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Montreal 76

España hizo ayer su entrada oficial en la Villa Olímpica

La bandera de España ha sido izada en la Villa Olímpica, junto a las de Ecuador, Haití, Nicaragua y Tchad. El himno español, en presencia del embajador, del delegado de deportes y de una representación de participantes, en la que fundamentalmente había atletas y boxeadores, ha sonado por vez primera en Montreal, y habría que decir que también la última, porque naturalmente no se espera que el oro llegue a las manos de nuestros representantes, aunque cabe la posibilidad de que la plata y el bronce consuelen el esfuerzo de los últimos cuatro años.

La ceremonia protocolaria se ha desarrollado a las diez de la mañana, y se ha iniciado con un parlamento de bienvenida del alcalde de la Villa Olímpica, que ha deseado a todos, éxitos y sobre todo el comportamiento familiar y entrañable que se espera de los deportistas Olímpicos.Mientras la Villa Olímpica vivía sus habituales horas de preparativos, el Comité Olímpico Internacional se reunía una vez más para tratar el tema de Taiwán, cuya última posibilidad de participación está cifrada en el desfile bajo el nombre de Taiwán, pero con su bandera y su himno. Se estima en estos momentos que los representantes de Formosa, algunos de los cuales han podido llegar a Kingston con pasaporte norteamericano, renunciarán a esta fórmula y acabarán por regresar a su país.

El ambiente de las delegaciones olímpicas sigue siendo en general contrario a la decisión de las autoridades canadienses, puesto que estos casos se han producido en otras ocasiones, y siempre se han resuelto de modo satisfactorio. El jefe de la misión española, Anselmo López, y el presidente del Comité Olímpico mexicano, han recordado a consecuencia del problema Taiwán, el que pudo haberse presentado hace ocho años y que fue resuelto de manera convincente para las partes implicadas. España estuvo en México bajo su bandera y su himno, a pesar de no tener relaciones diplomáticas, y la embajada de la República en el exilio fue cerrada durante la celebración de los Juegos. En México se produjo una amable convivencia entre deportistas y exiliados, y hasta se dio el caso de que el centro español ofreció una recepción a los participantes. En aquel centro republicano estuvo el duque de Cádiz, y el famoso internacional de fútbol Luis Regueiro fue protagonista de la anécdota de la recepción al saludar al infante y confirmarle de entrada su acendrado republicanismo.

El caso Taiwán no ha podido salvarse, porque el Gobierno canadiense se ha mostrado inflexible desde el primer momento, con lo que ha roto su compromiso de admitir los condicionamientos del Comité Olímpico Internacional. Canadá firmó su primer compromiso en 1969, y desde entonces hasta el momento de celebrar los Juegos, no había puesto el mínimo inconveniente. Se ha dado incluso el caso de tramitar toda la documentación de los representantes de Formosa. En Taiwán se recibieron las acreditaciones de los participantes al mismo tiempo que llegaron a todas las naciones del mundo.

Canadá no sólo ha querido evitar el conflicto con una nación a la que reconoce, como es la República Popular China, sino que además ha tomado toda clase de medidas tendentes a evitar cualquier incidente similar al de Munich. Tal y como se había anunciado, se han cumplido toda clase de trámites burocráticos para evitar la entrada en la Villa Olímpica de cualquier persona no identificada.

Los periodistas tenemos que dejar nuestra acreditación en una oficina especial, en la que se facilita un pase de entrada si previamente la delegación a la que vamos a visitar ha notificado su visto bueno. Hay dos registros provistos de detectores antes de llegar a la Villa y resulta poco menos que imposible obtener un pase diario.

El peligro de suspensión de los Juegos ha pasado, porque los Estados Unidos, pese a la presión ejercida en días anteriores, no han confirmado su retirada. Todo tiende a regularizarse, salvo el caso de Taiwán. De cualquier manera, se observa que la organización canadiense, preocupada fundamentalmente por las medidas de seguridad, ha quedado desbordada por el complejo mundo olímpico.

Sólo Ladislao Kubala refleja tristeza en su rostro. En la representación española, en cambio, existe el optimismo natural previo a la suma de derrotas. Kubala no es el hombre de siempre, porque está esperando que de un momento a otro le comuniquen desde Hungría el fallecimiento de su madre, aquejada de una enfermedad incurable. Kubala estuvo en Hungría para verla, con la ilusión de que la intervención quirúrgica aliviaría su situación. La operación fue imposible, puesto que la prospección directa en el quirófano aconsejó abandonar todo intento. La delegación española se ha preocupado por el tema y trata de levantarle el animo a un hombre que por naturaleza es siempre extrovertido y forjador de ilusiones.

La selección de fútbol, llamada en España «la dolorosa», ha comenzado a formar parte de las esperanzas de estos Juegos. Mañana inicia su andadura en Sehrbrook frente a Zambia y se confía en que en el partido siguiente contra Brasil se consiga el pase a la fase final.

Optimista es el entrenador de atletismo, Pascual Piqueras, que espera mucho de Antonio Campos, al que ve capacitado para colocarse entre los cinco primeros en la prueba de los tres mil metros obstáculos. Optimistas son los componentes del equipo de relevos rápidos, cuya reciente victoria en Zurich sobre americanos, alemanes democráticos y suizos les ha convencido de que son capaces de mejorar de nuevo la marca nacional. García López cree que el trabajo realizado hasta ahora para mejorar la técnica del relevo, les dará frutos superiores a los de Munich, en donde a punto estuvieron de dar la gran sorpresa al mundo, puesto que hasta los trescientos metros figuraron por delante de los estadounidenses.

Lo que sorprende es que una vez más España no se haya decidido a alinear a ningún hombre en las pruebas individuales de cien y doscientos, en las que si no caben ilusiones olímpicas de ningún tipo, sí podía conseguirse la superación del récord español. A veces damos la impresión de que sólo queremos participar en aquellas pruebas en las que es posible la victoria, cuestión que ni el más iluso podría considerar factible.

La prensa canadiense ha dedicado hoy amplios espacios a la llegada por sistema electrónico de la llama olímpica a Ottawa, capital parlamentaria del país. El primer, ministro, señor Trudau, presidió el protocolario acto del que estuvo ausente el presidente del Comité Olímpico Internacional, lord Killanin, que se excusó a causa de su repleta agenda de trabajo. Hay que estimar que la ausencia de lord Killanin tiene un signo de protesta hacia las autoridades canadienses.

Los Juegos Olímpicos de Canadá han tenido un inicio tan conflictivo como los de Munich, a causa de la presencia rodesiana. Esta vez los países africanos, pese a su inicial protesta por el envío de un equipo de rugby neozelandés a Sudáfrica no han planteado su retirada masiva. Hoy, con el desfile inaugural, quedarán zanjados los problemas políticos y todo tenderá a desarrollarse de un modo normal. Sin. embargo, el espíritu olímpico saldrá de Montreal con una media lagartijera bien colocada.

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