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Otra vez los Hispanos en la lucha por las medallas: ganan a Egipto y acceden a las semifinales de balonmano

La selección remonta al equipo africano (29-28), entrenado por Juan Carlos Pastor, gana en la prórroga y el viernes buscará la final contra Alemania

Álex Dujshebaev, en una acción este miércoles contra la defensa egipcia.
Álex Dujshebaev, en una acción este miércoles contra la defensa egipcia.ALEX PLAVEVSKI (EFE)
Lorenzo Calonge

Pues sí, aquí están otra vez los Hispanos. Otra vez agónicos, otra vez irrompibles, otra vez volviendo de lugares lejanos, otra vez semifinalistas olímpicos tras derrotar en la prórroga a Egipto (29-28). Otra vez Gonzalo Pérez de Vargas para levantar a un equipo legañoso. Otra vez Aleix Gómez, el pistolero que no habla. Otra vez Álex Dujshebaev para mover a tiempo todas las piezas. Otra vez Jordi Ribera afilando la pizarra. Una mañana que la selección empezó con las sábanas pegadas y terminó formando una montaña humana de éxtasis y liberación bajo los palos del meta toledano.

Fueron unas semifinales arrancadas a cuajo a Egipto, el equipo dirigido por Juan Carlos Pastor, el técnico que hizo a España campeona del mundo por primera vez en 2005. A golpe de riñón y apretando las tuercas que durante muchos minutos había tenido flojas (perdía por cuatro mediada la segunda parte), España alcanzó la prórroga como un triunfo, se puso por delante en el tiempo extra, Gómez afinó a falta de 25 segundos en un siete metros forzado por el mayor de los Dujshebaev, y Pérez de Vargas detuvo el último lanzamiento faraón a falta de diez. El viernes se las verá contra Alemania, que derrotó a la anfitriona Francia en la prórroga (35-34).

“Ha habido un momento que parecía que teníamos el partido perdido, que lo teníamos todo en contra y ha sido increíble cómo el equipo ha peleado hasta el final”, se felicitó Álex Dujshebaev. “Parece que está abajo, que las cosas no van y, de repente, es capaz de sacarlo adelante. De generación a generación, se ha transmitido ese espíritu”, valoró Ribera, el hombre que jamás se altera.

Hace dos semanas, 20 minutos antes de que el avión despegase a París, David Barrufet hablaba sobre los rivales, los grupos y la conveniencia de haber caído en un lado u otro del cuadro. Hasta que después de muchas vueltas, llegó al punto conocido: “Al final, todo pasa por el cruce de cuartos. Hay que llegar bien ahí, contra quien sea”, sentenció. La selección se procuró un enfrentamiento con Egipto. Una mole, pero vencible. No era Dinamarca, que es lo que le hubiera tocado si Aleix Gómez no marca en el último segundo del partido del domingo contra Croacia.

El problema de España este miércoles es que llegó tarde al pabellón de Lille. Ocho raquíticos goles al descanso, y la mitad en contragolpe (tres en un minuto) y a portería vacía. “Hay que tirar”, les pedía Jordi Ribera a sus jugadores. Había que tirar porque sufrían un error muy poco habitual: las pérdidas (nueve al descanso). Se empeñaban en contactar con el pivote en un embudo y por ahí se les fueron varias posesiones.

Los dos equipos llevaron mal el madrugón de jugar a las 9.30. Los únicos en forma eran los porteros: Mohamed Aly y, por supuesto, Pérez de Vargas. El toledano es el hombre que siempre descansa bien, que siempre llega a la hora a los sitios. Les echó un par de broncas a los suyos para que despertaran de una vez. Tampoco tuvieron mucho efecto. Él paraba y paraba (nueve al intermedio y 17 al final) a un Egipto que tampoco era un primor.

Al descanso, el tuerto fue el rey. Los cuatro tantos de desventaja (8-12) eran casi lo mínimo que podía conceder España con su casillero en ocho dianas. Los africanos no eran ninguna maravilla, pero Ali Zein se pegó el gustazo de meterle un penalti de vaselina al azulgrana.

El siete contra seis de Jordi Ribera

Durante bastantes minutos de la segunda parte, la manta de España seguía siendo corta. Mejoró en ataque, sí, pero en defensa no cerró las vías. Los hermanos Elderaa (ocho tantos de Yahia y seis de Seif) más Ahmed Hesham (cinco) continuaban martilleando. El partido andaba en un intercambio de golpes que no sacaba a España de pobre. Necesitaba más.

“Con cuatro goles abajo a falta de 15 minutos, hemos decidido ir con todo, arriesgar al máximo con el siete para seis, porque teníamos que jugárnosla, y nos ha salido bien”, explico Álex Dujshebaev. Apareció Ian Tarrafeta, otra vez también él, el mayor de los Dujshebaev se puso al frente de las operaciones y el silencioso Aleix Gómez no fallaba (nueve de nueve al final del choque). Alguna la coló por el ojo de una aguja. La decisión de Jordi Ribera de ponerse en un siete contra seis también resultó clave.

A falta de siete minutos, la selección se puso a uno (21-22) y a falta de dos, empató (24-24). Aleix Gómez, claro. En el tiempo extra, España tomó rápido la delantera y ya no se vio más por detrás. El último minuto y medio, jugó con uno menos por exclusión de Casado, pero ya había mordido a la presa. Llegó tarde, pero ya no se iba. El mayor de los Dujshebaev forzó el siete metros a falta de 25 segundos, que Gómez no falló, y Pérez de Vargas echó el candado.

España empezó el año descarrilando en el Europeo y continuó con una trayectoria de dientes de sierra. Pero el día que Barrufet recordó que había que estar, acudieron a tiempo para pisar otras semifinales. Otra vez los Hispanos en la lucha por las medallas. En Tokio fueron bronce.

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