_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Picasso colectivo

En el Museo de Basilea, y para complacencia de todos sus habitantes, ha quedado abierta, al mismo tiempo que la Feria del Arte y hasta el 12 de septiembre, una gran exposición antológica de Pablo Picasso. Advierten sus promotores que solamente se trata de una muestra representativa, capaz, eso sí de suscitar una fuerte impresión ante la obra de Picasso, aun sin la Pretensión de congregar en ella una colección completa. Quizá no lo sea desde una consideración puramente cuantitativa (consta de 90 obras), pero sí en atención a la calidad y acierto selectivo, época por época, de la prolífica creación picassiana.Hablo de la complacencia de los vecinos de la ciudad del Rhin, sin el menor riesgo de incurrir en tópico o desmesura. Hay datos suficientemente probatorios del fervor que ha venido mostrando hacia Picasso el cantón y municipio de Basilea.

El 17 de diciembre de 1976 se sometio a votación popular la solicitud de un crédito de 6 millones de francos suizos para adquirir dos obras del pintor malagueño, suma luego acrecentada por el apoyo de los magnates de la industria local y otras firmas no tan resonantes, más los beneficios, derivados de un festival (el Bettlerfest) en que cada quien aportó y disfrutó lo suyo.

Un precedente histórico

El arraigo de la democracia es en Suiza un fenómeno sólo equiparable a su tradicional neutralidad o no beligerancia. Todo queda allí confiado a las urnas o al brazo alzado. ¿La adquisición, incluso, de pintura? Así ocurrió en este caso, o hito singular de un precedente histórico. «Es la primera vez -recuerdan los promotores de la exposición- que la compra de una obra de arte se ha decidido por votación popular». Entré emocionado y sorprendido, Picasso regaló inmediatamente al Museo de Basilea dos obras recién concluidas y otras dos de una época (1906) trascendental en la cuenta.y memoria ,de todo su quehacer.

Tal fue el entusiasmo de unos y otros, que «Basilea llegó a convertirse -insisten los organizadores de ahora- en una auténtica Ciudad-Picasso». No tardó en divulgarse la noticia y, con ella, el ejemp lo y estímulo ajenos, sin que desde aquéllía fecha hayan dejado de producirse valiosas donaciones (la de Maya Sacher fue la primera), hasta reunir en la eventual Ciudad-Picasso un notable conjunto antológico que honra los desvelos de aquélla y da fiel testimonio de éste. No hay desmesura en lo de la complacencia colectiva.. Puedo asegurar que las gentes de Basilea, acuden a esta exposición monográfica como a algo muy suyo.

Basilea es por sí misma un gran museo histórico (allí, el aula en que explicó Nietzsche y la casa en que muriera Erasmo) que alberga otro específicamente destinado al arte, sin discriminación de edades (el viejo Holbein comparte su estancia con el moderno y nativo Paul Klee) o de tendencias y estilos (Rodin y Chillida disfrutan de un mismo espacio al aire libre), Abierto ahora a la exposición picassiana, de par en par y sin regateo de medios informativos y didáctícos ante la demanda de un acontecimiento cultural en que todos tuvieron arte y parte.

La atención popular

En la semana inaugural se pronundiaron tres conferencias. Tan masiva fue la afluencia del público, que hubo que habilitar, aprte del aula magna, los grandes patios del museo e instalar en ellos un equipo de televisión para satisfacer cumplidamente la atención popular. Todo un ejemplo de organización, digamos colegiada, y de participación colectiva, y todo un contraste con lo que suele montarse, si se monta, en la anodina sacralidad de nuestros museos. Par azar, algo había nuestro en la ejemplaridad de la exposición: la universalidad del español Picasso.

Pese a las sinceras advertencias restrictivas de los promotores helvéticos, la exposición entraña un buen compendio selectivo y aleccionador de la actividad de Picasso, desde su llegada a París hasta sus postreras creaciones. Sumamente certera y esclarecedora es la disposición de la sala destinada al cubismo analítico: la obra de Picasso aparece contrastada con la de Braque, para mostrar al vivo esa invencible dificultad, con que to dos hemos topado en los libros de arte, de distinguir las criaturas alumbradas por uno y otro entre 1910 y 1914.

Y última reflexión: ¿hubiera sido tan escandalosa nuestra penuria de obras de Picasso, de haber sometido a votación el presupuesto para la adquisición de una sola, o de no haber tratado como a un proscrito al más insigne, posiblemente, y más universal, sin duda alguna, de nuestros compatriotas contemporáneos?

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_