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Ampliación del cerebro humano

Nuestro país presencia la silenciosa, pero eficaz revolución de los ordenadores. Los pequeños instrumentos que los avances en la técnica del siglo XVII y el genio matemático de un hombre que creó un álgebra nueva, G. Boole, hicieron posible; son hoy las grandes herramientas de trabajo en nuestras fábricas, en los bancos, en la construcción, en la Administración. en la ciencia y la investigación.En cuarenta años han pasado tres generaciones de ordenadores: Los primeros, con tubos de vacío y relés electromagnéticos permitieron en los años 30 más de mil sumas por segundo. La segunda generación es la que hizo posible, en el año 1960, ordenadores transistorizados con memoria de ferritas, que en un decímetro cúbico albergan más de un centenar de componentes y nos dan 100.000 sumas por segundo. Estos ordenadores de la segunda generación utilizan como memoria, en forma masiva, esas cintas magnéticas que vemos girar ya en tantos lugares de nuestra vida cotidiana. La tercera generación de los ordenadores ha salido al mercado en el año 1965. Empleando circuitos integrados, se pueden instalar varios miles de elementos de un decímetro cúbico.Así se logran instrumentos que efectúan millones de sumas por segundo.

Habrá quien se pregunte ¿para qué sumar tanto?, ¿para qué sumar tan deprisa? La clave de esa respuesta la tiene precisamente ese matemático que fue Boole y que con un álgebra sencilla lo reduce todo a un sí o a un no. La mente humana, cada vez que resuelve un problema, va recorriendo un camino de pequeñas opciones, va escogiendo continuamente una entre dos posibilidades. Esto mismo es lo que hace el cerebro electrónico.

La matemática de Boole trabaja con un sistema binario en el que no existen más que dos números, dos signos, el uno y el cero. Cuando empezamos a contar, diremos entonces; cero, uno..., y después combinamos el uno con el cero para escribir el símbolo 10. A continuación vendría el 11, y así sucesivamente. Estas serían los signos de los 10 primeros números en el sistema binario:

1 = 1, 2 =10, 3 = 11, 4 = 100, 5 = 101, 6 = 110, 7 = 111, 8 = 1000, 9, = 1001, 10 = 10 10. Si una cantidad tan pequeña como el 10 requiere cuatro cifras para ser representada en el sistema binario, imaginemos qué cantidad de cifras se requieren para escribir números del orden de millares o millones. Si todas las partes de cualquier proceso, desde un cálculo en el descenso del Vikingsobre Marte hasta la averiguación de si un individuo tiene antecedentes penales o policiales, o desde un problema de tráfico hasta las previsiones de una operación económica de inversión, se quieren reducir a números, y si es necesario trabajar en el sistema binario, habrá que hacer muchas sumas y muchas operaciones lógicas para conocer el resultado rápidamente, más rápido que la mente.

Los ordenadores, gracias al álgebra de Boole, abren la mente humana a posibilidades de desarrollo muy superiores a los de cualquier individuo o grupo aislado. Añaden materialmente más neuronas a nuestra mente, y el cerebro humano, que es ya el más desarrollado de los cerebros que existen en la biología terrestre, adquiere posibilidades casi ilimitadas.

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