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Paco Camino se "entrena" en Toledo

La corrida de ayer en Toledo era la que el gobernador civil suspendió el día del Corpus. Bueno, no exactamente: los toros eran otros. Estos galaches de ayer eran los que la empresa había traído entonces para sustituir a los rechazados torrestrellas. Oímos decir en aquella ocasión que se trataba de un corridón de toros. Lo escuchamos con el escepticismo que la experiencia dicta. Y efectivamente, de corridón, nada; si acaso, corridín. Entre los galaches de ayer, que además tuvieron que ser remendados, hubo de todo: seriecitos,- como los dos últimos; pequeñitos, como el tercero y el cuarto -este se salvó porque tenía un pelojabonero claro, casi ensabanao, que era una preciosidad-; inválidos, como ése mismo tercero, que fue devuelto al corral; más inválidos, como el sobrero, que además salió con una cornada reciente en los ijares, y fuertecitos, como el quinto, que se permitió desmontar al picador.Para el toreo valían todos. A Paco Camino, además, le correspondió el jabonero, que era pieza ideal para ponerse a punto. Había estado hábil el sabio señor en el primero y en el cuarto estuvo en plan de entrenamiento, pero además, torero. Ya podría, con aquél, dije. Bien, pero el dije era gazapón y se le quedaba parado ante la tripita. Parte del público creyó por esto que era un toro asesino y de aterrorizado pasó a estupefacto cuando Camino que consintió mucho y tomó muy bien las distancias llegó a quitarle el gazapeo, a encelarle y a cuajar una tanda de naturales y otra de derechazos que fueron un primor.

Ayer se lidiaron en Toledo cuatro toros de Francisco Galache y dos de Pio Tabernero para Paco Camino (palmas y oreja), Angel Teruel (silencio y dos orejas) y Niño de la Capea (silencio y algunos pitos)

Los toros, muy desiguales de presentación, dieron juego.

Esto ya valió por toda la corrida. Pero además vimos a un Teruel muy puesto, en el tono con que lleva toda la temporada, tan pésimo banderillero como siempre, incapaz de hacer con su primero, que gazapeaba también, lo que luego haría Camino, pero preciso y pulcro en una faena redonda al noble quinto -el fuertecito que decíamos- en la que, como siempre ocurre con este toreo, faltó inspiración, tanta cuanto sobraron esos empalagosos ademanes, ese caminar premioso que afea y hasta llega a hacer aburridas las actuaciones de este diestro. Triunfó, no obstante, y triunfó bien.

Quien no pudo triunfar, en cambio, pese a sus buenos deseos, fue el Niño de la Capea.

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