París cree que los Estados Unidos intentan preservar el monopolio atómico
Además de los 42 guardaespaldas personales y de los 100 policías franceses que su descanso, durante cinco días en Deauville desde ayer noche el secretario de Estado norteamericano, Kissinger contará también, con la escolta de una opinión francesa «asombrada». Su intervención ante el presidente de Pakistán, Ali Bhutto para que rescinda su contrato Firmado con Francia para la compra de una fábrica nuclear, continúa dando lugar a críticas severas. Parece va cierto que, Bhutto, en principio, se negó a plegarse a la exigencia de Kissinger, que le amenazó con retirarle 380 millones de dólares de ayuda, va convenidos para los próximos tres años. Las autoridades francesas también se han «conmovido». Ayer, el Ministerio de Asuntos Exteriores convocó el encargado de negocios norteamericano, para pedir explicaciones. En estos medios se declaró que, «Francia, en este asunto, ha respetado la reglamentación internacional».A última hora se supo ayer, que Kissinger había telefonedo al ministro francés de Asuntos Exteriores. Sauvagnargues. La conversación fue «amistosa». El «suspense». en consecuencia, continúa. Pero las últimas declaraciones de Kissinger, anteanoche, al salir de Lahore. capital de Pakistán, dejaron entrever la dimensión «retorcida» de la cuestión.
«Las discusiones entre amigos»
«Las discusiones entre amigos pueden ser complejas». afirmó Kissinger a los periodistas, al terminar su entrevista con Bhutto. Y añadió que de todas maneras «los Estados Unidos están dispuestos a seguir discutiendo el asunto, para evitar una confrontación».A su juicio, el acuerdo entre Francia y Pakistán estipulaba garantías válidas en aquel momento, «pero inspiran dudas actualmente». Sobre la eventual suspensión de la ayuda a Pakistán, si compra la central nuclear a Francia, el secretario de Estado consideró «inapropiadas las especulaciones sobre el futuro». Quizá conviniese recordar que en octubre próximo. habrá elecciones en los Estados Unidos, que, de ganar los demócratas, el señor Kissinger pasaría a la reserva.
En París se sigue pensando que los americanos intentan preservar el monopolio atómico, actualmente en sus manos y en las de los soviéticos, y esto, por razones económicas y también políticas. Es cierto que los «vendedores» actuales de centrales nucleares (RFA, Canadá, y Francia) son aliados tradicionales de Washington, pero la multiplicación del equipo nuclear, a no muy largo plazo, se estima podría poner en entredicho el equilibrio mundial asegurado actualmente por los dos grandes.
El peligro de la proliferación nuclear que usan como argumento los norteamericanos, no es incierto: en este momento sólo siete países poseen todos los elementos necesarios para cerrar lo que se llama el ciclo nuclear: USA, URSS, China, Francia. Gran Bretaña, India y, quizás, Israel. El «inconveniente» último de este cielo nuclear consiste en que de las «cenizas» de las centrales nucleares se obtiene el plutonio, con el que se fabricaba bomba atómica.
Con menos de diez kilos se puede hacer el terrorífico «hongo»; y se estima que una central nuclear pequeña, de 500 megawatios (la vendida a Pakistán por Francia es de 600) produce 120 kilos de plutonio al año. Según estadísticas de Finales del año último, en el mundo existían 180 centrales nucleares, que ya produjeron 25 toneladas de plutonio.
De aquí a 1980 se ha previsto la instalación, en el mundo, de 401 centrales nucleares, que producirán 350 toneladas de plutonio. Este metal, como es sabido, necesita 24.000 años para perder la mitad de su radiactividad. Es decir, la única manera de deshacerse de él consiste en fabricar bombas atómicas.
Este aspecto del problema de la proliferación nuclear nadie lo olvida. Pero «el juego de los dos grandes ya no corresponde a un mundo en el que el don de la palabra y de la creación se concede a todos. A salvo, naturalmente, de que. exceptuados los Estados Unidos y, URSS, todos los demás países entren en la región del subdesarrollo».
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