Hasta aquí llegó Djokovic, inclinado por Vacherot
El monesgasco, campanada del torneo, se impone por 6-3 y 6-4 al serbio y disputará este domingo la final de Shanghái, frente a Medvedev o Rinderknech


Lo pelea Novak Djokovic de extremo a extremo, lo habitual en él, pero esta vez no hay escapatoria: su físico menguante no da más de sí y desde el otro lado le aborda serio, muy concentrado y con toda la ambición Valentin Vacherot, un desconocido que ha encontrado la gloria en estos días tan extraños de Shanghái. El gran viaje de su vida. El 6-3 y 6-4 (después de 1h 42m) conduce a la final del torneo al monegasco y le asigna un rótulo histórico, puesto que desde ahora es el jugador con menor ranking (204º del mundo) que alcanza el episodio definitivo en un Masters 1000. Está feliz, pero lo celebra con elegancia, sabedor de que al otro lado hay una leyenda que compite cogida con alfileres.
Sufrimiento continuo el de Djokovic, que empezó la competición con dolores en una pierna y la termina castigado por los cuatro costados, atendido también de unas punzadas en la cadera y con cintas protectoras en la región escapular. Tapes también en la cara interior y posterior de del muslo izquierdo, y una indudable conclusión visto lo visto: esto se le hará cada vez más y más largo. Loables la predisposición, la rebeldía y el esfuerzo de siempre, ese espíritu inquebrantable y único desde el punto competitivo; pero, al mismo tiempo, los hechos transmiten que sus opciones van reduciéndose y que el horizonte se estrecha.
El serbio reitera su voluntad de continuar, pero la realidad le sitúa hoy día en una encrucijada permanente, teniendo en cuenta que él siempre ha competido por una cuestión de máximos (esto es, ganar o ganar) y que, a sus 38 años, difícilmente pueda dar con la llave esta vez. Quién sabe, él no desiste. El caso es que a la longitud y la proeza que le exigen Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en los cuatro grandes escenarios, se añade la erosiva estrechez de los miles —pese al desahogo del formato con la extensión a dos semanas, en vez de una— y un tercer factor, puesto que competir a la carta, cuando él lo decide, conlleva el peaje de tener que reengancharse a la carrera. Pasar de cero a cien.
El balcánico reapareció en Shanghái después de prácticamente un mes sin competir y, a la dificultad de tener que activar otra vez la maquinaria y cambiar el chip mental, se sumó la hostilidad meteorológica que ha pesado sobre los jugadores durante estos días, con una humedad ambiental de hasta el 90% y temperaturas superiores a los 30 grados, además de la agresiva contaminación que caracteriza a la metrópoli china. Demasiado para un chasis veterano como el suyo, aunque aun así capaz de sortear pruebas de alto nivel como las propuestas antes por Marin Cilic, Yannick Hanfmann, Jaume Munar o Zizou Bergs. Frente a Vacherot, sin embargo, carrocería y pulmones llegan al límite.
Mediado el primer parcial, el campeón de 24 grandes ya se ha visto obligado a solicitar asistencia médica porque le duele el costado y cada apoyo le cuesta un mundo, desestabilizado en cada golpeo y renunciando a maniobras que puedan exponerle a un mal mayor. Mira a su fisio, cara de circunstancias la de éste: ¿Seguir o no seguir? Hasta que el masaje y la pastilla no hacen efecto, sus posibilidades van evaporándose y ya ha perdido el primer set, pero en el segundo se entona y se sostiene como puede. A duras penas. Por fin, acaba rompiéndose la cuerda: tres dobles faltas —condicionado en el saque, dolorido en la caída— confirman el break y Vacherot, convencido él, no duda después.
“Ha sido un placer jugar contra ti. No te retires, Novak”, le dedica el monegasco, un chico de 26 años y asiduo a los challengers que procedía de la fase previa. Venía también de una lesión puñetera y del anonimato. Pero, suceda lo que suceda en el desenlace de este domingo contra Arthur Rinderknech (10.30, Movistar+), podrá decir que ha batido al mejor de todos los tiempos. Quizá no haya mayor recompensa: “Visualicé que podía hacerlo bien aquí, pero quizá no tanto. Me pellizco, ¿esto es real?”. Lo es. “No pude jugar contra Federer ni Nadal, así que hacerlo contra él es increíble”, dice Vacherot, que el lunes ingresará en el top-100, con un ascenso extraordinario —del puesto 204 al 58, a expensas de que pueda ser mayor si gana— y un registro para guardar.
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