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El hundimiento del Real Valladolid del desaparecido Ronaldo

El Pucela, colista, vaga sin proyecto deportivo e institucional con su presidente ausente

Real Valladolid
Los jugadores del Real Valladolid reaccionan ante sus aficionados tras el partido de Liga entre el Getafe CF y el Real Valladolid CF en el Coliseum Alfonso Pérez el el pasado 22 de noviembre.Diego Souto (Getty Images)
Juan Navarro

Ronaldo Luiz Nazario da Lima, dos veces Balón de Oro, suda en la pista de tenis mientras su afición siente que pasa del Real Valladolid, el club que compró en 2018. El presidente y máximo accionista pucelano pega raquetazos mientras los blanquivioleta se llevan dos reveses, de Álvaro Rodríguez y Nyom, para sucumbir en Getafe, ponerse últimos y remar otra semana más hacia el abismo, no solo deportivo sino institucional, ante la inacción del brasileño. Nueve puntos de 42 en liza adornan el pobre casillero vallisoletano en la peor clasificación de su historia tras 14 jornadas. El Pucela, rival hoy del Atlético (a las 21.00, DAZN) se hunde con un entrenador, Pezzolano, cuestionado, pero en el cargo, e incapaz de voltear el rumbo ni de contenerse en el banquillo: fue expulsado tras recibir su octava amarilla del curso y luego encararse con los técnicos getafenses. Sobre el verde, ni plan ni rendimiento.

El carrusel infinito de desgracias desborda a una afición habituada a sufrir. El presidente solo acude a Valladolid por casos extremos y ni ocupa el palco. De la ciudad deportiva, bosquejada con el Ayuntamiento, cero. La gerencia ha diseñado una plantilla pobre y desequilibrada. El preparador no le saca rendimiento y toma decisiones incomprensibles: un día reivindica a la cantera, pero luego no la vuelve a usar; al otro aparta a jugadores para darles minutos en el siguiente choque; en Getafe lo amonestan por protestar y a los cinco minutos se enzarza en el túnel de vestuarios y es expulsado.

La hinchada, que en verano rompió los registros máximos de abonados, supera los 20.000 asistentes quincenales a Zorrilla sin ningún incentivo más que desempolvar su butaca. Ya ni silban: la resignación, salvo alguna bravata contra Ronaldo y Pezzolano, campa por la grada, previendo el descenso desde otoño pese a quedar mucha Liga. La única alegría, Raúl Moro, torbellino en banda, convocado por la selección sub 21 y a quien en verano se dudó si comprar por dos millones de euros. En cinco semanas se abre el mercado de invierno y las estrecheces hacen temer una venta.

Los pucelanos llevan dos triunfos y tres empates en 14 choques. Tampoco puede culparse a la siempre socorrida “mala suerte” porque las sensaciones son incluso más aciagas. Los castellanos, decimoterceros en la clasificación histórica de LaLiga, se ven amenazados por Osasuna, a quien en verano vendieron por cinco millones al prometedor central Boyomo, revalorizado por el doble según los portales de fichajes. Todo, por las cuentas del límite salarial y las exigencias de la Liga, justifica el Real Valladolid, quien este verano gastó unos 14 millones en un plantel que no rinde. Los mejores pagados, Kenedy, Machís y Marcos André, incluso fueron apartados por su escasa aportación al equipo.

Esta sucesión de cataclismos no cuenta con una figura institucional al frente, con un Ronaldo cerrado a las entrevistas o a las comparecencias ante los medios más allá de preguntas simpáticas sobre Vinicius o el Real Madrid. El “proyecto” al que aludió el sudamericano sigue desaparecido pese a la ambición inicial al adquirir el Pucela y pregonar sus aspiraciones: “En cinco años, una vez que logremos permanecer en Primera, reestructurar el club y hacer todas las inversiones que estamos planeando, lo normal es que peleemos por la Champions League. Ahora mismo asusta, pero por qué no pensar en grande”. Este es el recorrido del Pucela en los últimos años con Ronaldo al poder: permanencia, descenso, ascenso, descenso y ascenso.

 Entretanto, el club se encuentra en venta. Los últimos años han abundado los rumores sin que la directiva los niegue, aunque se insista en que solo se venderá si el comprador trae un proyecto firme amén de las cifras requeridas por Ronaldo, que hace unos meses dedicó unos seis millones a una ampliación de capital imprescindible para que el club pudiera acometer los límites salariales pero no así para reforzar la plantilla tras soltar al titular Boyomo. Este ruido de fondo, con los aficionados heridos por el desdén del mandatario y por el desmán de pelotear mientras los suyos fracasan en un enfrentamiento directo en Getafe, retumba con un coco en ciernes: el Atlético de Madrid hoy en Zorrilla. La expulsión de Pezzolano implicará que dirija a los jugadores locales el segundo entrenador. Su nombre: Camilo Speranza. Lo último que se pierde.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.
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