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Una declaración prometedora

Si los propósitos y las promesas del Gabinete Suárez se cumplen, bien puede perdonársele el haber tenido a la opinión expectante y haber mandado a dormir a los españoles anoche sin que la televisión anunciara -contra lo prometido- el programa gubernamental.Dijimos en su día, y no tenemos empacho en reiterarlo, que serán los hechos y no las palabras quienes avalen o no la gestión del Gobierno. Decimos hoy también, sencilla y claramente, que la declaración del Gabinete nos parece acertada y prometedora: un programa ambicioso de convivencia en el que apenas sólo es preciso despejar las sombras de los límites a la amnistía, que deben ser los mínimos, de modo que se logre una auténtica pacificación en el País Vasco, según pedíamos en nuestro editorial de ayer mismo.

Un programa como el anunciado merece más reposado juicio, que este inicial, escrito a la vuelapluma de las cuatro de la madrugada. Digamos, como primera impresión, que la declaración, curiosamente, es más ambigua en lo económico que en lo político. Digamos también que hay todavía unas cuantas contradicciones en la vida cotidiana con los proclamados deseos del Gabinete: por ejemplo, limitaciones al derecho de reunión y prohibición de manifestaciones en solicitud de una amnistía que ahora, el propio Gobierno, solicita.

La democracia, desde luego, no es una conquista fácil. Ni le va a ser sencillo cumplir al Gobierno sus promesas. Desde estas páginas vaya nuestra convicción de que la gran mayoría del pueblo español estará dispuesta a colaborar en un programa que ayude a construirla. Pero sin reticencia alguna debemos añadir que las palabras sin obras están muertas. El Gobierno ha hablado bien. Ahora debe obrar en consecuencia.

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