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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gobiernos y grupos de presión

EL MINISTRO de la Presidencia, señor Osorio, ha mantenido en recientes declaraciones a La Vanguardia que «no significa nada» la presencia en el Gobierno de cinco miembros de la Asociación Católica de Propagandistas, «entre otras cosas porque en la Asociación existe un serio pluralismo político».Nadie podría asegurar que la ACN de P es hoy la misma que en los tiempos en que don Angel Herrera pretendía influir en los rumbos de la vida pública sirviendo inicialmente de centro polarizador de la unión política de los católicos y, más tarde, de cantera de hombres de Gobierno y colaboradores del régimen. Pero de ahí a afirmar que no significa nada la presencia de cinco miembros de la asociación en el Gobierno hay un largo trecho. En política las significaciones son siempre objetivas y, objetivamente, el nuevo Gabinete se define precisamente por el hecho mismo al que el ministro quiere privar de sentido político. El argumento empleado por el señor Osorio es idéntico al manejado por los gobiernos tecnocráticos para desmentir su homogeneidad y la consiguiente importancia de la vinculación de varios de sus ministros al Opus Dei. Y, sin embargo, la realidad de los hechos terminó por imponerse y por conferir un sentido muy concreto a la presencia de socios y simpatizantes de la Obra como titulares de numerosos cargos públicos, en la escena política española de los últimos quince años. No hacemos aquí un juicio de valor. Nos limitamos a reflejar una realidad que figura ya en los más recientes estudios de historia contemporánea de España.

Por otra parte, el ministro de la Presidencia parece atribuir al concepto de pluralismo político -rasgo que, según el señor Osorio, caracteriza a la ACN de P- escaso alcance. La mera diversidad de tendencias ideológicas o de corrientes internas en el seno de un grupo o asociación no es punto de apoyo suficiente para sostener, con el rigor mínimo exigible, la existencia de un auténtico pluralismo político. Sería difícil negar la homogeneidad básica que subyace en la ACN de P. El cuadro de sus dirigentes y la personalidad pública de los hombres que controlan los instrumentos de poder e influencia de la asociación así lo corroboran. Están todos cortados por el mismo patrón y su significación política es similar. Toda asociación, grupo o partido, es siempre un cauce de armonización de intereses diversos sobre la base de unos presupuestos fundamentales comúnmente aceptados por todos. De lo contrario, la asociación como tal no existiría y lo cierto es que existe. ¿Por qué negarlo entonces?

El pluralismo es algo muy distinto de la simple e inevitable diversidad interna. Es, ante todo, un hecho social que los regímenes democráticos elevan a la categoría de principio por medio del reconocimiento de todos los partidos políticos y la participación en las decisiones públicas y en la elaboración de la legislación de los grupos defensores de intereses legítimos.

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Cuando los partidos políticos no funcionan a la luz del día, dominan la escena los grupos de presión. Grupos que, por cierto, operan siempre, aunque en las democracias pluralistas no puedan ejercer el papel preponderante.

Los grupos de presión no son necesariamente adversos a una sociedad democrática. Pero carecen de contraste electoral y, con excesiva frecuencia, huyen de la transparencia informativa. En ocasiones, sus sistemas de trabajo, sus objetivos o sus intereses no les permiten el contraste con la información pública. Tanto más cuando esos intereses son a veces de orden meramente material y vinculados, en ciertos casos, a grandes corporaciones transnacionales. No faltan ejemplos en nuestro suelo.

Lo que resulta paradójico y en el fondo contradictorio, es que el propio ministro de la Presidencia, en las mismas declaraciones que comentamos, afirma rotundamente la unidad del Gobierno (en los regímenes democráticos no se suelen hacer afirmaciones de esta índole, ni siquiera cuando los gabinetes están formados por militantes de un solo partido) y reconoce, aunque sea como pura coincidencia, que varios ministros del actual Gobierno son amigos políticos suyos.

Si vamos a la democracia, conviene desde este mismo momento emplear los conceptos con rigor y decir las cosas como son. Nadie va a escandalizarse por ello.

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