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José Ramón Encinar: música de hoy para versos del pasado

José Ramón Encinar cuenta entre lo más significativo de las últimas promociones españolas. Madrileño, nacido en 1954, su formación ha sido larga y varia. Tras sus estudios en España con los profesores Miguel Angel, José Tomás (guitarra), Martín Porrás (percusión), García Asensio (dirección), Genoveva Gálvez (música antigua), Cristóbal Halffter (composición) y Gerardo Gombau (análisis), marchó a Italia para trabajar con Franco Donatoni que, más tarde, lo llamará a su lado como adjunto en la Academia Chigiaria de Siena. La estancia en dicho país dio ocasión a Encinar para entrar en contacto con figuras tan interesantes e incitadoras como Metzger, Globokar y Luciano Berio.Pero la simple alusión al curriculum no nos da una idea de la personalidad de Encinar, hombre pausado e inquieto, dado a la investigación, el estudio y la práctica interpretativa, terreno en el que cuenta, desde 1973, con la excelente labor realizada al frente del Grupo Koan. Hombre de su tiempo se muestra siempre generoso con sus compañeros de generación y así la lista de estrenos llevados a cabo por Encinar es ya larga e inteligentemente selectiva. Por otra parte, estamos ante un compositor nato con tendencia a la expresividad, si bien se trata, en todo caso, de responder a motivaciones afectivas muy personales lo que deriva en una originalidad de fondo antes que en un cultivo de ciertos modos sorpresivos que, con frecuencia, acaban convirtiéndose en lo que el propio compositor denuncia como peligro de automanierismo.

Conciencia autocrítica

Espíritu crítico -por instinto y por saber-, no obstante su juventud, Encinar ha sometido a estrecho autoanálisis su propia evolución estética. Estaría marcada por una serie de fases. La pfimera, en mucho condicionada por el rigor de las enseñanzas de Donatoni, incluiría el Quinteto número 2, el Homenaje a Cortázar e Intolerancia. La segunda, flexionada hacia un orientalismo libre se acusa en Abhava, Yantra y Sanadhi. La fase tercera, vista por Encinar como de transición y resumen de anteriores experiencias, carga su primera valoración sobre Tukuna y su segunda, es decir la resumidora, sobre Cum Plenus Forem enthousiasmo, presentada por RNE en la Tribuna Internacional de Compositores, de París. La tercera fase es apresada por Encinar desde una serie de datos positivos y negativos, a saber: referencias históricas a diversas formas; desconfianza en los nuevos recursos tanto instrumentales como compositivos; rechazo de lo extramusical; desinterés por el resultado sonoro que ha de ser asimilado por el oyente y muy grande por el concepto, código y método de composición. En fin, huida de cualquier tipo de «automanierismo» (ver Reseña, número 93, marzo 1976). A tal período pertenecen Di quella pira, El aire de saber cerrar los ojos, L'Invicto op. 10-Aria de concierto.

Músico de tan aguda consciencia atisba inmediatamente algunos principios fundamentales que determinarán en buena parte su actitud estética. «Creo que es la primera vez -declara el, autor- que de forma manifiesta se admite que para componer hoy no hace falta ser armonista, ni contrapuntista ni un perfecto compositor tradicional; el conocimiento de tales disciplinas, formas y estilos es tan necesario como pueda serlo para un escritor saber quién fue Góngora, pero sería absurdo hacerle escribir en perfecto estilo culterano».

Por gracia y galanía

Desde tal postura de equilibrio, con la fuerza de un trasfondo musical culto -saber con exactitud quiénes fueron y cómo actuaron los maestros del pasado inmediato y remoto-, Encinar llega a manifestarse con autonomía responsable sin entregar al azar nada más que ciertos movimientos instintivos sin los cuales resulta difícil un arte natural. Deberíamos añadir que el aludido y necesario bagaje no se compone sólo de saberes rnusicales sino de cuantos conforman el entorno cultural del que es hijo, en cada tiempo, la expresión musical.

Cuando la Comisaría de la Música encargó a Encinar una obra con destino a la VII Semana Polifónica y Organo, de Avila, nuestro músico partió de tres manifestaciones poéticas del mejor pasado español: lo amoroso a través de los versos de Francisco de Aldana; lo jocoso, sobre texto de Baltasar del Alcázar y lo místico, apoyado en San Juan de la Cruz. La sombra de Victoria, que se alza sobre las semanas abulenses, no ejerció gran presión en el ánimo de, Encinar. Antes bien, prefirió, por una parte, «recordar» estilos más primitivos (italianos y españoles) como punto de partida para alcanzar el lenguaje y emociones absolutamente actuales.

Todos los recursos vocales aparecen en Por gracia y galanía y si en cada caso pueden llamar la atención este o aquel procedimiento, por la lógica con que se resuelve, lo más importante es el clima expresivo conseguido a través de medios depurados. El espíritu de los versos informa la música de manera que la no clara inteligibilidad del texto nunca impide la identificación del contenido sonoro. Por gracia y galanía es un doble concepto que utiliza fray Tomás de Santa María en su Libro llamado arte de tañer fantasía y, a la vez, virtudes precisas a la hora de desarrollar las glosas.

Declara Encinar su propósito de rendir en su última obra homenaje a nuestra música renacentista. Lo cumple honda y entrañablemente desde un estilo madrigalesco reconocible en sus esencias y heredero en sus formas y estilos. Proceso asimilativo -o si se quiere, evocador- que termina en la toma de conciencia por parte del compositor. Su trabajo posterior, tan bella y precisamente realizado, es asunto no sólo personal sino de pleno de matices singularísimos. Obra, Por gracia y galanía llamada a convertirse en repertorio, sus primeros intérpretes, The London Oratory Choir, la han puesto en circulación desde una fidelidad y un perfeccionismo ejemplares. La música española se ha enriquecido con esta página fiel a su raza, cultivadora de un estilo y proyectada hacia el futuro a través de un lenguaje propio tan apurado en su lirismo como negado a la retórica. Encinar ha obrado de modo adivinatorio al crear la música que nuestros renacentistas crearían para Avila si fuera factible su existencia actual.

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