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El primer gran adiós de Rafa Nadal: fin a la carrera olímpica tras caer con Alcaraz en los dobles

La pareja española cede en cuartos contra los estadounidenses Krajicek y Ram por 6-2 y 6-4

Nadal se despide de la afición tras la derrota.
Nadal se despide de la afición tras la derrota.Albert Garcia
Juan Morenilla
Tenis Dobles Masculino - Juegos Olímpicos - cuartos -
Rafael Nadal / Carlos Alcaraz
24
Austin Krajicek / Rajeev Ram
66

Un abrazo cierra una época. Rafa Nadal se abraza a Carlos Alcaraz cuando los estadounidenses Austin Krajicek y Rajeev Ram les derrotan en cuartos de los Juegos de París por 6-2 y 6-4 en 1h 38m. A los 38 años, el balear deja atrás su carrera olímpica. Ya no habrá otra Villa, ni otro desfile, ni otras batallas veraniegas en la pista. Es el primer gran adiós del campeón de 22 grandes, que duda si estirar su trayectoria, siempre que el cuerpo se lo permita. Juegos ya no habrá más, y el último baile lo ha dado con su heredero Alcaraz.

La pareja descubre al segundo que enfrente se levanta un muro. Krajicek y Ram suben las líneas y atacan la red con una fiereza que sorprende a Nadal y Alcaraz. Los estadounidenses, cuartos cabezas de serie, son una pared que todo lo devuelve, rapidísimos, sincronizados. Los puntos vuelan y el balear cede el saque. El choque frente a los especialistas requiere afinar la estrategia, perfeccionar la táctica. Es necesario elevar junto a la cinta el caudal ofensivo y variar el guion de las jugadas porque en el intercambio de peloteos cortos mandan los norteamericanos, más acostumbrados a los espacios reducidos y más surtidos de automatismos. Krajicek y Ram parecen un solo jugador que se desdobla, un pulpo de ocho brazos.

Es difícil encontrar rendijas entre el hormigón, y no es una cuestión de fuerza, como a veces se empeñan los españoles. Hay prisas y eso no permite bajar el balón el suelo y echar mano de la inteligencia para cambiar la dinámica. Los estadounidenses bailan más que juegan porque repiten sus movimientos de memoria, un imposible de imitar para la pareja Nadalcaraz, que en el dobles acaba de conocerse. Krajicek y Ram saben cómo y dónde colocar sus cuerpos y sus raquetas ante los cañonazos que les llegan desde el otro lado de la pista. Los norteamericanos repiten rotura en el séptimo juego, ayudados por dos dobles faltas seguidas de Alcaraz, y cierran al servicio el primer set por 6-2.

Es una montaña empinada para una cordada que acaba de nacer. Nadal se apunta al menos el arranque del segundo set con cierta comodidad en el saque. Los españoles son inferiores en el cocinado rápido de los puntos, no tienen tantas herramientas. Y sus rivales no conceden que la cosa se alargue demasiado. Atacan los espacios a un ritmo muy alto, y Alcaraz encadena algunos errores. No está tan habituado el murciano, en comparación con Nadal y con los doblistas, a tanto vértigo (son solo seis los partidos que había jugado en esta modalidad en toda su carrera hasta esta cita olímpica). En el fondo de la pista, el doble ganador de grandes este curso sufre más de lo habitual. El oxígeno se agota antes.

Resistir al servicio. Es el clavo al que se aferra la pareja española. Cuando Nadal intercambia un peloteo cruzado con Ram, el partido vuelve al uno contra uno, y ahí el español saca sus armas de veterano para provocar el error del contrario, que tiene enfrente al mosquetero mayor de París. Así avanza el segundo tramo, cada dúo fuerte cuando lleva la iniciativa. Es Nadal quien da un paso al frente, y esta vez conecta una derecha paralela y larga, al ángulo, y eso anima a la pista central, una sauna. Es Alcaraz quien vacila, y su bola golpea en la cinta y queda a merced de Krajicek, y en el punto siguiente Ram ajusta tanto a la línea que la juez de silla baja y tiene un buen rato de charla con los españoles, discutiendo sobre un milímetro aquí o allá. Cae el punto y el juego para los estadounidenses, otra vez al mando.

Ni Nadal ni Alcaraz entienden de rendiciones por separado, tampoco juntos. Reman, sufren, sudan para ganarse una oportunidad, para abrir una puerta. Krajicek y Ram tienen 5-4 y servicio. Tiembla el primero y arranca con doble falta, encendida la Chatrier, que está claro de qué bando canta. Resta Nadal con el alma, y es un 15-30. No se quiere despedir. Resta Alcaraz al hueco, y es un 15-40. Tampoco quiere que acabe el cuento. La central no se calla. Remontan los estadounidenses, y desperdician una bola de partido. Ya no la segunda. Es el 6-4.

Alcaraz cierra un maratón. Por la mañana ha vencido a Roman Safiullin por 6-4 y 6-2 en 1h 30m y se topará este jueves (no antes de las 14.00) en cuartos del cuadro individual con Tommy Paul. Nadal cierra una época, una maravillosa aventura olímpica.

Nadal y Alcaraz se abrazan tras la derrota.
Nadal y Alcaraz se abrazan tras la derrota.Claudia Greco (REUTERS)

"Se ha terminado un ciclo"

“Para mí se ha terminado una etapa”, asume Rafa Nadal. En París se cierra su camino olímpico, aquel que comenzó precisamente jugando el dobles, en 2004 junto a Carlos Moyà. Y en París, su París, se acaba el plazo que se había dado a sí mismo esta temporada para comprobar qué estado  presentaba su cuerpo y su juego, una especie de fin de trayecto que  puede ser definitivo. “Me había marcado los Juegos Olímpicos como objetivo desde que empecé el año. Se ha terminado este ciclo, voy a volver a casa, voy a desconectar y en frío, cuando tenga claro cuál es mi siguiente etapa, con una raqueta en la mano o sin ella, lo haré saber. Me he esforzado siempre lo suficiente como para irme con la satisfacción de haber hecho todo lo posible. Eso lo he conseguido, estoy en paz. Si no tengo claras las motivaciones, tomaré otro camino, que está más que aceptado”, comentó sobre ese futuro entre interrogantes. 
Antes ha disfrutado de una “semana divertida” en Roland Garros, aunque no con el final que soñaba. “Es el deporte. No estuve al nivel en el individual y en el dobles los partidos pasan muy rápido y cualquier detalle te marca. No hemos llevado el partido al límite. Carlos y yo hemos tenido una relación fantástica, hemos compartido mucho fuera de la pista y dentro hemos estado alegres y con intensidad. No ha podido ser, ya está”, explicó.
Se cierran para él los Juegos en los que portó la antorcha olímpica, un reconocimiento que agranda su amor por este escenario. “Es el lugar que más me importa. Recibir este cariño es una emoción interna difícil de explicar. Aquí he vivido mucho durante muchos años. Solo siento agradecimiento”.
Antes que él, también Alcaraz lamentaba el fin de este trayecto conjunto. “Esta bonita aventura se ha acabado. Mi sueño de pequeño de jugar con Rafa, de aprender de él, se ha cumplido. Ha sido una experiencia maravillosa”, afirmó el murciano, que caminará en solitario.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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