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Alcaraz no consigue librarse del miedo

El murciano, que se estrenará ante Wolf, no logra dejar atrás la lesión que arrastra desde hace casi dos meses en el antebrazo: “Si voy al cien por cien, me asusto”

Carlos Alcaraz
Carlos Alcaraz, durante un entrenamiento en Roland Garros.Franco Arland (Getty Images)
Alejandro Ciriza

Carlos Alcaraz transita acompañado por su agente por uno de los bajos de la Philippe Chatrier, con esos andares tan suyos de cowboy. El murciano, de 21 años, alza el pulgar a su paso, signo de aprobación, pero por dentro todavía le recorre la inquietud que arrastra desde inicios de abril, cuando descubrió que en su dolorido antebrazo derecho se aloja un “pronador redondo” que ha terminado convirtiéndose en un verdadero quebradero de cabeza. De entonces a hoy, pruebas, renuncias, dudas y, sobre todo, mimo y más mimo para ese músculo que le impidió competir en Montecarlo, después en Barcelona y antes de aterrizar en París, tarea que hoy le ocupa, también en Roma. No logra el murciano desprenderse de ese miedo que le amenaza cuando arma y carga con la derecha.

Hace tres semanas, cuando se despidió de la Caja Mágica de Madrid tras ceder contra el ruso Andrey Rublev en los cuartos de final, el tenista abandonó el recinto preocupado porque a la evolución previa le sucedió un retroceso físico significativo. El escáner reveló que la afectación había aumentado, de modo que él y su equipo descartaron de manera taxativa la opción de jugar en el Foro Itálico para no poner en riesgo su presencia en Roland Garros, donde hace un año alcanzó las semifinales. A partir de ahí, más cuidados y más prudencia, con un golpeo controlado con la derecha durante las sesiones de Villena (Alicante) y Murcia. Frente a la incertidumbre, máxima moderación.

Ante los periodistas, Alcaraz luce sonrisa y transmite un mensaje de tranquilidad. Buen rollo siempre. Dice estar bien, “mucho mejor”. Sin embargo, al mismo tiempo reconoce que aún no ha conseguido librarse de la desconfianza que le acompaña desde el regreso de la gira norteamericana de marzo. El recelo sigue ahí. “Hemos hecho un gran trabajo para recuperarnos lo antes posible. Los entrenamientos aquí y en casa han ido bien, y cada día me encuentro mejor. Puedo golpear sin dolor, lo que es algo muy bueno viniendo de dónde vengo”, señala el joven talento; “pero cuando golpeo cada derecha al cien por cien, todavía pienso en la lesión y me asusta”.

Cuando selló su participación en Madrid, el murciano decidió aparcar la raqueta durante una semana y hacer un trabajo meramente físico, aérobico y gimnasio; una dinámica de prevención que ha repetido en los últimos tiempos, cada vez que ha tenido que hacer frente a un contratiempo más o menos significativo. La sombra de las lesiones es alargada y no son pocos los que aseguran que su explosivo estilo de juego está pasándole factura de forma prematura. Así que desde que empezasen a llegar las advertencias de su cuerpo —cuádriceps, abdominal, muslo, fascia plantar…—, su círculo técnico y médico ha multiplicado la cautela, y se ha apostado por una vía más conservadora que se traduce a su propuesta sobre la pista.

Sin dolor

“Es verdad que estoy mejor, y eso ayuda bastante a intentar no pensarlo. Le estoy pegando más fuerte y con más intensidad, pero aún sigo pensándolo cuando golpeo, de vez en cuando. Las cosas están yendo muy bien y tengo que confiar en el trabajo que he hecho. E intentar quitarme ese pensamiento de la cabeza”, abunda el de El Palmar, que desde su aparición en Madrid envuelve su drive en una malla compresora recomendada por su fisio, Juanjo Moreno. “Él me dice que me la ponga y yo me la pongo. En Wimbledon [2022] la llevé, hasta que un día me la quité”, indicaba en la Caja Mágica. Ahora, la protección se ha convertido en un complemento habitual, sinónimo de que el jugador no termina de tenerlas todas consigo.

“No me vas a creer, pero no sé exactamente lo que tengo”, le contesta a un reportero australiano durante el turno de preguntas en inglés. “Mi equipo me lo explica y yo les escucho, pero después lo olvido. Hago todo lo que me dicen que debo hacer. Me dijeron que no iba a ser nada grave, que no sería mucho tiempo; pero aquí estamos, recuperándonos”, continúa resignado; “no siento dolor en los entrenamientos, pero cuando voy a pegarle al cien por cien todavía tengo un poco de miedo. Decidí jugar aquí porque me sentía mejor, creo que hemos hecho todo lo correcto para la recuperación. Empecé a golpear a un 30% y después, todo ha ido muy bien. Así que decidí venir aquí hace una semana”.

Alcaraz, durante un acto promocional en la central de París.
Alcaraz, durante un acto promocional en la central de París.

En dirección a este cuarto desembarco en el Bois de Boulogne, donde ha firmado sucesivamente una tercera ronda, unos cuartos y la semifinal de hace un año contra Novak Djokovic —en la que se acalambró por la tensión—, el español, que en marzo triunfó en Indian Wells, tan solo ha podido disputar cuatro partidos sobre tierra batida. Un bagaje escaso que condiciona el asalto al grande francés. En cualquier caso, dice ser un tenista que no precisa de excesiva cuerda para alcanzar picos altos de juego. Citado el domingo con el estadounidense J. J. Wolf (107º), repescado a última hora —es decir, no logró superar la fase previa—, confía en apartar al enemigo invisible de en medio y retomar la buena senda de nuevo.

“Honestamente, vengo a este torneo sin demasiados partidos, o al menos no tantos como quería, pero ahora estoy centrándome en los entrenamientos. Estoy trabajando bien, estoy cogiendo ritmo y también confianza, que es lo realmente importante. Y creo que no necesito demasiados partidos para estar a mi máximo nivel, así que confío en estar listo para el primero, a un nivel realmente alto. Vamos a ver”, remata Alcaraz.

DJOKOVIC DERRAPA EN GINEBRA

A. C. | París

Mientras Alcaraz departía, en paralelo, Djokovic caía en Ginebra (Suiza) contra el checo Tomas Machac, de 23 años y 44º del mundo. Lejos de despejar dudas, el serbio cedió (6-4, 0-6 y 6-1, tras 2h 05m) y cerró un proceso preparatorio discreto, con las semifinales de Montecarlo como resultado más meritorio; al margen de eso, segunda ronda en Roma y este breve paso por tierras suizas, porque renunció a la escala de Madrid.

Nole, que el miércoles cumplió 37 años, llegará por segunda vez en su carrera a Roland Garros sin haber disputado ninguna final previamente; la otra ocasión fue en 2018, cuando se estrelló con el italiano Marco Cecchinato en los cuartos de final del major francés, donde en las próximas fechas tendrá la posibilidad de deshacer el empate histórico a 24 grandes con la australiana Margaret Court, un magnífico aliciente.

“Por supuesto que estoy preocupado. Este año no he jugado nada bien, salvo algunos partidos aquí y allá. Las cosas son como son. No me veo como favorito en París. Intentaré tomar los partidos uno tras otro. No quiero quitarle mérito a Tomas, que merecía su victoria, pero prefiero olvidar este partido”, se pronunció; “no es bonito sufrir así en la cancha. Es difícil concentrarse en el tenis cuando tienes otras cosas en la mente”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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