La presidencia de la RFEF y el milagro de que el fútbol funcione
Un reglamento que el CSD no ha sabido o no se ha atrevido a reformar concede la llave de las elecciones al turbio colectivo de presidentes territoriales, que entre sí discuten, pelean y se enseñan los dientes
Cuando Ramón Mendoza cumplió un año como presidente del Real Madrid le pregunté qué le había llamado la atención: “Que el fútbol funcione. Visto en qué manos está, e incluyo las mías —risotada— es un milagro. Cada domingo se juegan miles de partidos en España y ahí están el árbitro y los dos equipos, y todo funciona”.
Lo recuerdo ante este nuevo descalzaperros organizado en torno a la sucesión de Rocha, dinamitado por el mismo CSD que preservó a Rubiales, sin más razón que ser enemigo de Tebas, hasta que nos abochornó en la final femenina y la FIFA le hizo saltar. El anterior fue Ángel Villar, cuyo mandato de apariencia inacabable sólo terminó con la irrupción de la Guardia Civil en las dependencias federativas. Parece un milagro que en paralelo con tanto desvarío en las alturas nuestro fútbol haya seguido creciendo en atención e ingresos, se eleven nuevos estadios, florezcan campos de hierba artificial en barrios o pueblos, se haya ido abriendo un espacio justo y necesario a la mujer, acumulemos títulos continentales o mundiales en hombres y mujeres, chicos y chicas, niños y niñas. El fútbol funciona.
Chaves Nogales, en La defensa de Madrid, escribe: “(…) los que se limitan a estar en su puesto y a cumplir con su deber estrictamente son los que han hecho posible el milagro de que la vida ciudadana continúe indefinidamente en el caos de la guerra. (…) Las cartas llegan a su destino, los cines y los teatros funcionan, se despachan los expedientes de viejos pleitos, se cuidan los jardines y circulan los tranvías. Se da el caso, único en el mundo, de que los milicianos van a hacer la guerra en un tranvía cuya última parada es el frente mismo”.
La comparación puede parecer extrema hasta lo chusco, pero me sirve para el ejercicio de responsabilidad y constancia de tantísimos trabajadores federativos que se aplican a cumplir cada día con su obligación. Desde el más humilde bedel hasta el seleccionador nacional, con su contrato sin actualizar.
Y no veo espíritu de enmienda. Un reglamento que el CSD no ha sabido o no se ha atrevido a reformar concede la llave de las elecciones al turbio colectivo de presidentes territoriales, que entre sí discuten, pelean y se enseñan los dientes, pero que a la vez forman una sociedad de socorros mutuos para no permitir que llegue a la presidencia alguien que no sea uno de ellos (Villar, Rocha) o del que no perciban garantías de que no va a molestarles (Rubiales). Ahora, ante la inhabilitación de Rocha por unas decisiones inducidas por el anterior secretario de Estado, emerge como candidato Rafael Louzán, presidente de la gallega, que ha arrastrado hasta el Supremo un pleito por prevaricación cuando presidía la Diputación de Pontevedra. La condena recurrida le inhabilita para cargo público, pero ni aún es firme ni está claro, más bien lo contrario, que la presidencia de la Federación sea un cargo público. En todo caso, el CSD, que sospecho que sopla a favor del presidente andaluz, Pablo Lozano, de militancia socialista pero con escasos apoyos entre sus colegas, ya está en marcha para provocar la inhabilitación de Louzán.
Lo malo es que de momento sólo él tiene suficientes avales de asambleístas (son precisos 21, se le calculan en torno a 80, el total de la asamblea son 143), para presentarse. Aparte de los recaudados a través de las regionales que le apoyan, cuenta con 24 de LaLiga, léase Tebas. Hay otros dos aspirantes, Gerardo González, secretario en otro tiempo de la Federación, que ya intentó un asalto a Villar en 2004, y Juan Manuel Morales, empresario madrileño lanzado a la aventura con el respaldo de algunos notables como David Silva, Luis Milla, Virginia Torrecilla, Amanda Moreno o García Aranda. Ambos expresan su voluntad de acabar con el viejo sistema clientelar que en su día yo llamé villarato, pero por lo mismo tienen muy difícil conseguir avales. Y muy pocas horas para hacerlo, pues hay que presentarlos el martes 3. David Aganzo podría ayudar a alguno de los dos, pues la AFE tiene 22 asambleístas, pero elige ponerse de perfil para en su momento acudir presuroso en auxilio del vencedor.
Es lo que hay: la mayoría de las regionales encanutadas en Louzán, candidatura que me temo que estalle como una pompa de jabón en cuanto el CSD movilice sus tanques. Y luego, nuevo proceso en el cuento de nunca acabar. Quizá una oportunidad para Gerardo González o Juan Manuel Morales, presumiblemente frente a la baza gubernamental, Pablo Lozano. Y la sombra de una posible intervención de la FIFA si llega a la conclusión de que no somos capaces de gobernarnos por nosotros mismos. Algo calamitoso en cualquier caso, más aún con el Mundial 2030 a la vuelta de la esquina.
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