Las elecciones de septiembre próximo pueden cancelar 45 años poder uniforme
Los últimos sondeos de opinión sobre la intención de voto de los electores suecos dan la mayoría a los tres partidos burgueses que, unidos, cuentan con la mitad exacta de los escaños en la actual legislatura. La derrota de la socialdemocracia podría verse acentuada por un retroceso de los votos comunistas, que con sus 19 escaños han permitido hasta ahora gobernar a los socialdemócratas, al ocupar entre ambos partidos la otra mitad de los asientos parlamentarios. Las elecciones de septiembre se anuncian ya como las más importantes de las últimas décadas. El Partido Socialdemócrata sueco, en el poder prácticamente de forma interrumpida desde 1932, creador del modelo sueco, del Estado-Providencia, que ha forjado una especial clase de socialismo, el llamado «socialismo del bienestar», se encuentra en una situación difícil y ve avanzar peligrosamente a los partidos burgueses. La crisis de la socialdemocracia sueca se encuadra en otra, más general, que abarca a todos los socialismos escandinavos.
«El sueco es conservador por naturaleza, y en el último momento, se decidirá a votar por la continuidad, por lo que conoce: la socialdemocracia, que ha gobernado el país durante cuatro décadas, y con la que, pese a todo, no le ha ido tan mal». Un afiliado al Socialdemokratiska arbetareparti, Partido Socialdemócrata, vaticinaba de este modo un nuevo éxito de su partido en las elecciones de septiembre.Los sondeos de opinión, sin embargo, no dejan tanto lugar al optimismo. En abril, el diario liberal Dagens Nyheter publicó los datos obtenidos en marzo por el SIFO, Instituto de la Opinión Pública sueco, que cifraba. en un 42,5 por 100 las intenciones dé voto favorables a la socialdemocracia, mientras que un año antes, en marzo dé 1975, la cifra era del 45 por 100.
Los partidos llamados burgueses, (Centrista, Moderado y Liberal) obtenían »en el sondeo de marzo de este año una cifra global del 51 por 100, distribuida así: Partido Moderado, 19 por 100; Partido Liberal, 12,5 por 100, y Partido Centrista, 19,5 por 100.
Un sondeo posterior, realizado por el SIFO en abril y cuyos resultados acaban de hacerse públicos, es aun peor para la socialdemocracia, que aparece ahora con un porcentaje de intenciones de voto del 38,3, lo que significa un descenso del 4 por 100 en un mes. Los partidos burgueses, por el contrario, ascienden al 54 por 100 en su conjunto.
Si bien el Partido Socialdemócrata es con mucho el mayor del país, la actual, distribución de los escaños en el Riksdag (ver cuadro adjunto), donde existen dos bloques exactamente iguales de diputados burgueses y obreros, hace prever que cualquier descenso en los escaños socialdemócratas daría la mayoría a los partidos burgueses, y haría posible la- formación de un Gobierno de centro-derecha.
Sólo un aumento de los escaños comunistas (19 en la actualidad) podría nivelar el descenso socialdemócrata, y hacer que los partidos obreros lograran nuevamente, por los menos, la mitad de los asientos de¡ Parlamento. Las previsiones del citado sondeo atribuyen al Vansterpartiet Kommunisterna (Partido de Izquierda, comunista) un 4 por 100 de las intenciones de voto, lo que supone la cifra mínima exigida para tener acceso al Parlamento. La opinión más extendida ,en los medios políticos de Estocolmo es, sin embargo, que los comunistas se encontrarán con muchas dificultades para llegar a ese porcentaje, con lo que la situación del partido de Olof Palme se hace aún más comprometida.
Optimismo
En las filas socialdemocráticas abundan los razonamientos de todo tipo para augurar la victoria en los comicios de septiembre. A parte de la ya citada tendencia conservadora del electorado en el momento de acudir a las urnas, se recuerda con optimismo que hasta el momento el Partido Centrista y el Liberal han tenido muchas dificultades para unirse frente a la social democracia y utilizar los escaños del Partido Moderado para tener mayoría en el Riksdag, del mismo modo que los socialdemócratas cuentan con los diputados comunistas. En efecto, los liberales han sido tradicionalmente más proclives a aliarse con los socialdemócratas que con los centristas, aun que este año podrían cambiar de táctica.
Otro importante punto de apoyo para el Gobierno socialdemócrata ha sido el informe económico anual de la OCDE sobre Suecia, hecho público el pasado 20 de abril, en el que se afirma que una «política económica ejemplar» ha conseguido hacer que Suecia escape de la recesión económica mundial. La acción del Gobierno logró mantener un nivel de desempleo mínimo, conservar el nivel de exportaciones y reforzar la economía. La única crítica del informe de la OCDE -que «recomienda» incluso la política económica sueca para otros países- se refiere a la tasa de inflación, que no ha podido ser controlada efizcazmente.
Conviene recordar aquí que cuando los socialdemócratas accedieron al poder en 1932, con Per Alvin, Hansson como primer ministro, y Ernst Wigforss como ministro de Finanzas, dieron una excelente demostración de como manejar la crisis económica que se arrastraba desde el crack del 29 sin recurrir a las tradicionales políticas de flacionistas. El éxito en la superación de esta crisis mundial fue uno de los factores que más contribuyeron a la consolidación en el poder durante más de cuarenta años de los socialdemócratas.
¿Infierno o paraíso?
Durante estas cuatro décadas ha habido calificativos de todo tipo para el modelo sueco., Se ha dicho que era el régimen soñado por los izquierdistas moderados y por los derechistas inteligentes. Se le ha calificado de «suave dictadura democrática», de regimen bipartidista disfrazado», «nuevo totalitarismo», de «sociedad mixta», de «socialismo de gestión», de paraíso social, e incluso, de paraíso del capitalismo».
Sin embargo, el consensus social y político que años atrás hacía exclamar a un miembro de la oposición" ¿cómo puede funcionar un «régimen parlamentario si todos partidos están de acuerdo?», parece en vías de ruptura definitiva.
El impuesto progresivo y la «paz social» fueron los dos pilares principales en los que se sustentó el modelo sueco. La Convención de Salujobaden, firmada en 1938 por la central sindical obrera, LO, y por la central patronal, SAF, creó las bases de una paz durarera en el mercado de trabajo, que alguien definió como un «pacto en la lucha de clases». Por otra parte, el especial y durísimo sistema impositivo creado por la socialdemocracia procuró igualar los niveles de riqueza, a la vez que, mediante la seguridad social, facilitar todo tipo de prestaciones sociales a los ciudadanos.
«El sistema ha funcionado -me explica un miembro del ala izquierda del Partido Socialdemócráta- por el sencillo método de hacer cada vez la tarta más grande, para que todos puedan comer de ella. Los capitalistas han cedido a los trabajadores una parte considerable de sus beneficios, a fin de preservar indefinidamente el resto de esos beneficios.».
La vieja idea de los creadores del modelo sueco de que no es preciso suprimir el capitalismo, sino que basta. con irlo reformando hasta que se convierta en socialismo, es contestada airadamente por el ala izquierda del Partido. «Cuando los, capitalistas vean recortados sus beneficios por debajo de un cierto límite, no tendrán interés en mantener abiertas las fábricas. Por ello hay que sociabilizar y democratizar de forma efectiva las empresas cuanto antes».
Nueva generación
Y en cierto modo, ésta es la contienda crucial que se libra ahora en la central obrera, y en el seno del Partido. En ambas organizaciones ha ido surgiendo en los últimos años una nueva generación de cuadros, ávidos de nacionalizaciones y de reformas. En el Congreso de octubre de 1975 del Partido Socialdemócrata pudo apreciarse un ascenso del ala izquierda del mismo que pudo ser frenado en parte por la cúpula más pragmática y conservadora.
Dos temas esenciales que afectan a la paz social creada en la Convención de Saltsjobaden deben ser resueltos en el presente año, antes de las elecciones. De un lado, la reforma del artículo 32 de la reglamentación de la asociación patronal, que impide la participación y gestión eficaz de los trabajadores en las empresas. De otro, el «informe Meidner», preparado por un economista de la central obrera, ofrece una alternativa a las actuales fórmulas de propiedad y propone una colectivización de las grandes empresas.
PRÓXIMO CAPÍTULO:
Colectivizar la economía
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