Ir al contenido
_
_
_
_

Intrahistoria del Mundial 2030: una candidatura llena de vaivenes como reflejo de los escándalos de la RFEF

El proyecto se inició con Portugal y España, Marruecos fue reemplazada por Ucrania antes de incorporarse definitivamente y el escándalo de Jenni Hermoso propició que el partido inaugural se dispute en Uruguay

Luis Rubiales y Fauzi Lekjaa
Ladislao J. Moñino

La polémica por una supuesta alteración de las puntuaciones para favorecer la designación de San Sebastián en detrimento de Vigo como sede del Mundial 2030 es el último episodio de la escabrosa carrera de España por albergar la Copa del Mundo 2030. Una maratón iniciada por Luis Rubiales en 2018 y concluida a tirones por la presidencia de Pedro Rocha con Rafael Louzán como vicepresidente. Con dos presidentes inhabilitados (Rubiales y Rocha), el proyecto de organizar el Mundial 2030 junto a Portugal y Marruecos no ha sido ajeno al desgobierno provocado por los vacíos de poder que han generado los escándalos por el beso no consentido a Jenni Hermoso o las corruptelas en las que ha estado inmersa la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en los últimos siete años.

“A España no le han quitado el Mundial, porque es una potencia futbolística y no había una candidatura sólida que hubiera pugnado por organizarlo”, asegura un técnico de candidaturas inmerso en procesos de elección de Mundiales y Eurocopas. El año que Rocha estuvo sin convocar elecciones tras reemplazar a Rubiales ya costó un serio aviso de la FIFA. Su director de servicios jurídicos, el español Emilio García Silvero se presentó en Madrid en septiembre de 2024 y le dio un tirón de orejas a la RFEF y al CSD: “O se celebran elecciones antes de fin de año o el Mundial peligra”.

La destitución el pasado miércoles de María Tato, directora del comité de la candidatura, ha sido otro ejemplo de la improvisación y la informalidad que han impregnado el proyecto por parte española. La federación dio por bueno el informe que le encargó a Tato para justificar las puntuaciones cambiadas a última hora que desveló El Mundo. Sin embargo, Tato acabó negociando su destitución tras poner su cargo a disposición de Rafael Louzán, actual presidente de la RFEF. Este, según el alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, es el principal responsable de la no elección de la ciudad olívica por la batalla personal y política que les enfrenta desde hace años. Louzán lo niega. Le salpica que, siendo vicepresidente, recibió un correo de Tato con la penúltima clasificación que incluía a Vigo. “Si se entiende que se han manipulado las puntuaciones, habrá que preguntar a los responsables. Si se han cambiado en 48, 50 o 20 horas, ¿dónde está mi responsabilidad?”, defendió Louzán el viernes pasado antes de anunciar que España, Portugal y Marruecos también quieren organizar un Mundial femenino.

Los otros dos miembros de la comisión de la candidatura, el exjugador Fernando Sanz y Jorge Mowinckel, director de relaciones internacionales de la RFEF, fueron despedidos en enero. Ambos estaban muy marcados por su pasado rubialista y su mala relación con Tato. Las desavenencias entre el triunvirato provocaron que empleados de la federación los bautizaran como la “pandilla basurilla”. La realidad es significativa. Ninguna de las tres personas encargadas de dirigir la candidatura de España estará presente en la concreción del proyecto. Cuatro si se añade a Andreu Camps, el exsecretario general despedido tras el caso Jenni Hermoso.

Los vaivenes en la candidatura han sido constantes desde sus primeros pasos. El 13 de septiembre de 2018, Luis Rubiales se presentó en La Moncloa con Gianni Infantino, presidente de la FIFA, para proponerle a Pedro Sánchez que respaldara la intención de la federación de postular a España para organizar la Eurocopa de 2028 o la Copa del Mundo de 2030. Con el beneplácito del presidente del Ejecutivo, en el proyecto embrionario se apostó por esta última competición, aunque sin perder de vista la posibilidad de organizar el europeo por si se truncaba la opción mundialista. De inicio, se perfiló una candidatura ibérica junto a Portugal en la que terminó entrando Marruecos. Esta primera inclusión del reino alauita generó el primer gran cisma. En una visita oficial a Rabat el 19 de noviembre de 2018, Sánchez anunció que Marruecos se sumaba a la candidatura. Rubiales se mostró sorprendido e irritado por el anuncio y el primer ministro luso, el socialista António Acosta, le dijo a Efe: “Es una idea que nunca nos ha sido oficialmente planteada. Cuando lo sea, tendremos que estudiarla”.

La idea de incluir a Marruecos no le agradó al presidente de la UEFA, el esloveno Alexander Ceferin. “Alguien debería decir de una vez a los políticos que no depende de ellos si serán anfitriones de las Eurocopas o de la Copa del Mundo o no”, advirtió Ceferin, además, partidario en ese momento de que el Mundial se celebrara exclusivamente en territorio europeo. Apenas ocho meses después de la línea marcada por Ceferin, Marruecos estaba fuera de la ecuación. El 8 de junio de 2019, la federación española y la portuguesa emitían un comunicado conjunto. “Las Federaciones Española y Portuguesa inician el análisis de una candidatura conjunta para el Mundial de 2030″. Marruecos, por su parte, emprendía una iniciativa en la que también se vinculaba a Argelia y Túnez.

Ya sin Marruecos, España y Portugal se volcaron de lleno en el proyecto. El Reino Unido, con Inglaterra a la cabeza, era el gran enemigo europeo a batir. El otro era la triple candidatura suramericana liderada por Uruguay, que incluía a Argentina y Paraguay. El centenario del primer Mundial celebrado en el país charrúa en 1930 era la gran baza histórica de un proyecto que no contaba con el músculo y las garantías financieras suficientes que exige la FIFA. Fernando Gomes, presidente de la federación lusa y mano derecha de Ceferin en UEFA, y Luis Rubiales idearon una estrategia del agrado del esloveno. Este había marcado otra línea roja: el fútbol europeo no debía entrar en una guerra interna por organizar el Mundial y debía haber una única candidatura. España se retiró de la carrera por organizar la Eurocopa 2028, adjudicada a Inglaterra, Escocia, República de Irlanda y Gales a cambio de que estas renunciaran a pujar por organizar el Mundial 2030.

Con el camino despejado en Europa y la debilidad del proyecto suramericano, la candidatura ibérica cotizaba al alza como la gran favorita. Hasta que emergió en la carrera la potencia económica de Arabia Saudí, empeñada en blanquear su régimen con la celebración de grandes eventos deportivos. Esto propició otro giro inesperado. El 4 de octubre de 2022 se conoció que España y Portugal sumaban a Ucrania, que acababa de padecer la invasión de Rusia. Pedro Sánchez y António Costa habían pactado con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, la integración de la antigua república soviética al proyecto. La cesión de la disputa de algunos partidos de la primera fase era el legado solidario para Ucrania.

Lo que parecía un golpe de efecto definitivo para asegurar el éxito de la candidatura ibérica en la votación de los 155 países miembros de la FIFA no fue tal. El 10 de marzo, solo seis meses después de sumarla al proyecto, Ucrania era descabalgada bajo la excusa de que el presidente de su federación, Andriy Pavelko, estaba siendo investigado por sobrecostes en la construcción de campos de fútbol, lo que se consideraba una injerencia del gobierno ucranio. Días antes de que se confirmara el rumor de que Ucrania se quedaba fuera, este periódico hizo una consulta a la FIFA sobre si la investigación a Pavelko era motivo para excluir a Ucrania de la candidatura y la respuesta fue negativa entre otras razones porque aún no se había publicado el pliego de condiciones.

Para no dejar mal a Pedro Sánchez y a António Costa, que habían anunciado a bombo y platillo la inclusión de Ucrania, desde la federación expusieron que “la conformación de la candidatura es un trabajo exclusivo de las federaciones de fútbol de Portugal y España en las que los gobiernos de ambos países no intervienen ni han tenido ninguna decisión al respecto”. Con Ucrania fuera, volvió a entrar en juego Marruecos porque dividía el voto africano con el que contaba Arabia Saudí. Este si fue un golpe definitivo porque forzó a Arabia Saudí a retirarse de la puja del Mundial 2030 a cambio de ser la candidatura única para 2034.

Con el éxito asegurado, aún hubo otro vuelco a la candidatura. El escándalo de Jenni Hermoso fue la excusa perfecta que encontró Infantino para contentar a Uruguay, Argentina y Uruguay con el partido inaugural y otros dos encuentros de la primera fase con motivo del centenario de la primera Copa del Mundo. La Conmebol presionó bajo el razonamiento de que siempre era el futbol suramericano el que era condenado por sus escándalos y resultaba que uno de los presidentes de la candidatura de España, Portugal y Marruecos acababa de protagonizar un escándalo en la entrega de premios del Mundial femenino y también estaba investigado por corrupción por la justicia española.

Configurada de manera definitiva la organización del Mundial 2030 en tres continentes, en España se inició la batalla por la elección de las sedes que ha constatado el enfrentamiento del Gobierno con la RFEF. Vigo y Valencia se han quedado fuera, pero será la FIFA la que empiece a decidir tras la conclusión del Mundial 2026. Entonces creará la sociedad mercantil que organizará la Copa del Mundo de 2030 y las sedes que ofrezcan una mínima duda en cuanto a financiación serán eliminadas de inmediato.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_