Pues sí que ha sido un ‘superjueves’
La marcha, el piragüismo, el boxeo, el bádminton, el tenis y el golf hacen sonreír a España después de un miércoles amargo
Llegó a tiempo el séptimo de caballería, pues estaba comenzando el habitual runrún medallero al ver que en nuestra vitrina solo encontrábamos una solitaria medalla de bronce. La tarde del miércoles fue entre mala y nefasta, y la derrota de Nadal y Alcaraz resultó muy dolorosa por su significado.
Me alegro de que fuesen dos marchistas, María Pérez y Álvaro Martín, los que hayan roto la mala racha. Mis simpatías hacia esta especialidad surgieron hace ya bastante tiempo, cuando la marcha era muy poco apreciada, por no decir ridiculizada. Esos andares, ese movimiento de cadera tan raro, sobre todo para los hombres, hacía que se llegase a cuestionar hasta su masculinidad, que qué tendrá que ver una cosa con otra. Tiempos aquellos de mucho machote suelto. Gracias a ser una factoría de ganadores en épocas no muy fructíferas, empezando por el mítico Jordi Llopart, el estigma fue desapareciendo poco a poco y esta modalidad exigente hasta el agotamiento está plenamente integrada en los campeonatos y ya nadie se extraña de ver a gente practicándola en la calle. Hasta te puedes cruzar con Mariano Rajoy.
En esas estábamos, celebrando el final de la sequía, cuando se anunció la llegada al bronce (por ahora) del Profeta. Enmanuel Reyes Pla, boxeador español de origen cubano. Su historia tiene tela. Marchó de Cuba por falta de oportunidades, pasó por Rusia, estuvo en un campo de refugiados en Austria, y fue detenido en Alemania antes de, por fin, llegar a España. Me gusta su desparpajo de fantasma simpático tipo Muhammad Ali. “No he visto a nadie que me pueda ganar” o “al ring voy a arrancar cabezas” son frases estelares que seguramente dijo Alí. Hasta en su conversión al Islam se parecen.
Me he pasado un rato por el golf para ver a Jon Rahm, pero su larga duración hace imposible quedarse más de un par de hoyos seguidos a riesgo de perderte algo. El tiempo suficiente para verle mandar al agua la bola en un par tres cuando estaba protagonizando una buena reacción. Pero bueno, ahí está, a cuatro golpes del primero y con tres días por jugar. He visto cientos de horas de golf, pero no soy un experto, por lo que necesitaría algún entendido que me confirmase o rebatiese una sensación que tengo. Desde que se fue al circuito saudí, Rahm ha perdido un poco su aura semi mitológica. Ahí lo dejo.
El día ha seguido con Alcaraz, que tiene cara de medalla desde que llegó a París. En la primera jornada post Nadal, salió a recordarnos que nadie debe sentirse huérfano de Rafa, pues aquí está él para tapar ese agujero emocional y continuar su tarea de hacernos disfrutar ganando Grand Slams y medallas olímpicas, dejándose el alma en cada partido. Por cierto, a Nadal no le gustan los supertiebreaks, pero como espectador es toda una experiencia emocional. Cómo vas pasando de estar a un punto del cielo a otro del infierno, pone a prueba los nervios más templados. En un súper de esos tan angustiosos han metido la cabeza en semis Bucsa y Sorribes, gran pareja de dobles. Aunque su sombra sea muy alargada, no todo es Nadalcaraz en el tenis olímpico español.
Rahm o Alcaraz, son nombres con mucho peso mediático y popular, como también lo tiene Carolina Marín. Juega en octavos de bádminton y llegó al tercer set. Es a 21 y se plantan en un 17-16 para Carolina. Es un espectáculo ver como en cada punto Carolina se da una conferencia a sí misma. 20-17. Llega el primer match ball después de una revisión del ojo de halcón que le da el punto por unos milímetros. La red se interpone. Pero vamos a ver, no hay nadie que gane con cierta claridad. Pues no. 20-18. Por fin se confirma la remontada. Pega unos cuantos gritos. Está en cuartos.
Me pasan un teletipo (siempre me ha gustado esta frase) informándome de que, mientras he pasado un buen/mal rato con las tenistas, Pau Echaniz se ha llevado otro bronce en la final de K-1. Oye, pues sí que ha sido un superjueves.
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