Machaca el calor, resiste Carreño
El asturiano, citado con Medvedev en cuartos, es el único español tras la criba: Davidovich, Muguruza y Badosa caen, esta última por una indisposición. La presión de los tenistas retrasa el inicio de los partidos
El día arranca así, bajo un bochorno abrasador, entre toallas de hielo y cañones de aire acondicionado. El tifón que se anunciaba ha quedado reducido a tifoncillo, ni siquiera un día galernoso en el Cantábrico, y cuando el sol y la humedad azotan al mediodía, a eso de las dos en Tokio –32º de temperatura y una humedad de casi el 80%–, el cuerpo de Paula Badosa colapsa y a la española no le queda otra que irse al suelo para ser atendida y renunciar cuando ha cedido el primer set (6-3). Han transcurrido 45 minutos. Marketa Vondrousova, pues, accede a las semifinales (Elina Svitolina al otro lado de la red) y se esfuma una bonita oportunidad de medalla. Más tarde vuela la otra opción femenina, con la derrota de Garbiñe Muguruza frente a la Elena Rybarikova (7-5 y 6-1), y luego Alejandro Davidovich se inclina ante Novak Djokovic (6-3 y 6-1).
Badosa abandona la Pista 4 del complejo en silla de ruedas y con una toalla cubriéndole la cabeza. La acompañan su preparador, Javier Martí, el doctor de la delegación española, Ángel Ruiz-Cotorro, y la capitana del equipo de la Copa Federación, Anabel Medina. Lo advertían los jugadores a lo largo de la semana. “Esto es una broma”, reprochaba Daniil Medvedev. “No entiendo por qué no modifican los horarios”, protestaba Djokovic, que se reunió con los organizadores solicitándoles medidas porque en un momento u otro podía pasar algo. Cayeron varios recogepelotas estos días, y este miércoles finalmente Badosa.
“Si te digo la verdad, estoy hecho polvo ahora mismo… Me cuesta pensar”, responde Pablo Carreño a EL PAÍS después de batir a Dominik Koepfer (7-6(7) y 6-3) y situarse entre los ocho mejores, convirtiéndose en la única esperanza española. “Ha sido difícil, y tengo todavía el mixto esta tarde”, dice. “Voy a intentar recuperar para encararlo bien y después descansar por la noche para llegar a los cuartos de la mejor manera. Pero Paula [Badosa, la que iba a ser su compañera en el dobles mixto] todavía lo va a tener peor, porque aún no ha acabado…”, completa sin saber lo que va a ocurrir unos minutos después a unos 500 metros.
“Las condiciones son muy duras. Ha costado mucho, pero ya lo sabíamos”, continúa el asturiano con mala cara y las mejillas y la frente enrojecidas, con ganas de retirase para darse un baño de agua fría, comer y descansar porque este jueves pasa un tren hacia el metal y solo Medvedev puede privarle de cogerlo. “Ya estoy entre los ocho mejores, y eso es obviamente una buenísima noticia. Un torneo como este es totalmente distinto a los que estamos acostumbrados a jugar, pero las sensaciones son muy buenas y he ido sobreponiéndome a todo”, valora.
“Puedo morir, pero tú serás el responsable”
Tras esas palabras llega el susto de Badosa, que venía como un tiro y con hambre, pero termina sucumbiendo al calor. Fuera de combate ella, Muguruza y Davidovich, al tenis español le queda ahora solo una bala gijonesa, la de Carreño. Entretanto, la humedad sigue haciendo estragos y el frenético ritmo del formato olímpico exprimiendo los cuerpos. “Puedo terminar el partido, pero puedo morir. Entonces, tú serás el responsable”, le dice Medvedev al juez Carlos Ramos mientras guerrea con Fabio Fognini (6-2, 3-6 y 6-2), ante el que ha necesitado dos pausas médicas para reponerse.
“En el primer set sentí que no podía respirar bien, por eso llamé al fisioterapeuta. Sentí como si mi diafragma se hubiera bloqueado. No podía respirar correctamente. Y en el segundo veía puntos negros en los ojos, y tampoco podía respirar bien. Creo que fue el día más húmedo que hemos tenido hasta ahora, de lejos”, explica el ruso ante los periodistas.
Aunque el termómetro fije esos 32º, la sensación es bastante superior. Como otros días, la Federación Internacional de Tenis (ITF) ha activado la regla del calor extremo; esto es, mayor tiempo de pausa entre punto y punto, 30 segundos más de tregua entre juego y juego, y 10 minutos de transición en lugar de cinco si los partidos se prorrogan hasta el tercer set. Sin embargo, el cemento chupa más y más calor, lo escupe al ambiente y los tenistas lidian como pueden con todo. Lamentablemente, Badosa levanta la bandera blanca. En la sauna de Tokio, la historia va de competir al límite.
Al final, las protestas de los tenistas surten efecto y a última hora, la ITF accede: en lugar de arrancar a las 11.00, la jornada del jueves comenzará a las 15.00: “En interés de la salud y el bienestar de los jugadores”.
SCHWARTZMAN: “PARECÍA ‘THE WALKING DEAD”
Enojado por la derrota contra Karen Khachanov, el argentino Diego Schwartzman también elevó la voz al entender que las condiciones de juego son peligrosas para la salud de los tenistas. “Es una locura que nos manden a jugar a las doce del mediodía con 40º. Que tres personas que están bajo un aire acondicionado decidan que tenemos que jugar así es una locura”, denunció el bonaerense.
“Fue un partido para ver quién aguantaba más y él con sus saques sacó la ventaja”, continuó el 13 del mundo, muy gráfico. “En lugar de tenis parecía The Walking Dead”, dijo al canal TyC Sports en referencia a la popular serie sobre zombies, “pero mi calentura es porque no pude aprovechar las oportunidades, no por las condiciones”.
En medio de este escenario, las semifinales femeninas serán Svitolina-Vondrousova y Bencic-Rybakina, y los cuartos masculinos quedaron así: Carreño-Medvedev, Djokovic-Nishikori, Zverev-Chardy y Khachanov-Humbert.
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