Manolo González, partidario de la socialdemocracia
El caso de Manuel González es infrecuente, extraño, en un futbolista profesional. Recientemente se ha doctorado en Geología. Ha sabido compaginar sus estudios primero, su dedicación a la docencia después, con las exigencias del deporte. Ahora, mientras llega el momento de la retirada, prepara sus oposiciones a adjunto de Universidad y algo más importante: su reinserción en la vida social.Manuel González, futbolista e hijo de futbolista, como desde muy joven las dos caras del deporte profesional. La sonriente de los días de triunfo. La amarga de los años que siguen a la retirada. A él no le han engañado las apariencias, ni la vida fácil.
-Soy futbolista -dice- porque al terminar mi época de juvenil vi la posibilidad de con el deporte poder costearme mis estudios. La situación económica en mi casa no era excesivamente próspera. Mi padre que había jugado en el Granada, Málaga y Real Madrid, debía amoldarse ahora al sueldo corto de un funcionario.
Conversamos en el domicilio de Manuel González, en el zaragozano paseo de Fernando el Católico. Junto a él se encuentra su esposa, Costanza, y tres de los seis hijos de su matrimonio. Los restantes, los más pequeños, ya están acostados. El reloj del salón señala las nueve y media de la tarde.
-Conocí -continúa- a mi mujer cuando estudiaba Geología, en Granada. Ella era de un curso inferior al mío, pero terminamos la carrera a la par. Yo perdí un año por trasladarme a jugar a Madrid. Lo cierto es que allí no aproveché el tiempo.
-¿Por qué decidió venir a Zaragoza?
-Acababa de terminar la carrera de Geología, cuando me hicieron una oferta los directivos del equipo aragonés. Me pagaban tres veces más que en Granada y por una vez, el fútbol fue más poderoso que mis estudios en Zaragoza, tanto mi mujer como yo, comenzamos a colaborar en la Universidad. Tres años más tarde hubo unas vacantes y fuimos nombrados profesores ayudantes en la Facultad de Ciencias.
-Y por fin su tesis doctoral. Algo infrecuente en los deportistas profesionales.
-Es cierto. Normalmente no se aprovecha el tiempo. Hace uno días fue calificada con sobresaliente cum laude» mi tesis doctoral sobre «Mineralogía y mineralogénesis del yacimiento de magnesitas de Asturreta (Navarra)». Mi mujer prepara ahora su tesis, la está terminando.
-"Ya ha decidido qué hará cuando se retire?
-Me queda un año de contrato y no sé si renovaré después. De todas formas, hace muchos años que dedique, cuando dejara de jugar al fútbol, me dedicaría a la docencia en la Universidad. Ahora he comenzado a preparar las oposiciones a adjunto o a agregado de cátedra. Me estoy preparando para que mi reinserción en la vida normal no me ocasione ningún trauma.
-¿Montará algún negocio?
-He invertido el dinero que he ganado en el fútbol; pero pienso vivir fundamentalmente de mi trabajo en la Universidad.
-¿Deseará que sus hijos sean universitarios?
-No me importa que sean una cosa u otra. Sólo quiero que hagan lo que más les llene, que sigan su vocación. Yo no padezco la obsesión de la titulocracia. Lo que sí me preocuparía es que por mi culpa, por no poder proporcionarles los medios suficientes, no pudieran lograr una formación adecuada.
-¿Y si su hijo quisiera ser futbolista?
-Le contaría sus ventajas y sus inconvenientes.
-¿Cuáles son las ventajas?
-Que ofrece autonomía, que da un dinero que los muchachos de su edad no poseen. El dinero es a la vez su mayor inconveniente, porque es deformador. Si no se aprovecha el tiempo libre te encuentras marginado, acabado, a una edad en la que los demás profesionales empiezan ya a estar situados.
-Es el problema de la reinserción social.
-Exactamente. Algo que a mí me preocupa mucho. Es una cuestión a resolver personalmente por cada deportista profesional, porque nuestra asociación, cuando se funde, lo más que podrá hacer es orientarles.
-¿Le ha costado muchos esfuerzos llegar a doctorarse?
-Muchos sacrificios. He tenido que prescindir de mi tiempo libre. Incluso he ido a las concentraciones con mis libros, con mis trabajos. Ahora, todas las tardes las paso en la Facultad. De todas formas, lo hago a gusto, porque el estudio me relaja del fútbol, y a la inversa.
-¿El público del fútbol es educado?
- No se comporta igual que cuando va al teatro o al cine.
-¿Qué hace en su tiempo libre?
-Tengo muy poco. Lo paso con la familia. Leo revistas, periódicos. Me gusta estar informado. Y tengo un gran defecto: veo la televisión.
-¿Le interesa la política?
-Sí, mucho. Me considero socialdemócrata. Pienso que la riqueza debe estar mejor repartida, que se pueda lograr esto dentro de una convivencia pacífica. Renunciaría a mis privilegios, si es que los tengo, para conseguir esto.
-¿Son los futbolistas personas privilegiadas?
-No. Eso opinan los que lo viven desde fuera, los que no saben los tristes «tributos» que ha de pagar, antes y después, el deportista profesional.
«Tributos» que, a buen seguro no pagará el doctor González.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.