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LA DIMISIÓN DE ARIAS

Al llegar a su casa, Carlos Arias no quiso hablar

El ex presidente Arias se negó ayer tarde a recibir a dos redactores de EL PAIS que durante una hora esperaron a la puerta de la residencia «La Chiripa» la llegada del señor Arias Navarro, que se produjo sobre las veintiuna treinta de la noche, poco después de haber finalizado el Consejo de Ministros.

Dos redactores de EL PAIS montaron guardia ante el domicilio del ex presidente Arias Navarro, desde las ocho de la tarde de ayer, hora en la que en «La Chiripa» el personal de servicio y los hombres de la Guardia Civil que cubrían vigilancia en la zona desconocían la noticia del cese.Hasta las nueve de la noche, el movimiento de coches que se advertía en el sector era completamente normal. A las veintiuna horas y cinco minutos, un taxi con matrícula de Madrid depositaba a la puerta de la finca de Casaquemada a doña María Luisa Arias Navarro, hermana del ex presidente de Gobierno, a la que acompañaba su hijo. Veinte minutos más tarde se producía la llegada de un matrimonio, que fue identificado por algunos de los empleados de la casa como los señores de Moral. A esa hora se cerraba el número de visitas que se registraron ayer tarde en la mansión «La Chiripa».

A las veintiuna horas y veinticinco minutos llegaba a su casa, procedente de Madrid, por la carretera de La Florida, don Carlos Arias Navarro. El ex presidente ocupaba la parte trasera de un Dodge, oscuro que conducía un hombre de paisano, al que acompañaba en los asientos delanteros un funcionario de escolta. En otro automóvil Dodge, que precedía al de Arias Navarro, otros cuatro funcionarios armados y vestidos de paisano.

Carlos Arias, al trasponer su coche el umbral de la finca, saludó con un ademán a los hombres de la Benemérita que momentos antes habían franqueado la empalizada de la entrada, al tiempo que rogaban a nuestros periodistas que se abstuvieran de intentar el paso a «La Chiripa». El automóvil del ex presidente de Gobierno se adentró en el recinto de la residencia y llegó hasta el pie de la escalinata que conduce a la fachada principal del chalet. Antes de introducirse en la casa, Arias Navarro departió unos segundos con los policías de escolta y se despidió de ellos efusivamente. A la salida, algunos de los funcionarios comentaron: «Parecía alegre. No ha perdido la sonrisa».

Momentos antes, Carlos Arias se negó a conceder una entrevista a nuestros redactores, únicos profesionales de la información que acudieron al domicilio del ex presidente. A través del responsable de servicio en la finca, de las fuerzas de la Benemérita, el señor Arias Navarro nos expresó: «No recibo a nadie».

A las veintiuna horas y cuarenta y cinco minutos de la noche sólo quedaban a la puerta de la residencia «La Chiripa» los hombres de la Guardia Civil y el taxista que trasladó hasta Casaquemada a la hermana y al ahijado.

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