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Huelga y desórdenes en Polonia

Piotr Jaroszewicsz, presidente del Consejo de Ministros de Polonia, anunció en la noche del viernes por televisión que el Gobierno decidió suspender el aumento de los precios de los productos básicos que se había aprobado el pasado día 24.El presidente del Consejo dijo que la medida había sido presentada ese mismo día al Presidium del Partido Obrero Unificado de Polonia (comunista) que lo aprobó de inmediato.

El hecho es que durante toda la jornada del viernes, desde que se tuvo conocimiento de que el próximo día 28 iban a entrar en vigor las medidas de aumento de precios, varios desórdenes y huelgas se desencadenaron en varios puntos laborales del país, lo que en un principio hizo pensar que se podía llegar a la misma situación de desórdenes de 1970, que acabó con el trágico balance de al menos dos centenares de muertos, y la destitución de Wladislaw Gomulka de la jefatura del Partido, y su sustitución por el tecnócrata Edward Gierek.

Desde 1970, al entrar en el poder el nuevo equipo, los salarios experimentaron subidas mientras los precios se estabilizaban a base de subvenciones estatales. En el transcurso del VII Congreso del Partido Comunista Polaco, el año pasado, Gierek declaró que las subvenciones estatales iban a ser retiradas «tras consultar con la clase obrera», lo que implicaba un aumento en el precio de los productos básicos.

A pesar de la campaña psicológica que desde entonces ha venido haciendo la prensa oficial de cara a las subidas, los desórdenes del pasado viernes y el retroceso del Gobierno indican que la clase trabajadora polaca no ha conseguido aún identificarse con la política pragmática de Gomulka.

Los desórdenes empezaron en la noche del jueves en la factoría de Ursus, situada a unos 10 kilómetros de Varsovia, donde los obreros (unos 15,000) iniciaron primero una huelga de brazos caídos, y más tarde pasaron a la acción cortando la vía férrea con troncos de árboles. En otras localidades los obreros cortaron el tráfico manifestándose en el centro de las carreteras, y se tienen noticias de que la factoría de automóviles Zeran cerca de Varsovia paró en determinados momentos del viernes, y lo mismo hicieron los obreros de los astilleros navales de Gdansk.

En todo momento, las fuerzas de seguridad estuvieron expectantes, pero no llegaron a intervenir. Aquí en Varsovia se tiene la impresión de que el Gobierno vio con claridad desde el primer momento la situación y no consideró oportuno actuar con dureza por miedo a que se produjesen los disturbios sangrientos de 1970.

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Entretanto un dato revelador es el papel de víctima que tiene Piotr Jaroszewicsz, primer ministro, mientras que por el momento queda al margen el primer secretario del Partido, Edward Gierek, pasando las posibles responsabilidades al Gobierno y no al Partido.

Sin embargo, la medida de suspensión del aumento de los precios a través de una continuación de los subsidios estatales, no parece que pueda mantenerse por mucho tiempo puesto que el déficit económico polaco asciende a vanos cientos de millones de dólares. La pregunta hoy en Polonia es: ¿se actuará con dureza cuando se implante la subida necesaria? Un interrogante que se establece en base a que tras cinco años, la población no ve las pruebas de la «segunda Polonia» que prometió Gierek cuando ascendió al poder.

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