Japón ya no es solo Oliver y Benji
La selección nipona pasa como primera de grupo tras derrotar a Alemania y España y provoca la eliminación teutona
Iluminada con una batería de potentes focos rojos adheridos a un gigantesco arco, la estructura que sostiene su ondulada cubierta otorga al estadio Khalifa un aire de montaña rusa. Los centelleantes juegos de luces que visten rascacielos y torres prismáticas en los aledaños del coliseo componían un paraje de parque de atracciones invadido por el azul de los entusiastas hinchas japoneses. Desde hace tiempo, el fútbol profesional nipón busca romper con la imagen fantasiosa que le confirió la popular serie de animación Campeones. Los jugadores que logran un hueco en el fútbol europeo se empeñan en desligarse de las figuras de los fantasiosos Oliver y Benji. Las últimas generaciones que han desembarcado en el fútbol europeo también reniegan de ser meros reclamos publicitarios para la expansión comercial en Asia de los clubes que les contratan.
El fútbol japonés ha salido del parque temático. Se ha llevado por delante a la aristocrática Alemania y a punto estuvo de ocasionar un colapso y un batacazo histórico a la España de Luis Enrique, a la que le rebajó los humos. Durante tres minutos la Roja estuvo fuera del torneo cuando Costa Rica se puso por delante de Alemania. Tan mal lo vio Luis Enrique con la oleada japonesa en el inicio del segundo tiempo, que tuvo que dar entrada casi de una tacada a Jordi Alba, Marco Asensio, Ferran Torres y el inédito hasta el momento Ansu Fati. Para entonces, Luis Enrique y el banquillo español eran ya un manojo de nervios y de incredulidad por lo que sucedía a escasos metros y 50 kilómetros más allá.
Con una línea de cinco, otra de cuatro y un único delantero, Japón jugó a echar otra palada de tierra más a la inocencia que se le achaca a sus futbolistas buscando el error en la salida de balón de España. Busquets, primero, y Unai Simón, después, les acercaron al gol. El primero, con una mala entrega, y el segundo, desorientado, recortando hacia adentro con la línea de gol a menos de medio metro. El gol de Morata sí hizo revivir esa inocencia perdida por la descolocación de la defensa ante una segunda jugada. Azpilicueta y el goleador español revivieron su sociedad en el Chelsea, donde firmaron secuencias muy similares.
Los futbolistas japoneses alcanzaron el túnel de vestuarios noqueados por el gol de Morata y porque España les había escondido la pelota. El segundo acto confirmó que Japón ya no es aquella selección que se derrite al primer golpe. De una presión y un robo a Balde logró el empate. Y de una transición rápida se puso por delante en el marcador tras determinar el VAR que antes de producirse el centro que originó el tanto, el balón no había rebasado por completo la línea de fondo. Quizá, si hay alguna selección que le pegue más un gol validado por la alta tecnología sea a Japón. Aunque de Oliver y Benji ya solo le queda el impulso que supuso la serie para que su fútbol se haya colado como primera de grupo en los octavos de final de este Mundial.
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