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DE ÁREA A ÁREA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Vinicius, el Balón de Oro y el racismo

El delantero del Madrid no ganó el Balón de Oro porque le superó Rodri por un exiguo 2,7% del voto en un amplio jurado mundial, en el que hay más gustos que colores

Vinicius Real Madrid Osasuna
Vinicius celebra un gol ante Osasuna señalando el escudo del Real Madrid.Daniel González (EFE)

France Football publicó ayer la lista completa de votos de cada uno de sus jurados, 99, porque el de Siria no votó. Por mi parte, certifico que lo que sale ahí es lo que yo voté y no tengo por qué pensar que no sea igual con todos. El que quiera puede hacer la suma y comprobar que Rodri ganó a Vinicius por 1.170 puntos contra 1.129, una corta diferencia de 41. Más lejos quedan Bellingham (917), Carvajal (550) y Haaland (432).

Habrá quien pregunte por qué no se ha dado la lista hasta ahora. Tiempo atrás France Football hablaba con el ganador, le hacía con extremo sigilo un reportaje y la gala se celebraba justo la víspera de la publicación, con portada rompedora. Ahora ya no es posible el secreto por la dimensión que ha alcanzado el premio, de ahí que se haya separado la gala de la proclamación, lo que permite elaborar el reportaje con tiempo.

Mirado de cerca, Rodri ha obtenido el 78,78% del máximo voto posible, 1.485 (cuento la ausencia del jurado sirio), y Vinicius Jr. el 76,02 %. ¿Era para tanto? ¿Esa distancia final tan corta da para semejante escándalo y tan feo desaire? Yo voté a Vinicius y segundo a Rodri porque me gusta más, tiene más magia y fue decisivo en la decimoquinta del Madrid, pero hizo poco en la Copa América y tiene un temperamento alterable, cuestiones que han tenido que costarle votos.

Vinicius es muy bueno, pero no es Pelé, aunque en días como este sábado llegue a parecerlo. No es ningún escándalo que haya salido segundo por corto margen, ni habla de ninguna persecución contra el jugador. Ni por parte de la UEFA, que no tiene mano en la votación, ni de France Football, cuyo propio jurado, el redactor jefe Vincent García, le colocó el primero en su lista. Y el Madrid tuvo el premio al mejor club, Ancelotti al mejor entrenador, Mbappé el de goleador, ex aequo con Kane, y Lunin fue tercer portero. Todo saltó por los aires por la rabieta de Vinicius, que Florentino aprovechó para renovar su fantasmal batalla contra una UEFA, sin influencia en este asunto.

Vinicius desvió el tiro hacia otro lado. Su mensaje en la red fue: “Lo haré 10 veces si es necesario, no están preparados”, aludiendo a su gesto en Mestalla al señalar a los que le insultaban, con lo que marcó un antes y un después. Gracias a él se empezaron a perseguir los insultos racistas en las gradas, que hasta entonces solo parecían preocupar a Tebas, cuyas continuas denuncias iban a la papelera.

El día del premio y el siguiente atendí muchas llamadas de medios, entre ellos Globo TV, de Brasil, donde abundaba esa versión. Les dije que había jurados de todas las razas y que yo mismo le había votado. Entonces, no sabía que también le había votado el hombre de France Football, y varios más de lo que podríamos llamar raza blanca dominante. Pero su entorno estaba haciendo deslizar que ‘el mundo no está aún preparado para premiar a un jugador antisistema’.

Pero, mirado con seriedad, resulta extravagante presentar a Vinicius como el nuevo Tommy Smith, aquel atleta del digno puño negro en alto en México 1968, que perdió su medalla de oro y su futuro por un gesto ante todo el planeta solo unos pocos meses después que de fuera asesinado Luther King. Simplemente, no ganó porque no ganó. Porque no es Pelé y porque le superó Rodri por un exiguo 2,7% del voto en un amplio jurado mundial, en el que hay más gustos que colores, pero de cuya suma se desprende un resultado razonable.

Respecto a su salutífera postura antirracista, él mismo corre el riesgo de desacreditarla con frecuentes actitudes que le colocan en mal lugar. Cierto que “la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero”, pero llega más lejos y más rápido si el que la dice es escuchado con el mayor respeto. Y aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para reclamarse de víctima del sistema no es el camino para ganarlo.

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