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Un desconocido monegasco y el resiliente Djokovic en la sauna de Shanghái

El serbio resiste (6-3 y 7-5 a Bergs) y se medirá en semifinales con Vacherot, hasta ahora fuera del ‘top-200’ y primer tenista de su nacionalidad que llega tan lejos

Djokovic
Alejandro Ciriza

Lanza Novak Djokovic un globo tras otro para escapar de la presión del belga Zizou Bergs, que insiste por un lado y otro para intentar derribar al serbio, al final sin éxito: no es el día, Nole resiste. Le sobra manual. El 6-3 y 7-5 (en 1h 50m) guía al vencedor a las semifinales del Masters de Shanghái, donde la humedad sigue apretando —en torno al 85% esta vez— y los tenistas protestan y libran en paralelo una doble batalla, la tenística y la atmosférica. Lógicamente, no es sencillo jugar así. El calor y la contaminación se añaden a una insana mezcla. “Simplemente he tratado de sobrevivir”, admite Nole, para el que todo es poco. Las toallas heladas, el ventilador y los distintos potingues que porta en el raquetero son sus básicos de estos días.

No obstante, las condiciones no son desconocidas para él ni para el resto, acostumbrados a las exigencias de los marcos en los que la meteorología pone a prueba los físicos. Ahí están las sartenes de Australia, Miami y Cincinnati, o la inclemencia tradicional de Nueva York, cuyos días y noches (más y más humedad) se han llevado a unas cuantas figuras por delante. Pocas experiencias, en cualquier caso, más extremas que las de los Juegos Olímpicos de Tokio, donde el balcánico y el resto de los participantes se derretían en 2021 bajo el sol y el sudor, entre el efecto isla que exprimía hasta el límite el cuerpo de todos los atletas. En el caso del tenis, las quejas lograron que se retrasase el inicio de las jornadas de las once a las tres, aunque a él le valió de poco.

Ahora, en Shanghái, estos días representan una prueba de fuego para Djokovic, que tira de experiencia, categoría y libreto para mantenerse en pie. “He intentado poner una pelota más en la pista y hacerle fallar”, razona. “Parece que cada día sucede algo con mi cuerpo”, se extiende, en referencia a los problemas que arrastra en una pierna y la aparatosa gestualidad que ofrece en cada partido. Y agrega: “Las condicionantes están siendo muy desafiantes estos días para todos los jugadores”. Cedió Jannik Sinner, consumido el domingo por los calambres, y otros cinco competidores más que se vieron obligados a abandonar. Pero ahí sigue él, citado en la penúltima ronda con un desconocido.

Antes de que empezara el torneo, Valentin Vacherot no figuraba siquiera entre los 200 mejores del circuito y guerreaba a duras penas en el plano anónimo de los challengers, a excepción de alguna aparición esporádica en citas de mayor relevancia en la que no dejó ninguna huella. Sin embargo, donde la mayoría ha encontrado un terreno de hostilidad, él (26 años) ha dado con la felicidad. “Esto es la recompensa por todo lo que he sufrido”, dice el monegasco, primer tenista de su nacionalidad que progresa hasta las semifinales de un Masters 1000. La suya es una historia común: talento, pundonor y medio año de pelea con las lesiones. Lo intentará este sábado contra el gigante.

Sin regla del calor

Vacherot es hoy día el 204º del mundo, aunque el acelerón en China le aupará el lunes 112 puestos, al 92. Procedente de la fase clasificatoria, es oficialmente el segundo jugador con el ranking más bajo en la penúltima escala de un mil, superado únicamente por el estadounidense Chris Woodruff (550º en el Indian Wells de 1999). Y recordará su nombre el danés Holger Rune, quien dos días antes protestaba y ahora cae (2-6, 7-6 (4) y 6-4): “¿Quieres que muera algún tenista en la pista?”, se dirigía al árbitro. Sin embargo, su eliminación no parece responder tanto a las condiciones como a una mera cuestión de tenis. Irregular e inconsistente, sigue envuelto por la indefinición.

El nórdico deslizó a su vez que se debería implementar en torneos de inferior categoría la regla del calor extremo (Heat Rule), aplicable especialmente en el Open de Australia y el US Open de Nueva York. En base a ella, los jueces pueden detener el partido durante varios minutos e incluso llegar a suspenderlo para proteger la salud de los tenistas. La ATP, rectora del circuito masculino, asegura que baraja “varias medidas” en el caso de que las condiciones sean demasiado exigentes, aunque por ahora no ha sido necesario que aplique ningún protocolo excepcional. En todo caso, las temperaturas y la humedad continúan siendo elevadas, y el superdotado físico de Djokovic llega adonde no lo han hecho otros menos castigados.

“Sinceramente, ahora mismo prefiero intercambios más cortos…”, bromea cuando los reporteros le recuerdan la defensa en ese punto en el que el rival voleaba una y otra vez, sin respiro para él. “Cualquier jugador puede decir que aquí, en este torneo, es muy difícil rematar. Si envías la bola muy alta, parece que se va hacia un punto muy oscuro y es muy difícil verla cuando juegas de noche. Lo sabía, y él ya había fallado un remate para hacer el break en el 3-2 del primer set, así que sentí que él [Bergs] no tenía demasiada confianza en ese sentido… Seguramente haya sido el punto de inflexión”, cierra el de Belgrado, plusmarquista de títulos en pista dura (71) junto con el suizo Roger Federer.

DE SHANGHÁI A WUHAN

A. C.

Expuesta al mar, Shanghái lleva al límite en algunos casos a los competidores y este viernes pondrá a prueba la resistencia de los cuatro que aspiran a lograr una plaza en las semifinales. En concreto, el ruso Dannil Medvedev se medirá (12.30, Movistar+) con el australiano Alex de Miñaur y el francés Arthur Rinderknech lo hará (9.00) con el canadiense Felix Auger-Aliassime.

A 800 kilómetros de allí, en Wuhan, las tenistas también acusan el desgaste de la humedad (en torno al 80%) pese a que la ciudad se localice en el interior. Este viernes se cruzarán en los cuartos Siniakova-Pegula (5.00, Tennis Channel), Sabalenka-Rybakina (7.00), Siegemund-Gauff (9.30) y Paolini-Swiatek (13.00).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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