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El fútbol español elige este lunes presidente en medio de la guerra sucia entre los barones territoriales

El gallego Rafael Louzán, condenado por prevaricar, y el valenciano Salvador Gomar aseguran sentirse ganadores

Rafael Louzán, condenado por prevaricar, candidato y favorito a ganar las elecciones a la presidencia de la RFEF que se celebran este lunes en Las Rozas.
Rafael Louzán, condenado por prevaricar, candidato y favorito a ganar las elecciones a la presidencia de la RFEF que se celebran este lunes en Las Rozas.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)
Ladislao J. Moñino

Un año y medio después de los escándalos que hicieron saltar por los aires el mandato de Luis Rubiales, el fútbol español elige este lunes a partir de las doce del mediodía presidente para el periodo olímpico 2024-2028. Las elecciones a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) han estado marcadas por la guerra sucia entre los presidentes de las territoriales, divididos en dos bandos. El gallego Rafael Louzán, condenado a siete años de inhabilitación para ocupar cargo público por prevaricar y favorito a ganar, y el valenciano Salvador Gomar se disputan la poltrona de la ajada institución. El tercer candidato, el extremeño Sergio Merchán, es un convidado de piedra al que Louzán prestó 23 avales por si el Consejo Superior de Deportes (CSD) le impedía presentarse o le inhabilita cuando acceda a la presidencia. Esta es la intención del organismo que preside José Manuel Rodríguez Uribes. La condena de Louzán, aunque está pendiente de su recurso ante el Tribunal Supremo, choca de lleno con la política del CSD de restaurar la imagen reputacional de la federación y del fútbol español ante el mayúsculo reto de organizar el Mundial 2030 junto a Portugal y Marruecos.

El duelo es claro entre Louzán y Gomar. El primero dice contar con más de 90 votos y el segundo con una horquilla de entre 70 y 80, por lo que las cuentas no salen porque el número de asambleístas con derecho a voto suma 141. Uno y otro juegan a darse por ganadores para tratar de aglutinar los votos del miedo al aislamiento de los barones indecisos que deciden su voto cuando tienen la certeza de quién es el caballo ganador. Hasta el domingo se especulaba si el tercer candidato, Sergio Merchán, renunciaría este lunes a presentarse. En cualquier caso, una hipotética presidencia suya sería tan rocambolesca como kafkiana y ofrecería una visión del descalzaperros y el lodazal en el que se mueve el mundo federativo del fútbol español. Merchán reúne señales intrínsecas a los denominados gobernantes de paja. Podría ser el primer presidente de la federación sin apenas haber levantado el teléfono para amasar avales y votos, sin presentar programa y sin hablar con la prensa.

El ganador saldrá del citado voto de los 141 asambleístas: 19 presidentes de territoriales; 50 clubes (20 profesionales y 30 aficionados); 32 jugadores (19 y 13), 11 árbitros (7 y 4), 16 entrenadores (6 y 10); fútbol sala (5 clubes, 4 jugadores, un árbitro y un entrenador); y el fútbol playa (un club). El vencedor necesita mayoría absoluta (71 votos) y, en el caso de no darse habría una segunda vuelta con los dos candidatos más votados. Entonces bastaría la mayoría simple. Si hubiese empate en la segunda vuelta se repetiría la votación tras una hora de reflexión. Los aires de sainete que han sobrevolado el proceso electoral durante este año y medio ya sería mayúsculo con un segundo empate porque la elección del nuevo presidente del fútbol español se dirimiría a cara o cruz. Literal.

Los barones deciden

Estas, más que cualquiera de las últimas elecciones a la RFEF, son las elecciones de los barones. Entre todos pactaron que el presidente tenía que ser uno de ellos después de las experiencias vividas con Ángel María Villar, al que adoraban, y con Luis Rubiales, al que dejaron hacer y deshacer sin cuestionarle nada. Villar y Rubiales dieron el salto a la presidencia de la RFEF como mandamases del sindicato de futbolistas (AFE).

La efímera presidencia del inhabilitado Pedro Rocha ya fue una señal inequívoca de la apuesta por la endogamia impuesta por los barones. Ni el exsecretario general Gerardo González, ni el empresario madrileño Juan Manuel Morales fueron capaces de reunir los 21 avales necesarios para poder presentar candidatura. Más que nunca, los comicios a la presidencia federativa han sido un coto cerrado por los barones. “El presidente será el que quieran los presidentes de las territoriales”, afirmó sin rubor el catalán Joan Soteras, que puede tener los días contados como barón por presunta falsificación de votos en las elecciones a la presidencia de su territorial. Con sus declaraciones, Soteras, que apoya a Louzán, tiró por los suelos el argumento de los barones de que no controlan a la mayoría de los asambleístas. “Solo representamos 19 votos”, defienden cuando se les acusa de manejar a su antojo a la gran mayoría de los asambleístas que votan.

El favoritismo de Louzán, que se declara continuista de la labor de Rocha, viene dado por el apoyo de entre 12 y 14 territoriales, y el del fútbol profesional a través de LaLiga y encabezado por su presidente Javier Tebas. Durante la pasajera presidencia de Rocha y de la persona que este designó cuando fue inhabilitado, la exjugadora María Ángeles García Chaves, Yaye, Louzán ejercía de correa de transmisión entre la RFEF y LaLiga. Yaye es la mujer de Alberto Montes, exsecretario de Rocha en la federación extremeña y fue aupada a la presidencia interina de la federación. Para estas elecciones ni se ha postulado como candidata. Otro rastro evidente de cómo se ha manejado la federación.

Nuevo incendio a la vista

Hay un consenso generalizado de que Louzán es de los tres candidatos el más capacitado para dirigir la federación. Su problema y el del fútbol español es que, si gana, la estabilidad que proclama en su programa no está garantizada. Si el Tribunal Supremo ratifica su condena el próximo mes de febrero obligaría a abrir otro proceso electoral. Louzán puede intentar aferrarse al cargo alegando que la condena es solo para cargos públicos análogos. También, según ha desvelado EL PAÍS, el que fuera presidente de la Diputación de Pontevedra maneja informes en los que sus asesores jurídicos recomiendan cambiar los estatutos federativos en sus artículos 19.4 y 24. El primero, referente a los requisitos para formar parte de los órganos de gobierno federativos, establece como condición “no estar inhabilitado para desempeñar cargos públicos”. Esto no le ha impedido a Louzán presentarse a las elecciones, pero sí le niega el acceso a los órganos de gobierno. El presidente de la federación también lo es de la Asamblea y de la Comisión Delegada. El artículo 24 tiene que ver con el cese en los cargos para cualquier persona afectada por las restricciones del 19 (citado anteriormente). Louzán ha asumido ese riesgo temerario alegando el apoyo de la mayoría de los barones. Si es descabalgado por el CSD o por el Supremo habrá que ver qué excusas arguyen los barones. Con Villar y Rubiales se refugiaron en el “yo no sabía o yo no pintaba nada”.

El riesgo que corre el fútbol español con Louzán ha sido la baza que ha explotado Gomar para sumar adeptos a su causa. El barón valenciano ha sido acusado por su contrincante de estar avalado en la sombra por Luis Rubiales. Gomar lo niega, aunque uno de sus hombres fuertes es José Manuel Molina Maza, vicepresidente de la territorial andaluza muy ligado a Rubiales, según Louzán. Gomar también ha denunciado guerra sucia por parte del gallego, al que achaca que le insinuó en una conversación privada que saldrían a la luz aspectos escabrosos de su vida como una denuncia por acoso laboral y tener una hija nacida de una relación extramatrimonial.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.
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