Miki Oca, campeón como jugador en Atlanta 1996 y seleccionador del equipo de waterpolo oro en París: “Soy un entrenador normal”

Fue Rafa Aguilar, cuando era internacional y capitán del Tarrassa, quien se llevó a Miki Oca a jugar a su club. El madrileño había surgido como jugador de waterpolo en la piscina del club Encinas, en Boadilla del Monte. Un rincón remoto en el mundo del waterpolo, que acabó por producir a un mito: Oca ganó la plata en Barcelona 92 y el Oro en Atlanta 96 y otra vez Rafa Aguilar, ahora director de waterpolo en la federación, sugirió su nombramiento como seleccionador después de los Mundiales de 2011. Desde entonces España, que no se clasificó para Sydney, Atenas ni Pekín, suma dos platas, un quinto puesto y un oro.

“No es casualidad”, dice Aguilar. “Miki es olímpico. Hay deportistas que van a los Juegos y ganan medallas y otros que son muy buenos, pero no lo consiguen. Él en los Juegos siempre gana. Se maneja con naturalidad, sin presión. Tiene algo intangible que le ayuda a conseguir cosas”.

A sus 54 años, Miki Oca tiene una facultad: es maestro en el arte de ponerse a la sombra. Brillan las nadadoras. “Yo no tengo ningún don ni nada”, dice. “Yo soy el entrenador. Un entrenador normal que trabaja con unas chicas que tienen mucho compromiso”.

“¡No me quito importancia! Digo lo que siento. ¿Quién ha ganado el partido? ¡Yo estoy en un segundo plano! Ellas son las que están ahí en el agua. Y si hay entrenadores que quieren ser autores de sus equipos me parece ben. ¡Claro!”.

“Tengo mucha suerte”, dice, cuando le preguntan si es casualidad que sea campeón olímpico como jugador y entrenador. “Suerte de los compañeros que tuve y de estar con este grupo de chicas. Ser el nexo con Atlanta 96 son casualidades de la vida. ¡Del aroma de aquel oro ya ni me acuerdo!”.

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