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DIARIO DE UN EXOLÍMPICO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¡Son los Juegos!

Esta edición contará con 33 deportes. Si no encuentras algo que te anime las 17 próximas mañanas es porque no quieres

Pau Gasol durante el entrenamiento de este jueves de la selección española de baloncesto en Saitama
Pau Gasol durante el entrenamiento de este jueves de la selección española de baloncesto en SaitamaARIS MESSINIS (AFP)

No creo en eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor. La memoria es muy puñetera, y tiende a presentarnos al ayer falsamente aseado. Como un Eduardo Manostijeras cualquiera, poda nuestros malos recuerdos y aquel viaje infernal se convierte, diez años después, en una aventura apasionante. O esa reunión familiar que casi acabó a tortazos, con el milagroso transcurrir del tiempo termina siendo un maravilloso día de paz y amor. Hasta yo mismo, si me preguntas por los Juegos de Moscú, en 1980, te contaré que lo pasamos bomba, cuando la realidad es que, entre partido y partido, nos aburrimos como ostras al no haber nada que hacer.

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A priori todo parece indicar que, en esta ocasión, este soniquete nostálgico tiene fundamento. La maldita pandemia ha hecho que la única cosa que en los últimos meses ha llegado en buena hora han sido las vacunas. Lo demás parece metido con calzador, forzado por cuestiones de todo tipo, especialmente económicas. Esto tiene un reflejo en el ánimo de todos, y solo hace falta leer algún titular tipo Los Juegos del silencio, Juegos sin alma o Paren los Juegos para que te entre definitivamente la bajona. Por no hablar del conteo uno a uno de los positivos, que son cantados casi como goles en un carrusel deportivo, los infinitos controles a los que se someten deportistas y medios de comunicación o que a Ona Carbonell no le dejan llevar a su hijo en edad de lactancia materna. Pero hagamos un esfuerzo y busquemos elementos que nos den esperanza, que los hay.

El primero, y traduciendo libremente las palabras del presidente del COI, es que podemos darnos con un canto en los dientes por que, finalmente, haya Juegos Olímpicos. Porque, por unas cosas o por otras, llámese pandemia, llámese japoneses, no muy por la labor, se ha estado en más de una ocasión a punto de bajar la persiana definitivamente.

Segundo. Queda ya muy poco para que comiencen las competiciones en los 33 deportes con los que contará esta XXXII edición. ¡33 deportes! Eso es mucho donde elegir. Y encima, para los amantes de las novedades, habrá nuevas especialidades como béisbol, escalada (esta no me la pierdo), kárate, skateboarding y surf. Vamos, que si no encuentras algo que te anime las 17 próximas mañanas es porque no quieres.

Y tercero. Cierto que van a ser raros, raros. Es verdad que nos pillan subidos a la enésima ola de las que tanto nos cuesta bajar y tan poco subirnos a la siguiente. Pero lo que no va a faltar es lo más importante. Los deportistas, los equipos, la emoción competitiva entre los mejores, las grandes marcas, los momentos para la historia, la victoria conviviendo con el drama y por supuesto, los lloros en el podio, donde ningún segundo se va a quitar la medalla del cuello. Durante 17 días se verán las caras en estadios, pabellones, piscinas, playas, ríos o carreteras. En muchos casos estas chicas y chicos han sufrido de lo lindo para llegar hasta aquí sorteando todo tipo de obstáculos, teniendo que prepararse sumidos en la incertidumbre, variando planes y soportando la continua sombra de un virus traicionero. Pero, por fin, su titánico esfuerzo tiene la recompensa al haber llegado hasta aquí. Vienen para cumplir sus sueños y de paso, hacernos partícipes de ellos.

Cualquier deportista sabe que no puedes perder ni un solo minuto pensando que las cosas podrían ser de otra forma. La realidad no siempre resulta fácil de digerir, los escenarios no siempre son los soñados, pero si algo entiende el deportista es que se juega con lo que hay. Y lo que hay, con o sin público, con o sin pandemia, resulta lo suficientemente estimulante como para no darle muchas vueltas a lo que podría haber sido.

Parafraseando a ese genio de las finanzas, trilero mayor del reino: Amigos, ¡son los Juegos!

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