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Indignación en Donostia por los incidentes provocados por los ultras del Anderlecht

El alcalde, Eneko Goia, se lamenta: “No puede ser que una ciudad esté atemorizada todo el día”

Aficionados ANDERLECHT
Ultras del Anderlecht en el partido ante la Real Sociedad en el Reale Arena este jueves.Ion Alcoba Beitia (Getty Images)
Jon Rivas

Un árbitro inexperto, un delegado de la UEFA inoperante, una ciudad indignada. Los incidentes provocados por aficionados radicales del Anderlecht, que se saldaron con cinco detenidos y el susto en el cuerpo de muchos aficionados de la Real Sociedad, que vieron cómo de la grada visitante caían trozos de metacrilato y sillas arrancadas por los ultras del equipo belga, han provocado reacciones de estupor y rabia en San Sebastián. Desde el alcalde, Eneko Goia, hasta la entidad txuriurdin, que ha solicitado una reunión urgente a la UEFA, pasando por decenas de seguidores realistas en vídeos, manifestaciones a las televisiones y mensajes en las redes sociales.

Bajo la dirección del rumano Marian Alexandro Barbu, que pitaba por primera vez un partido en la Liga Europa después de una escasa actividad internacional, con un Irlanda-Gibraltar de clasificación para la Eurocopa como culmen, el partido entre la Real y el Anderlecht (1-2) solo se detuvo durante dos minutos, y ello a instancias de los jugadores realistas que rodearon al juez de línea más cercano a los incidentes de la grada, y a Alex Remiro, el guardameta donostiarra, que demoró el saque de una falta hasta que el árbitro, en actitud pusilánime, decidió actuar apenas durante un pequeño lapso de tiempo.

Para ese momento, el presidente de la Real, Jokin Aperribay, ya había bajado a hablar con el delegado de la UEFA, el alemán Ronald Zimmermann, para solicitar que el partido se suspendiese, o se detuviera durante el tiempo necesario para que se restableciera el orden, pero el representante del organismo internacional, que, junto al árbitro, tenía la potestad de detener el choque, se negó. “Gente que viene a ver a su equipo se tiene que marchar a su casa porque cuatro imbéciles están lanzando cosas”, apuntaba indignado el capitán de la Real, Mikel Oyarzabal. “Hay que condenarlo, la UEFA tiene que dar un paso adelante. Llevábamos unos minutos diciendo que tenían que parar el partido porque estaban cayendo cosas al campo y la UEFA no ha hecho nada”.

Para entonces, los ultras del Anderlecht habían destrozado la mampara de metacrilato que impedía el lanzamiento de objetos a la grada inferior, y que se colocó, precisamente, por los incidentes en un partido anterior ante el Benfica. Por el hueco que abrieron en la protección, lanzaron trozos de asientos, y el metacrilato partido, a seguidores realistas que tuvieron que desalojar, despavoridos, la grada inferior, y refugiarse en los pasillos. En el descanso, los antidisturbios de la Ertzaintza accedieron a la parte inferior de la grada visitante, donde se pertrechaban los radicales, y cargaron contra ellos. La refriega acabó con cinco detenidos, uno de ellos fue puesto en libertad a primera hora de la mañana del viernes.

Pero en San Sebastián ya andaban con la mosca detrás de la oreja desde varios días antes. Conocían cómo se las gastaban los seguidores ultras del Anderlecht y habían intentado tomar precauciones. La indignación creció cuando el operativo del departamento de Interior del Gobierno Vasco decidió concentrar a la hinchada belga en el centro de la ciudad, cuando, hace apenas una semana los 300 pacíficos hinchas de la Real que acudieron a Niza, fueron aislados, antes del partido, a diez kilómetros de la localidad francesa. El hecho conocido de que los belgas atravesarían toda Donostia para llegar al barrio de Amara, donde se ubica el Reale Arena, obligó a varios colegios de la zona a adelantar la salida de los alumnos y a suspender las actividades extraescolares, lo que provocó más indignación todavía entre los vecinos, muchos de ellos afectados por el cambio de horarios de sus hijos. “No puede ser que la ciudad esté atemorizada a lo largo del día y que después acabe con los incidentes que vimos agrediendo a aficionados de la Real”, señala el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia. “No se puede obligar a la Real Sociedad a vender entradas a aficiones de este tipo. Eso es lo primero y la Real opina lo mismo”, apunta. Según el regidor, “lo primero que vamos a intentar es que aficiones que no saben comportarse no vengan aquí, están de sobra. Si eso es inevitable, habrá que hablar con el departamento de Interior para que lo que haya que hacer no colapse toda la ciudad, no puede ser que la ciudad esté atemorizada todo el día por unos desaprensivos que vienen a intimidar”.

Los jugadores del Anderlecht Theo Leoni (izda) y N'Diaye Moussa (5) se dirigen a sus seguidores durante el partido ante la Real Sociedad este jueves en el Reale Arena.
Los jugadores del Anderlecht Theo Leoni (izda) y N'Diaye Moussa (5) se dirigen a sus seguidores durante el partido ante la Real Sociedad este jueves en el Reale Arena.Juan Herrero (EFE)

A este respecto, la Real Sociedad ha pedido formalmente una reunión con la UEFA para pedirle explicaciones sobre la decisión de no suspender el partido frente al Anderlecht. El club “quiere informar que ha solicitado una reunión con UEFA para que los actos de hoy sean los últimos que tengan que vivir nuestros seguidores”, apuntaba una nota oficial de la entidad, que empieza a temer lo que pueda suceder en la próxima cita europea en Anoeta frente al Ajax, el próximo 28 de noviembre. El jueves, el equipo holandés jugó en el Fortuna Praga frente al Slavia (1-1), y aunque no se produjeron incidentes en la grada, la policía checa requisó a los radicales un buen número de bengalas, puños americanos, bates de béisbol, sprays de pimienta, porras y otros objetos contundentes. El Ajax figura en la Eredivisie neerlandesa con dos partidos menos, ya que la Policía de su país se declaró en huelga al no poder garantizar la seguridad en los encuentros que organiza el equipo de Ámsterdam.

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