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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pan y toros

LAS DIVERSAS manifestaciones que el consumidor sacrificado de pan ha podido leer en los últimos días, en relación con las sesiones de trabajo de las I Jornadas Técnicas de Panadería, son para asombrar a cualquiera.Primero, el señor Pareja Muñoz, director general de Comercio Interior, anuncia que los precios máximos provinciales del pan se reducirán en un mínimo de un 15 por ciento, a partir del día 1 de junio, en las poblaciones de hasta 20.000 habitantes. El anuncio es asombroso. No porque esté mal que se modifique en los pequeños grupos urbanos una subida de pan que ha sido claramente excesiva y económicamente injustificable, sino porque es la más hermosa negación del principio de las economías de producción en gran escala que cabe encontrar. Puede pasar a los libros de texto como expresión de una política sectorial que ha logrado algo ciertamente difícil: hacer más caro un producto allí donde se produce y consume en mayor volumen, es decir, en las grandes ciudades.

Después, el señor Pareja echa mano del concepto de elasticidad de demanda y les dice a los panaderos: tengan cuidado, que pueden matar ustedes la gallina de los huevos de oro; si se les va la mano en la subida de precios, acabará contrayendose la demanda «hasta que la nueva renta de los consumidores no absorba la subida». Claro que una es la renta dé los consumidores y otra la renta generada en el sector del pan. El señor Pareja aconseja públicamente sobre los peligros de pasarse en el abuso de la subida de precios. Hermoso espectáculo. Por lo demás, a lo mejor -puestos a habla de elasticidades- la elasticidad es baja y los impulsores al alza de los precios tienen razón: pueden subirlos impunemente y con beneficio.. .

Finalmente, las I Jornadas Panaderas -además de pedir, como suele suceder, toda clase de beneficios del sector público para reestructurar un sector deformado e ineficiente al amparo de toda clase de intervencionismo- concluyen mostrándose reacios a «una comercialización de pan que no sea en los establecimientos - tradicionales». Por si le pudiera caber alguna duda al consumidor de que el reciente «reajuste» del precio del pan no es el punto de partida de una racionalización del sector, sino la expresión de una malformación estructural que nadie parece tener grandes deseos de corregir.

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