Giroud, un cañón sin Benzema
La lesión del madridista abrió hueco al delantero del Milan, que en Rusia no tiró a puerta y en Qatar ya lleva cuatro goles
Olivier Giroud no esperaba el Mundial que está teniendo, pero se despertó una mañana en el hotel Al Messila donde vive la selección francesa, y Benzema ya no estaba allí. De modo que cuando Francia se estrenó contra Australia, Giroud (Chambéry; 36 años) fue titular y a los 32 minutos ya había marcado el primero de los cuatro goles que lleva. El punta, que juega hoy contra Marruecos su segunda semifinal, está siempre listo para lo inesperado.
En Milanello, la ciudad deportiva del Milan, adonde llegó hace año y medio del Chelsea, cuentan que es uno de los últimos en dejar los campos de entrenamiento. Se queda a menudo con los jóvenes jugando a acertarle al larguero, o ensayando tiros de falta directa. Y eso que en sus 14 temporadas en la Ligue 1, la Premier y la Serie A ha tirado solo 14 veces a balón parado desde fuera del área, sin un gol, según Opta. Tiró otra con Francia, también sin suerte. Pero el 13 de diciembre de 2018, en un partido de Europa League con el Chelsea en Budapest, le marcó al Fehervar. Nunca ha sido el primer lanzador, pero sigue quedándose a practicar casi a diario.
Aquel gol en Hungría llegó meses después de un verano de ensueño en el que se proclamó campeón del mundo con Francia en Rusia. Aunque fue un Mundial rarísimo para un nueve puro. Ni un gol en 545 minutos. No solo eso: no consiguió tirar ni una vez entre los tres palos. Aunque resultara extraño, el gol no era la misión más importante de Giroud en aquella Copa del Mundo.
En el estreno contra Australia no fue titular. Pero en el 70, con un sufrido 1-1, Deschamps lo introdujo por Griezmann. Francia terminó ganando y Giroud fue titular en todos los demás encuentros, hasta la final. Pasaban los días y no marcaba, pero el seleccionador no parecía inquieto. Al contrario: estaba encantado: “Los futbolistas que juegan a su alrededor se benefician de su presencia, porque atrae mucha atención de los defensores”.
Su presencia a lo largo del torneo resultó fundamental para que brillaran Mbappé y Griezmann. La fuerza gravitatoria que ejercía sobre las defensas sus 192 centímetros abría espacios para las dos figuras. Ese trabajo sordo y nada egoísta sigue siendo hoy algo que valoran mucho sus compañeros del Milan. Como los de la selección de entonces.
Él mismo lo explicó en Rusia: “Cuando eres un delantero como yo, siempre juegas para los compañeros. Obviamente, prefiero tener oportunidades y marcar, pero si puedo crear espacio para otros, siempre intento elegir la mejor opción para el equipo”. Le había dado muchas vueltas al asunto. Tantas, que contaba incluso con ejemplos históricos para calmar a los puristas: “Cuando Francia ganó el Mundial en 1998, creo que Dugarry marcó un gol y Guivarc’h, ninguno. Si somos campeones sin que yo marque, no me importa. Si estoy en el campo, significa que el jefe cree que puedo ayudar al equipo”.
Hay otro aspecto que ven sus compañeros a diario en Milanello: “Dicen que es el mejor delantero que han conocido de cara al gol. No el mejor delantero, pero sí de cara al gol. Lo remata todo, y todo lo que toca va a puerta”.
Rusia debió de ser especialmente frustrante. Tiró 13 veces y ninguna terminó donde dicen que van siempre. Tiene que ver con las zonas por las que se movía para limpiar el frente para Mbappé y Griezmann. Repasar sus intentos de entonces es muy elocuente sobre los lugares a los que le llevaban sus movimientos. Solía encontrarse lejos de aquellos que normalmente identifica como propicios.
Realizó sus 13 tiros en Rusia a una distancia media de 16 metros de la portería, según fbref.com. En Qatar también lleva 13 disparos, pero desde 10 metros. Cuatro fueron goles. Además, en este Mundial está especialmente inspirado para dar con sitios peligrosos desde donde disparar, y sus compañeros lo encuentran en posiciones mejores. La calidad media de sus ocasiones en Qatar es altísima, 0,24 goles esperados (xG) por tiro, mientras que en Rusia lo intentó en situaciones más pobres, con 0,08 xG de media por tiro. En sus últimas siete temporadas en clubes promedió 0,15 xG por disparo.
Sin Benzema, con quien apenas habría jugado, Giroud ha encontrado su sitio en una Francia donde encaja mejor que nunca, y con la que hoy se enfrenta a un viejo conocido de los tiempos heroicos. En la temporada 2006-07 compartió vestuario en el Grenoble de la segunda división francesa con Walid Regragui, hoy seleccionador marroquí.
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