La vida política italiana, paralizada por las vacaciones
Con el Ferragosto o las ferias de agosto, en la semana del 15 al 22 los 8.000 kilómetros de costa italiana se ven poblados por un hormiguero variopinto de 55.000 a 60.000 bañistas por kilómetro cuadrado.
Este año la gente cumple su rito, como siempre. Poco importa que Francia con la crisis dé su franco deje de comprar a Italia, o que en septiembre los sueldos sean congelados. Los italianos escapan, huyen, se esconden, se retiran. Sobre la opinión pública pesa a última hora la amarga impresión de la hecatombe de los palestinos deTall Al Zaatar, la fortuita tragedia de nube tóxica de Seveso. La Italia pasional de la muchacha de diecisiete años violentada por cinco gamberros, de Silvana, una bedel de escuela, cuarenta y cinco años, que escapa con el amante, un profesor de Lenguas, y simula un secuestro, los recuerdos históricos de la Torre de Pisa. que cumple ochocientos tres años: el muro de Berlín, que tiene quince años.
En Roma, el único que no va de vacaciones es tradicionalmente el ministro del Interior o de Gobernación, Francesco Cossiga. A final de mes marchará a su nativa Cerdeña. A Cerdeña, a Stintino, frente a la isla Piana, propiedad de su familia, se ha marchado ya el líder comunista, Enrico Berlinguer. En la sede del partido se ha tenido una reunión de secretarios regionales y de federación, para preparar las batallas de septiembre.
Andreotti, el primer ministro, también se ha marchado a Badgastein en Salisburgo, Austria, donde está su familia, pensando en que tiene que volver el 19 a Roma para asistir a una misa en memoria de De Gasperi y en los plazos fijados a su programa que quiere respetar a toda costa. El secretario democristiano Zacagnini se va a sus montañas de Modena y los viejos líderes, como Pletro Nenni y Giusseppe Saragat han cambiado este añoel valle de Aosta por Crans sur Sierre, en Suiza.
Con un balance político a las espaldas de dos crisis de Gobierno y unas elecciones anticipadas, ni Andreotti ni sus rivales políticos pueden reposar sin pensar en proyectos, programas, y sobre todo promesas.
Antes del 3 de septiembre, los ministros tendrán que hacer sus propuestas para realizar el programa. Socialistas, democristianos y socialdemócratas tienen conciencia de que el Gobierno es provisional y, se preparan aunque no sepan con exactitud para qué. Los socialistas convocarán congresos provinciales para verificar la aceptación de la nueva Secretaría. Los democristianos tendrán una conferencia sobre organización y un seminario de estudios para diputados. Los socialdemocráticos tendrán que nombrar en primer lugar secretario. Los comunistas aprovecharán sus Festivales de L'Unita, con que potencian la tirada de su diario, para explicar a sus gentes porqué sus líderes se han abstenido en el Gobierno Andreotti. Matan así dos pájaros de un tiro o unen lo sacro con lo profano.
Una polémica política sobre el compromiso histórico ha cerrado meses y meses de tensión. El jefe de los diputados democristianos, Flaminio Piccoli, ha replicado al profeta republicano, La Malfa, en una entrevista televisiva, afirmando que «no ve en el horizonte el tal compromiso de democristianos con comunistas». Piccoli es un hombre político importante, entre bastidores, el que ha negociado el nombramiento de Pietro Ingrao y otros comunistas como presidente de la Cámara y de otras comisiones parlamentarias.
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