego. En otros países han sucedido cosas parecidas. Pero aquí se ha vivido la Revolución francesa con retraso. Cosas que hoy intentamos superar ya están resueltas en esos países. En los siglos XVI y XVII la intolerancia no era privativa de España. Francia, Italia, Suiza, Alemania, Inglaterra, dieron muestras de intolerancia religiosa, tanto católica como protestante.

- Eso nos lleva entonces a lo que podríamos considerar el núcleo del problema español, el núcleo de la intolerancia española ¿cuál es?

- El problema español no es tanto un problema de incapacidad ontológica o existencial sino un problema de pérdida de ritmo. España no es diferente sino que perdió el ritmo de la evolución de Occidente.

- ¿Y esa España eterna que no se sabe exactamente si se opone al cambio por miedo o por defender algo realmente valioso? ¿Dónde está la frontera entre la defensa de los valores y el oscurantismo intolerante que también es tradición de España?

- Yo creo plenamente en muchos de esos valores asumidos por la España tradicional pero no creo en la ganga. Creo también en una España integradora de todos los valores que surjan al aire de la libertad... En una España donde nadie asuma las funciones de censor, donde se respete el pluralismo religioso, las libertades personales y en definitiva se respete al hombre. Considero que en la España ortodoxa y oficial hay valores de primera clase, a la hora de ponderar nuestra historia. Pero, y eso debiera entenderlo la extrema derecha, nadie puede erigirse en intérprete único de la historia española. Deben entender que algunos de esos valores heterodoxos que ellos denuncian son también de primera magnitud en nuestra historia. La izquierda española, por su parte, debiera percibir que bajo el esqueleto rígido con el que se presen ricionalismo e pañol, ha habido espíritus muy verdaderos. Lo que necesitaríamos los españoles a la luz de un tema tan controvertido como el de una inquisición que duró tres siglos y medio, sería una inyección de liberalismo y de respeto.

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