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París

Un centenar de exiliados ocuparon Notre Dame

La jornada caliente de ayer sábado para los refugiados políticos españoles sin pasaporte, dio como resultado un herido de consideración, a causa de un porrazo que le abrió la cara, propinado por un policía y a varias contusiones leves. El herido fue atendido en un hospital y después, devuelto a la comisaría de policía del cuarto distrito de París.

Ya lo habían anunciado el lunes último, los exiliados, con el fin de apurar la entrega de pasaportes, se congregaron delante del Consulado general de España en París. A las once de la mañana, se reunieron entre 120 a 150 personas. El consulado estaba completamente tomado por la policía francesa y la delantera del edificio consular, vallada.Una comisión de los exiliados se entrevistó con el comisario de policía, que negó la entrada al grupo. Uno de ellos fue autorizado a entrevistarse con un funcionario español del consulado quien, de parte del cónsul general explicó: «el cónsul está dispuesto a recibirlos, la semana que viene, pero uno por uno, previa cita». Los refugiados interpretaron tal actitud como una medida destinada a evitar la ocupación del edificio, hecho que ya ocurrió el sábado último.

El grupo de exiliados inició una manifestación a lo largo de la calle Malesherbes gritando, «amnistía, no perdón, ni uno solo en prisión», y también «Amnistía sin recorte, para todos pasaporte». Minutos después la policía dispersó el cortejo. De antemano, los refugiados habían decidido reunirse en la catedral de Notre Dame si no eran admitidos en el Consulado.

Alrededor de mediodía todos ellos se encontraban delante dé la catedral, muy visitada en estos momentos por los turistas subieron en grupos hasta el último corredor que une las dos torres de la catedral. Aquí izaron una bandera republicana y una pancarta en la que se leía: «Amnistía total y pasaporte para todos». Gritaron los slogans en favor de la libertad y la amnistía, cantaron La Internacional. La ocupación duró aproximadamente tres cuartos de hora. La policía llegó en autocares y, ya en el corredor donde se encontraban los refugiados políticos españoles, se estableció un diálogo. Los exiliados propusieron abandonar la catedral pacíficamente y dispersarse, a condición de que ninguno de entre ellos fuera detenido. La policía exigió cuatro responsables. «Aquí no hay responsables», respondieron. Y, por fin se les dejó bajar las escaleras: pero ya en la calle, a porrazos, 23 mujeres y 36 varones fueron introducidos en un autocar de la policía. Aquí fue donde cayó herido un muchacho, que no había subido a la catedral, pero desde abajo gritó «Libertad, amnistía».

Cuando ya había desaparecido el autocar, un periodista interrogó a un policía de servicio sobre lo ocurrido: «¿Usted se da cuanta de lo que están haciendo estos desgraciados?» Estropear la catedral más bella del mundo, que vayan a España a hacer lo que les dé la gana». El periodista: «Eso es lo que ellos desearían, pero no les dan pasaporte». El policía: «Eso es cierto también, pero Francia es un país libre». Un turista inglés se aproximó e intervino: «Si ahora, en España, con Juan Carlos, ya hay libertad para todo».

Entre tanto, los 59 fueron transportados a la comisaría del cuarto distrito parisiense, y en el interior de la misma permanecieron durante tres horas y media. A cada uno de ellos le exigieron su documentación, para, según manifestaron después, ser fichados. Sus gritos, pidiendo la amnistía se repitieron, en algún momento alertaron, «tenemos hambre».

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Pasado algún tiempo, los exiliados, por grupos de cinco, quedaron en libertad. Primero, las mujeres. A última hora de la tarde, todos habían sido liberados.

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