No supo rematar el Rayo
El Rayo abrió la historia de su retorno a Vallecas con una derrota inmerecida. Su juego fue brillante en el primer tiempo -y cuando menos, aceptable en el segundo, pero no supo dar con la puerta contraria. El Valladolid, en veinte minutos de buen juego al comienzo de la segunda mitad, anotó su gol y se hizo con la victoria. Esto empañó Un. poco la fiesta, pero no mató por c6inpleto la alegría del retorno.Fiesta el domingo en Vallecas. -El Rayo, por fin, volvía a la barriada que le da apellido, y con un campo nuevo, cómodo, muy del agrado de la afición. A pesar de la coincidencia de hora con el interesante partido que la televisión ofrecía, el nuevo campo de Vallecas registró una buena en
trada. El Rayo saltó al campo dispuesto a jugar un partido digno de tal ocasión, y se entregó a ello con entusiasmo. Fútbol rápido, abierto, hecho de inteligencia en el desmarque y de habilidad en el pase. El público, a la vista de las combinaciones que trenzaba su equipo, disfrutaba de lo lindo, porque lo que allí -se veía tenía visos de ser e1mejor partido de la temporada. Y-como el Valladolid no se achicaba, y defendía a Campos con orden y construía cada vez que le era posible sus propias acciones de ataque con muy buenas maneras, el primer tiempo resultó un bonito espectáculo, con frecuentes jugadas de calidad y con ocasiones de peligro en las dos puertas. Lo malo para el Rayo fue que las mejores ocasiones se escaparon, y que el marcador no llegó a moverse. .
En el descanso el público se las prometía muy felices. El espectáculo era bueno, los locales mandaban y, tal como estaban las cosas, parecía que el triunfo no se podía escapar. Un triunfo innecesario si miramos a la tabla de clasificación, pero que todos en el club.de,seaban más que nunca, para poner brillo a la, ornada. Por desgracia, no se produciría. El Rayo, e quipo mañanero, poco hecho a la luz artificial, debió de sentirse extraño jugando bajo los f¿cos. 0 tal vez se notó cansado por sus esfuerzos de la primera mitad. El caso es que en los pñmeros veinte minutos del segundo tiempo el Valladolid se sacudió su dominio y se convirtió en impertinente mandón, y supo hacer lo que el Rayo no había sido capaz de conseguir en todo el primer tiempo: concretar su buen juego en un gol.
Luego, el Rayo tomaría de nuevo el mando, pero ya no era lo mismo. Era una iniciativa concedida por el propio Valladolid, que una vez marcado su gol prefirió echarse voluntariamente atrás y no arriesgar. El Rayo sé entregó a fondo, bien movido sobre todo por Felines, el veteranísimo del equipo, y el que quizá con más fuerza deseaba la victoria. Pero el orden del Valladolid y los desaciertos de última hora del Rayo impidieron el gol. Y el público, que tan bien se había portado en`el primer tiempo, perdió la cabeza y empezó a ver fantasmas. Cada decisión del árbitro provocaba una bronca y larízamiento de almohadillas y de botes de cerveza. Una actitud censurable siempre y más cuando como era el caso, no había de qué quejarse aparte de la mala suerte en el remate. Ojalá en futuros partidos el público del nuevo campo de Vallecas se porte de otra forma. Si no, habrá que lamentar.el retorno.
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