Southgate, sobre el fallo de Kane: “El segundo penalti es muy difícil, el portero te conoce muy bien”
El seleccionador de Inglaterra explica que tirar un segundo penalti es más difícil y defiende que el capitán, que igualó a Rooney como máximo goleador inglés, es el mejor lanzador de Inglaterra
En Qatar, Inglaterra no necesitó llegar a la tanda de desempate para acumular otra formidable frustración ligada para siempre a los penaltis. Ni el fallo que se recordará tendrá la cara de alguien no acostumbrado a ellos, como el hoy seleccionador Gareth Southgate en la Eurocopa de 1996, o los jovencitos Sancho, Rashford y Saka en la del año pasado en Wembley.
En Jor, al borde del desierto, fue Harry Kane, el capitán, el especialista de los especialistas, el que añadió su nombre a la lista de la desdicha. Y en una noche rara, como la que le había tocado a Neymar el día anterior para despedirse del Mundial. El brasileño quedó eliminado en el partido en el que igualó a Pelé como máximo goleador de su selección, con 77. Contra Francia, Kane alcanzó a Rooney en la tabla inglesa, con 53, antes de despedirse de Qatar, precisamente con otro penalti.
El lanzamiento con el que igualó a Rooney fue una exhibición de aplomo, como si la tragedia histórica no le pesara, o como si lo hiciera demasiado. Cuando el árbitro ya había pitado, pidió acercarse otra vez a la pelota, la volvió a acomodar, y se quedó allí un rato colocándose las medias, mirando al suelo. Entonces retrocedió tres pasos, aguardó unos instantes y Lloris vio cómo el 1-1 le entraba por el otro palo. Cerca ya del final, Kane dispuso de otro penalti para volver a empatar y enviar el último encuentro de cuartos también a la prórroga. Pero no. Southgate explicó la dificultad del momento: “Es muy difícil cuando tienes un segundo penalti y el portero te conoce muy bien [como es el caso de Lloris, compañero en el Tottenham]. Hay muchas cosas en esa situación. Él es el mejor, pero los mejores solo meten el 85%. Incluso los mejores fallan. Si tuviéramos otro mañana, no dudaría”.
Inglaterra se había aproximado al partido con la preocupación de si encontrarían el modo de desactivar a Kylian Mbappé, y salieron de él directos de nuevo al diván de su gran trauma. Kane terminó su camino en Qatar acuclillado sobre la hierba, aguantando las lágrimas. “Está muy, muy bajo, pero no tiene nada que reprocharse”, dijo Southgate. Henderson recordó la importancia del capitán: “Sabemos cuántos penaltis ha marcado Harry para nosotros, con cuántos goles nos ha traído hasta aquí”. Ese punto, según Southgate es muy notable, pese a la eliminación: “Es el partido que mejor hemos jugado contra una gran selección desde que estoy, pero no fue suficiente. Y es duro”.
Enfrente, el último campeón del mundo fue una roca, como explicó Didier Deschamps: “Tenemos una fuerza mental extraordinaria”, dijo. “Me recuerda a 2018 y a la Eurocopa. Cuantos más partidos ganas, más fuerte te vuelves”.
Ni siquiera necesitaron que Mbappé se estrujara demasiado la cabeza para encontrar soluciones a las trampas que esperaba de los ingleses. Se propusieron hacerlo como tribu. En cuanto el francés, máximo goleador del torneo, asomó por primera vez con la pelota por el flanco derecho de los ingleses, descubrió todos los resortes dispuestos para saltar. Por allí andaban también Henderson y Saka, el más brillante en el ataque, además de muy pendiente de retroceder desde la vanguardia para sumarse a la red de ayudas contra Mbappé.
Aquella primera excursión la utilizó el francés para palpar la zona y ver qué trampas hacía saltar su presencia. Visto el panorama, Mbappé comenzó a abordar el enigma alejándose de él. Recibía, soltaba y desaparecía. Recibía, se alejaba del lugar donde le esperaban y metía un centro al área. El efecto de lo imprevisto resultó desconcertante para la defensa inglesa. Mbappé se mueve rodeado por una fuerza gravitatoria que afecta a casi todo el sistema del rival, de manera que el francés despejaba el panorama pero en otras zonas, como la que encontró Tchouameni para disparar desde 25 metros a un rincón fuera del alcance de Pickford y adelantar a Francia.
Para desvelar la gran incógnita de la noche, qué sucedería en una carrera a campo abierto entre Mbappé y Walker, el francés esperó al segundo tiempo. Enganchó la pelota en su campo y arrancó mientras se le emparejaba el inglés. Para cuando avistaba la línea de fondo, Walker ya jadeaba a su espalda. El pase se le escurrió a Dembélé a metro y medio del gol.
No precisó más de él Francia para eliminar a Inglaterra y dejarla otros cuatro años pensado qué demonios pasa a once metros de la portería rival.
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